ððšððšð¬, ð®ðµ ðð ððšððð¢ ðð ððŽðð®. ðð “ððð¡ðð¢ ðð ð£ð́ð¢”.
Dra. Norma Noemà Ledesma
ðð¯ð·ðŠðŽðµðªðšð¢ð¥ð°ð³ð¢ ð¥ðŠð ðð¯ðŽðµðªðµð¶ðµð° ðð¢ð€ðªð°ð¯ð¢ð ððŠððšð³ð¢ð¯ðªð¢ð¯ð°.
El 27 de febrero de 1812, el Triunvirato designó a Belgrano interinamente Comandante en Jefe del Ejército Auxiliador del Perú, en reemplazo de Juan MartÃn de Pueyrredón quien habÃa renunciado por motivos de salud. Pueyrredón le delegó el mando el 27 de marzo en Yatasto, Salta, y el 26 de mayo fue designado General en Jefe del Ejército Auxiliar del Perú en propiedad.
Un dÃa después, el 27 de mayo, cayó Cochabamba bajo la embestida del jefe realista José Manuel de Goyeneche, que entró a sangre y fuego por las calles de la ciudad, la que fue entregada al saqueo por espacio de tres horas. La población abandonó la ciudad y el escaso resto de tropas que se salvó de la catástrofe se dirigió por un camino marginal hacia el sur buscando incorporarse al ejército de Belgrano, quien recién a fines de junio se enteró de lo sucedido.
El soldado Francisco TurpÃn en un oficio dirigido a Belgrano, fechado en Jujuy el 4 de agosto de 1812, informaba detalladamente acerca de la resistencia brindada por las mujeres en el Cerro de San Sebastián, a las afueras de la ciudad. El ejército enemigo rompió el fuego y estas, con los rebozos atados a la cintura, resistieron por espacio de tres horas. Murieron treinta mujeres, seis hombres de garrote y tres fusileros.ᶊ
Belgrano exaltó el valor de las mujeres cochabambinas con estas palabras:
“ððð°ð³ðªð¢ ð¢ ðð¢ðŽ ð€ð°ð€ð©ð¢ð£ð¢ð®ð£ðªð¯ð¢ðŽ ð²ð¶ðŠ ðŽðŠ ð©ð¢ð¯ ð¥ðŠð®ð°ðŽðµð³ð¢ð¥ð° ð€ð°ð¯ ð¶ð¯ ðŠð¯ðµð¶ðŽðªð¢ðŽð®ð° ðµð¢ð¯ ð¥ðªðšð¯ð° ð¥ðŠ ð²ð¶ðŠ ð±ð¢ðŽðŠ ð¢ ðð¢ ð®ðŠð®ð°ð³ðªð¢ ð¥ðŠ ðð¢ðŽ ðšðŠð¯ðŠð³ð¢ð€ðªð°ð¯ðŠðŽ ð·ðŠð¯ðªð¥ðŠð³ð¢ðŽ.
ðððð¢ðŽ ð©ð¢ð¯ ð¥ð¢ð¥ð° ð¶ð¯ ðŠð«ðŠð®ð±ðð° ð²ð¶ðŠ ð¥ðŠð£ðŠ ðŠð¹ð€ðªðµð¢ð³ ððŠð¯̃ð°ð³ ðð¹ð€ðŠððŠð¯ðµðª́ðŽðªð®ð° ðð°ðŽ ðŽðŠð¯ðµðªð®ðªðŠð¯ðµð°ðŽ ð®ð¢́ðŽ ð¢ð±ð¢ðšð¢ð¥ð°ðŽ ð±ð°ð³ ðð¢ ð±ð¢ðµð³ðªð¢ ðº ðŠðŽðµð°ðº ðŽðŠðšð¶ð³ð° ð¥ðŠ ð²ð¶ðŠ ð¯ð° ðŽðŠð³ð¢́ ðŠð ð¶́ððµðªð®ð° ð€ð°ð¯ ð²ð¶ðŠ ð€ð°ð¯ð§ð¶ð¯ð¥ð¢ð¯ ð¢ ðð¢ðŽ ð¥ðŠ ðŽð¶ ðŽðŠð¹ð° ð²ð¶ðŠ ð¢ðð¶ð€ðªð¯ð¢ð¥ð¢ðŽ, ðµð³ð¢ð£ð¢ð«ð¢ð¯ ðŠð¯ ð€ð°ð¯ðµð³ð¢ ð¥ðŠ ðð¢ ð€ð¢ð¶ðŽð¢ ðŽð¢ðšð³ð¢ð¥ð¢, ðº ð¢ð¶́ð¯ ð¢ ðð°ðŽ ð©ð°ð®ð£ð³ðŠðŽ ð²ð¶ðŠ ð±ð³ðŠð§ðªðŠð³ðŠð¯ ðð¢ ðŠðŽð€ðð¢ð·ðªðµð¶ð¥, ð±ð°ð³ ð¯ð° ðŠð¹ð±ð°ð¯ðŠð³ ðŽð¶ðŽ ð·ðªð¥ð¢ðŽ ð±ð¢ð³ð¢ ð¢ðŽðŠðšð¶ð³ð¢ð³ ð¯ð¶ðŠðŽðµð³ð°ðŽ ð«ð¶ðŽðµð°ðŽ ð¥ðŠð³ðŠð€ð©ð°ðŽ”.ᶊᶊ
El heroico comportamiento de las mujeres cochabambinas fue reconocido por el gobierno boliviano y debido a ello el 27 de Mayo se celebra el “DÃa de la Madre” en este paÃs hermano, en honor a estas ilustres “HeroÃnas de la Coronilla”.ᶊᶊᶊ
Belgrano le escribió, en una carta fechada en Jujuy el 30 de junio de 1812, a Bernardino Rivadavia, secretario y hombre fuerte del Primer Triunvirato, informándole que su situación no podÃa ser más apurada por la caÃda de Cochabamba. En la misma, le anticipaba que Dorrego iba para instruir al gobierno y a él particularmente de lo que ocurrÃa. Y agregaba:
“ððªðŠð®ð±ð³ðŠ ð®ðŠ ðµð°ð€ð¢ ðð¢ ð¥ðŠðŽðšð³ð¢ð€ðªð¢ ð¥ðŠ ð£ð¶ðŽð€ð¢ð³ð®ðŠ, ð€ð¶ð¢ð¯ð¥ð° ðŠð ðŠð¯ð§ðŠð³ð®ð° ð©ð¢ ðŽðªð¥ð° ð¢ðµðŠð¯ð¥ðªð¥ð° ð±ð°ð³ ðµð°ð¥ð°ðŽ ðð°ðŽ ð®ðŠ́ð¥ðªð€ð°ðŽ ðº ðð° ð©ð¢ð¯ ð¢ð£ð¢ð¯ð¥ð°ð¯ð¢ð¥ð°; ðŠðŽ ð±ð³ðŠð€ðªðŽð° ðŠð®ð±ðŠð»ð¢ð³ ð€ð°ð¯ ðŠð ð·ðŠð³ð¥ð¢ð¥ðŠð³ð° ð®ðŠ́ðµð°ð¥ð° ð±ð¢ð³ð¢ ð²ð¶ðŠ ðŽð¢ð¯ðŠ, ðº ð¯ðª ð¢ð¶ð¯ ð±ð¢ð³ð¢ ðŠðŽðµð° ð©ð¢ðº ðð¶ðšð¢ð³; ð±ð°ð³ð²ð¶ðŠ ðµð°ð¥ð° ðŠðŽ ð¢ð±ð¶ð³ð¢ð¥ð°, ðµð°ð¥ð° ðŠðŽ ð¶ð³ðšðŠð¯ðµðŠ: ðŠð ð²ð¶ðŠ ðððŠð·ð¢ ðð¢ ð€ð¢ð³ðšð¢, ðŠðŽ ð²ð¶ðªðŠð¯ ð¯ð° ðµð¶ð·ð° ðð¢ ð€ð¶ðð±ð¢ ð¥ðŠ ð²ð¶ðŠ ðŠð ðŠð¯ð§ðŠð³ð®ð° ð®ð°ð³ðªð£ð¶ð¯ð¥ð° ð¢ð€ð¢ð£ð¢ðŽðŠ: ð£ð¢ðŽðµð¢ð¯ðµðŠ ð©ðŠ ð¥ðªð€ð©ð°, ð£ð¢ðŽðµð¢ð¯ðµðŠ ð©ðŠ ð©ð¢ð£ðð¢ð¥ð°, ðº ð£ð¢ðŽðµð¢ð¯ðµðŠ ð©ðŠ ð¥ðŠð®ð°ðŽðµð³ð¢ð¥ð° ð€ð°ð¯ ðð°ðŽ ðŠðŽðµð¢ð¥ð°ðŽ ð²ð¶ðŠ ð©ðŠ ð³ðŠð®ðªðµðªð¥ð°: ¿ððŠ ð±ð¶ðŠð¥ðŠ ð©ð¢ð€ðŠð³ ðð¢ ðšð¶ðŠð³ð³ð¢ ðŽðªð¯ ðšðŠð¯ðµðŠ, ðŽðªð¯ ð¢ð³ð®ð¢ðŽ, ðŽðªð¯ ð®ð¶ð¯ðªð€ðªð°ð¯ðŠðŽ, ð¯ðª ð¢ð¶ð¯ ð±ð°́ðð·ð°ð³ð¢? ððŽðµðŠð¥ ð®ðŠ ð©ð¢ ð°ð§ð³ðŠð€ðªð¥ð° ð¢ðµðŠð¯ð¥ðŠð³ ð¢ ðŠðŽðµðŠ ðŠð«ðŠ́ð³ð€ðªðµð°: ðŠðŽ ð±ð³ðŠð€ðªðŽð° ð©ð¢ð€ðŠð³ðð°, ðº ð©ð¢ð€ðŠð³ðð° ð¥ðŠ ð¶ð¯ ð®ð°ð¥ð° ð¥ðªðšð¯ð°, ðº ð€ð°ð¯ ðð¢ ð€ðŠððŠð³ðªð¥ð¢ð¥ ð¥ðŠð ð³ð¢ðºð°: ð¯ð° ð±ð°ð³ ð®ðª́, ð±ð¶ðŠðŽ ð¢ð ð§ðªð¯ ð®ðª ð€ð³ðŠ́ð¥ðªðµð° ðŠðŽ ð€ð°ðŽð¢ ð¥ðŠ ð±ð°ð€ð° ð®ð°ð®ðŠð¯ðµð°, ðŽðªð¯ð° ð±ð°ð³ ðð¢ ðð¢ðµð³ðªð¢, ðº ð€ð°ð¯ðŽðŠð€ð¶ðŠð¯ð€ðªð¢ðŽ ð²ð¶ðŠ ð±ð¶ðŠð¥ðŠ ðµð³ð¢ðŠð³ð¯ð°ðŽ ðŽð°ðð° ðŠð ðµðŠð¯ðŠð³ ð²ð¶ðŠ ð¥ð¢ð³ ð±ð¢ðŽð°ðŽ ð³ðŠðµð³ð°́ðšð³ð¢ð¥ð°ðŽ”.ᶊáµ
La situación era por demás alarmante dada la hostilidad de muchos vecinos jujeños, entre los que predominaban los comerciantes peninsulares, que estaban siendo muy perjudicados por estar interrumpido el comercio con el Alto Perú. Esperaban que se produjera una pronta invasión realista que hiciera que las cosas volvieran al estado anterior.
Belgrano se vio obligado a tomar medidas de manera urgente. Expidió un bando que establecÃa la pena de muerte para quien difundiera noticias alarmantes. Acentuó las medidas disciplinarias en el ejército y dispuso que todo soldado u oficial que no cumpliera una orden serÃa fusilado.
A mediados de julio, le informaron a Belgrano que los realistas reforzaron sus efectivos apostados en Suipacha a las órdenes de PÃo Tristán. El 14 de julio de 1812, emitió un bando convocando a las armas a los ciudadanos de Jujuy desde los 16 hasta los 35 años. Los casados, que estaban exceptuados, formarÃan un cuerpo de guardia cÃvica. Encontró apoyo entre los jujeños y formó un cuerpo de caballerÃa llamado los “Patriotas Decididos”, que puso bajo las órdenes de Eustaquio DÃaz Vélez.áµ
El ejército patriota no estaba en condiciones de resistir. El Triunvirato le ordenó a Belgrano retirarse de Jujuy y replegarse urgentemente hasta Córdoba. El 29 de julio emitió un bando, ordenando a la población retirarse ante el avance de los enemigos:
“ð²ð¶ðŠ ðŽð°ð¯ ððð¢ð®ð¢ð¥ð°ðŽ ð±ð°ð³ ðð°ðŽ ð¥ðŠðŽð¯ð¢ðµð¶ð³ð¢ððªð»ð¢ð¥ð°ðŽ ð²ð¶ðŠ ð·ðªð·ðŠð¯ ðŠð¯ðµð³ðŠ ð¯ð°ðŽð°ðµð³ð°ðŽ ðº ð²ð¶ðŠ ð¯ð° ð±ðªðŠð³ð¥ðŠð¯ ð¢ð³ð£ðªðµð³ðªð°ðŽ ð±ð¢ð³ð¢ ð²ð¶ðŠ ð¯ð¶ðŠðŽðµð³ð°ðŽ ðŽð¢ðšð³ð¢ð¥ð°ðŽ ð¥ðŠð³ðŠð€ð©ð°ðŽ ð¥ðŠ ððªð£ðŠð³ðµð¢ð¥, ð±ð³ð°ð±ðªðŠð¥ð¢ð¥ ðº ðŽðŠðšð¶ð³ðªð¥ð¢ð¥ ðŽðŠð¢ð¯ ð¶ððµð³ð¢ð«ð¢ð¥ð°ðŽ ðº ð·ð°ðð·ð¢́ðªðŽ ð¢ ðð¢ ðŠðŽð€ðð¢ð·ðªðµð¶ð¥”.áµá¶Š
DebÃan abandonar sus hogares dejando la tierra arrasada al enemigo. La orden de Belgrano fue terminante, no deberÃa quedar nada que fuese de provecho para el enemigo, ni alimentos, animales de transporte, casa, objetos de hierro, efectos mercantiles. La población deberÃa acompañar al ejército en su retirada. Lo que no se pudiera transportar a lomo de mula, de caballo o de burro, debÃa ser quemado.
El Ãxodo Jujeño tuvo lugar el 23 de agosto de 1812 y marcó un punto de inflexión en la Guerra de la Independencia en el RÃo de la Plata. Hasta ese momento la revolución habÃa puesto a prueba el amor a la libertad en el desprendimiento que hacÃan de sus vidas, pero a partir de entonces Jujuy fue el escenario de algo más asombroso todavÃa: una población entera, que incluÃa todas las clases sociales y las diferentes edades se sacrificaba en aras de la Causa de la Patria, dejando atrás su tierra, su fortuna y su existencia. Gracias al sacrificio del pueblo jujeño se pudieron concretar las victorias de Tucumán y Salta, que fueron claves en el triunfo de la Revolución en la América del Sur.
La Primera Expedición al Alto Perú fue conducida de manera desacertada por Juan José Castelli, el ejército bajo su mando provocó desmanes, desconociendo el sentir de los Pueblos en sus costumbres y religión. Ello permitió que algunos jefes realistas quisieran convertir la guerra en una “Cruzada Religiosa”, calificando a las fuerzas porteñas de herejes. Belgrano desarrolló una polÃtica totalmente distinta en cuanto a la disciplina de su ejército y a la práctica religiosa.
Retomando el hilo de nuestra exposición, el jefe realista Goyeneche, en un oficio del 29 de octubre desde PotosÃ, celebraba que el Coronel Indalecio González de Socasa haya podido constituir cabildo aunque fuese con tres vecinos:
“ððŠ ðððŠð¯ð¢ ð¥ðŠ ðð¢ ð®ð¢́ðŽ ð¥ð¶ðð€ðŠ ð€ð°ð®ð±ðð¢ð€ðŠð¯ð€ðªð¢ ðŠð ð·ð°ðµð° ð¶ð¯ð¢́ð¯ðªð®ðŠ ðº ðšðŠð¯ðŠð³ð¢ð ð²ð¶ðŠ ðð¶ðŠðŽðµð³ð¢ ððŠð¯̃ð°ð³ðª́ð¢ ð®ðŠ ðªð¯ð¥ðªð€ð¢ ð¥ðŠ ðð°ðŽ ð±ð°ð€ð°ðŽ ð·ðŠð€ðªð¯ð°ðŽ ð²ð¶ðŠ ð©ð¢ð¯ ð²ð¶ðŠð¥ð¢ð¥ð° ðŠð¯ ðŠðŽð¢ ð€ðªð¶ð¥ð¢ð¥ ð¥ðŠ ð®ð¢ð¯ðµðŠð¯ðŠð³ ð¥ðŠð€ðªð¥ðªð¥ð°ðŽ ðº ð¢ð¥ðªð€ðµð°ðŽ ð¢ ðð¢ ðð¢ðŽð¢ ð¥ðŠð ððŠðº ðŽðªð¯ ð²ð¶ðŠ ðð°ðŽ ð³ðŠðµð³ð¢ðªðšð¢ ðð¢ ð¥ðŠð·ð¢ðŽðµð¢ð€ðªð°́ð¯ ð²ð¶ðŠ ðŠð ð§ð¶ð³ð°ð³ ðº ð·ðŠð¯ðšð¢ð¯ð»ð¢ ð¥ðŠð ðð¢ð¶ð¥ðªððð° ððŠð·ð°ðð¶ð€ðªð°ð¯ð¢ð³ðªð° ððŠððšð³ð¢ð¯ð° ð©ð¢ð¯ ð€ð¢ð¶ðŽð¢ð¥ð° ðŠð¯ ðŽð¶ ð±ð°ð£ðð¢ð€ðªð°́ð¯ ðŽðŠðšð¶́ð¯ ðð° ðµð¶ð·ð° ð¢ð¯ð¶ð¯ð€ðªð¢ð¥ð° ðŠð¯ ðŽð¶ ðð¢ð¥ð́ð€ ððð£ðð€ ð¥ðŠð 29 ð¥ðŠ ð«ð¶ððªð°”.
ð¶ CONGRESO DE LA NACIÃN ARGENTINA, HONORABLE CÃMARA DE DIPUTADOS, Biblioteca de Mayo, t. XV, Buenos Aires, 1963, pp. 13683-13686 en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV, Morón, Buenos Aires, Talleres gráficos de la Universidad de Morón, 2003, pp. 554-557.
ð¶ð¶ CRISTINA MINUTOLO DE ORSI, “Belgrano y las HeroÃnas de la Coronilla (27 de mayo de 1812)”, en Anales Nº 14, Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 2014, p. 205.
ð¶ð¶ð¶ CRISTINA MINUTOLO DE ORSI, “Belgrano y las HeroÃnas de la Coronilla (27 de mayo de 1812)”, en Anales Nº 14, ob. cit., pp. 205-206.
ð¶ð BARTOLOMà MITRE, Historia de Belgrano y de la Independencia Argentina, t. II, Buenos Aires, Félix Lajouane, 1887, p. 711. Véase también: MARIO BELGRANO, Belgrano, 1ª ed. 3ª reimp., Buenos Aires, Instituto Nacional Belgraniano, 2006, p. 180.
ð ANÃBAL JORGE LUZURIAGA, Manuel Belgrano. Estadista y prócer de la independencia hispanoamericana, Morón, Buenos Aires, Universidad de Morón, 2004, pp. 342-345.
ðð¶ ANÃBAL JORGE LUZURIAGA, Manuel Belgrano. Estadista y prócer de la independencia hispanoamericana, ob. cit., p. 344.
ðð¶ð¶ DORA BLANCA TREGINI ZERPA, “El éxodo jujeño”, en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995, p. 57.
ððºð®ðŽð²ð»: Cuadro de pintor anónimo de mediados de Siglo XX representando el Ãxodo Jujeño, Museo Histórico Provincial "Juan Galo Lavalle".
Fuente de información:
Instituto Nacional Belgraniano.
29/07/2022.
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