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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

viernes, junio 20, 2025

La muerte del General Don Manuel Belgrano se produjo el 20 de junio de 1820 a las 7 de la mañana, en la casa familiar ubicada en la actual Avenida Belgrano 430 de la Ciudad de Buenos Aires.

 


𝟐𝟎 𝐃𝐄 𝐉𝐔𝐍𝐈𝐎 𝐃𝐄 𝟏𝟖𝟐𝟎. 𝐏𝐀𝐒𝐎 𝐀 𝐋𝐀 𝐏𝐎𝐒𝐓𝐄𝐑𝐈𝐃𝐀𝐃 𝐃𝐄𝐋 𝐆𝐄𝐍𝐄𝐑𝐀𝐋 𝐌𝐀𝐍𝐔𝐄𝐋 𝐁𝐄𝐋𝐆𝐑𝐀𝐍𝐎.

La muerte del General Don Manuel Belgrano se produjo el 20 de junio de 1820 a las 7 de la mañana, en la casa familiar ubicada en la actual Avenida Belgrano 430 de la Ciudad de Buenos Aires. Ese día Buenos Aires era presa de la anarquía, es el día conocido como “el de los tres gobernadores”, aunque en realidad algunos historiadores sostienen que no había gobierno.
Fue asistido por dos de sus hermanos y por su médico personal. Solo contaba con el crédito de varios sueldos no cobrados. En esas circunstancias, sus últimas palabras fueron “¡Ay, patria mía”.
Según su voluntad fue vestido con el hábito de Santo Domingo, a la que pertenecía en calidad de terciario, e inhumado en el sepulcro cavado al pie de la pilastra derecha del arco central del frontispicio del templo anexo al convento, en una caja de pino, cubierta con paño negro y cal. Encima se colocó una losa de mármol de una cómoda de su hermano Miguel, en el que fue esculpido este simple epitafio: “Aquí yace el General Belgrano”.
Un solo periódico de Buenos Aires, El Despertador Teofilantrópico, de Fray Francisco de Paula Castañeda, anunció la muerte del general con versos de disconformidad ante la indiferencia pública. Al tiempo, que excusó a la ciudad ingrata y anunció su glorificación en días venideros.
Antes del entierro, el médico Juan Sullivan efectuó la autopsia por pedido del médico personal del prócer, el doctor Redhead. El informe de éste constituye un testimonio del estado de la medicina de la época y un conmovedor testimonio de admiración por el prócer:
“Su muerte se mira hoy –escribía Sullivan- como de la un simple particular, pero cuya memoria en los siglos venideros se revenciará como un ramo robusto de aquel árbol que sus servicios y sacrificios plantaron en el seno de su Patria”.
Los funerales se realizaron el 28 de junio –ocho días después de su muerte- simultáneamente en esos momentos se libraba el combate de Cañada de la Cruz. Manuel Antonio de Castro en su homenaje dijo:
“La justicia era el nivel de su conducta. El jefe y el soldado, el poderoso y el desvalido, todos eran iguales en presencia de Belgrano, cuando se trataba de los derechos de cada uno.
Jamás disimuló faltas ni delitos por la clase de personas y solo el benemérito y honrada era acreedor a sus consideraciones. La generosidad formaba su carácter, con ella se hizo dueño del corazón de los pueblos y aun de sus mismos enemigos. ¡Desinterés! Olvidaba sus propias necesidades para socorrer las de sus compañeros de armas y las de todos los menesterosos. ¡Honor! El suyo fue extremadamente delicado.
Conservez le souvenir d’un héros, dont la bonté avait égalé le courage”.
Un solo periódico de Buenos Aires, El Despertador Teofilantrópico, de Fray Francisco de Paula Castañeda, expresó con versos su disconformidad ante la indiferencia pública que rodeó al funeral del prócer. Al tiempo, que excusó a la ciudad ingrata y anunció su glorificación en días venideros.
Más allá de la ausencia de homenajes oficiales, algunos poetas escribieron en su homenaje. Así, Esteban de Luca, ex alumno de la Academia Militar fundada por Belgrano en Buenos Aires, dedicó más de doscientos endecasílabos blancos a su muerte y cuatro octavas a sus exequias; Juan Crisóstomo Lafinur, ex alumno de la Academia Militar fundada por el prócer en Tucumán, compuso un Canto Elegíaco y un Canto fúnebre; Juan Cruz Varela contribuyó con veinte estrofas que no llevaron su firma y otros poetas anónimos escribieron décimas, cuartetas y sonetos.
Al cumplirse el primer aniversario de su muerte, Buenos Aires pacificada bajo el gobierno del General Martín Rodríguez y con Rivadavia como ministro, se le rindió el 29 de julio un solemne homenaje. Este incluyó un solemne Te Deum en la Catedral, toque de clarín, presencia de diplomáticos de Estados Unidos, Chile y Portugal; piezas de artillería, etc. En una función de beneficio la actriz Ana Campomanes la dedicó al “ilustre porteño general don Manuel Belgrano”. Se estrenó una pieza patriótica La batalla de Tucumán. Quince días más tarde se le rindió nuevo homenaje con la presencia de la actriz Antonina Montes de Oca. Después de ejecutar la orquesta el himno del banquete fúnebre, se estrenó una loa compuesta por el actor Joaquín Culebras.
Los poetas se unieron al homenaje. De Luca escribió la letra de un himno en su honor; Lafinur celebró en una oda el panegírico pronunciado en la catedral por el doctor Gómez, un soneto con las iniciales V.L. apareció en El Argos.
1 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, "Exequias del general Belgrano", en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995, p. 96.
2 ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995, p. 94.p. 94.
3 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, "Exequias del general Belgrano", en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, ob. cit., p. 96.
4 Ibidem.
5 ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, ob. cit., p. 95.
6 ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en ARTURO RICARDO YUNGANO, "Testamento y muerte de Manuel Belgrano", en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, Buenos Aires, Manrique Zago Ediciones, 1995, p. 94.p. 94.
7 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, "Exequias del general Belgrano", en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, ob. cit., p. 96.
8 Ibidem.
9 RAFAEL ALBERTO ARRIETA, "Exequias del general Belgrano", en Instituto Nacional Belgraniano, Manuel Belgrano. Los ideales de la Patria, ob. cit., p. 98.
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Imagen: Retrato de Belgrano.
Pintura de François Casimir Carbonnier, 1815.

𝟐𝟎 𝐃𝐄 𝐉𝐔𝐍𝐈𝐎. 𝐃Í𝐀 𝐃𝐄 𝐋𝐀 𝐁𝐀𝐍𝐃𝐄𝐑𝐀 𝐍𝐀𝐂𝐈𝐎𝐍𝐀𝐋.
El 20 de junio se celebra el “Día de la Bandera Nacional”, establecido por Ley 12.361 del 8 de junio de 1938, en todo el territorio de la República.
Recordemos que un 27 de febrero de hace 212 años, tuvo lugar la creación y el primer enarbolamiento de la Bandera Nacional.
En enero de 1812, el Triunvirato le encargó al entonces Coronel Manuel Belgrano fortificar las costas del río Paraná, a la altura del pueblo de Rosario, para dificultar la navegación a los barcos realistas procedentes de Montevideo y un eventual ataque a fin de destruir las baterías del Rosario, que estaban siendo construidas bajo la dirección del Teniente Coronel Ángel Monasterio. Una estaba ubicada sobre la barranca para dominar el estrecho canal del río, hacia el oeste. La otra, en la isla fronteriza al poblado llamada “El espinillo”. A estas baterías Belgrano las llamó Libertad e Independencia, con un claro sentido independentista.
En esas circunstancias, con motivo de inaugurarse la batería Independencia, y careciendo de bandera para ello, dispuso la confección de una con los colores de la escarapela, cual reza el documento más significativo en la historia de nuestra bandera:
“Excelentísimo Señor:
En este momento que son las seis y media de la tarde se ha hecho la
salva en la batería de la Independencia, y queda con la dotación
competente para los tres cañones que se han colocado, las
municiones y la guarnición.
He dispuesto para entusiasmar las tropas y estos habitantes que se
formasen todas aquellas y les hablé en los términos de la nota que
acompaño.
Siendo preciso enarbolar bandera y no teniéndola, la mandé hacer
blanca y celeste conforme a los colores de la escarapela nacional;
espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia.
Dios guarde a Vuestra Excelencia muchos años.
Rosario, 27 de febrero de 1812.
Excelentísimo señor.
Manuel Belgrano [Rubricado]
Excelentísimo Gobierno Superior de las Provincias Unidas del Río
de la Plata”. 1
Sin esperar respuesta mandó hacerla para la primera batería habilitada. En ocasión de su inauguración, que se realizó al día siguiente en tierra firme (próxima a la batería Libertad aún en construcción), Belgrano tomó juramento de lealtad a la guarnición destinada a su servicio:
“Soldados de la Patria: En este punto hemos tenido la gloria de vestir
la escarapela nacional que ha designado nuestro Excelentísimo
Gobierno: en aquel, la Batería de la Independencia, nuestras armas
aumentarán las suyas; y juremos vencer a nuestros enemigos
interiores y exteriores y la América del Sud será el templo de la
Independencia, de la unión y de la libertad. En fe de que así lo juráis,
decid conmigo ¡Viva la Patria”! 2
La ceremonia de inauguración, al decir de los historiadores y poetas, alcanzó contornos emotivos. Según Yaben “al ocupar las tropas su puesto de honor, enarbolaron la bandera azul celeste y blanca, desplegándose en paño batido por el viento, mientras la saludaba una salva de cañonazos. Así se inauguró la bandera argentina, en la tarde del 27 de febrero de 1812, en momentos en que el sol se ocultaba en el ocaso, besando con sus últimos rayos el símbolo sagrado de nuestra redención política”.
En oficio al Triunvirato, Belgrano expresaba lo siguiente:
“Las banderas de nuestros enemigos son las que hasta ahora hemos
usado; pero ya que Vuestra Excelencia ha determinado la escarapela
nacional con que nos distinguiremos de ellos y de todas las naciones,
me atrevo a decir a Vuestra Excelencia que también se distinguieran
aquellas, y que en estas baterías no se viesen tremolar sino las que
Vuestra Excelencia designe. ¡Abajo, Excelentísimo Señor, esas
señales exteriores que para nada nos han servido y con las que parece
que aún no hemos roto las cadenas de la esclavitud!”. 3
Este documento revela el espíritu independentista de Belgrano, que en un
acto verdaderamente revolucionario, creó y ordenó enarbolar nuestra
enseña patria. El Triunvirato ese mismo día despachaba la orden que,
apenas fuera esta recibida, Belgrano debía partir para reemplazar a Juan
Martín de Pueyrredón, Jefe del Ejército Auxiliar del Perú. Probablemente
ambos oficios se cruzaron en el camino, pues Belgrano manifestó que se
puso en marcha el 2 de marzo y la orden del gobierno, desautorizando su
gesto de creación de una bandera, llegó al día siguiente.
El Triunvirato, pues, informado del asunto, desaprobó el 3 de marzo la creación de la nueva bandera, casi que volviendo sobres sus pasos, y ordenó a Belgrano “que haga pasar aquella demostración de la bandera blanca y azul celeste enarbolada ocultándola disimuladamente y subrogándola con la que se le envía que es la que hasta ahora se usa en esta fortaleza, y que hace al centro del Estado, procurando en adelante no prevenir las deliberaciones del Gobierno en materias de tanta importancia y en cualquiera otro que una males inevitables difíciles de repararse con buen suceso”. 4
No llegó Belgrano a enterarse de la prohibición dispuesta del gobierno pues en cumplimiento de la citada orden de aquel del 27 de febrero había salido el 2 de marzo de Rosario camino al Noroeste para asumir el comando en jefe en Jujuy del Ejército Auxiliador del Perú.
Ignorando el criterio del gobierno y creyendo que la bandera enarbolada en Rosario había sido aprobada, para solemnizar el segundo aniversario de la Revolución de Mayo, el 25 de ese mes, Belgrano presentó en Jujuy otro ejemplar de la bandera, que mandó confeccionar allí diciendo a sus tropas en una proclama: “por primera vez, veis la Bandera Nacional en mis manos, que ya os distingue de las demás naciones del globo”, lo que significaba romper abiertamente el vínculo con la corona de España. Esa Bandera Nacional una vez bendecida fue paseada triunfalmente y jurada
por las tropas.
El gobierno en oficio del 27 de junio de 1812 reiteradamente lo desautoriza
en nuevos términos. Este oficio, dado la lentitud de las comunicaciones,
recién en julio le llega a Belgrano advirtiendo que el Gobierno desautorizaba en duros términos la creación de la bandera y ordenaba que:
“haga pasar por un rasgo de entusiasmo el suceso de la Bandera
blanca y celeste enarbolada; ocultándola disimuladamente y
subrogándola con la que se le envía, que es la que hasta ahora se usa
en esta Fortaleza, y que hace el centro del Estado; procurando en
adelante no prevenir las deliberaciones del gobierno en materia de
tanta importancia y en cualquiera otra que una vez ejecutada no deja
libertad para su aprobación, y cuando menos produce males
inevitables difíciles de repararse con buen suceso”. 5
Afectado por esos términos, Belgrano se apresuró a sincerarse, declarando que ignoraba la anterior resolución: “en la batería que se iba a guarnecer no había bandera y juzgué que sería la blanca y celeste la que nos distinguiría como la escarapela, y esto, con mi deseo de que estas provincias se cuenten como una de las naciones del globo, me estimuló a ponerla”. Belgrano acató la resolución gubernamental y en su respuesta del 18 de julio expresa entre otras consideraciones lo siguiente: “la bandera la he recogido y la desharé para que no haya memoria de ella y si acaso me preguntasen por ella, responderé que se reserva para el día de una gran victoria por el ejército, y como esta está lejos, todos la habrán olvidado y se contentarán con lo que se les presente”. La bandera creada por Belgrano tuvo su
bautismo de fuego en la Batalla de Salta (20 de febrero de 1813).
Por otra parte, poco después de proclamarse la Independencia de las Provincias Unidas de Sud América, el Congreso de Tucumán en la sesión del 20 de julio de 1816, expidió un decreto especificando los colores “celeste y blanco” para la bandera menor entretanto se fijaran los jeroglíficos de la bandera nacional mayor 6 . El 25 de febrero de 1818, el Congreso aprobó el dictamen del diputado Chorroarín y se estableció que “sea distintivo peculiar de la bandera de guerra un sol pintado en medio de ella”. 7
1 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29 y 44-8-30 en MINISTERIO DEL INTERIOR, La Bandera Nacional de la República Argentina, Buenos Aires, p. 21.
2 Ibidem.
3 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29 en MINISTERIO DEL INTERIOR, La Bandera Nacional de la República Argentina, ob. cit., p. 136.
4 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29 y 44-8-30 en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV 1811-1812, Buenos Aires, 2003, p. 423.
5 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29, en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV 1811-1812, ob. cit., p.431.
6 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 3-9-4, en MINISTERIO DEL INTERIOR, La Bandera Nacional de la República Argentina, ob. cit., p. 136.
7 ARCHIVO GENERAL DE LA NACIÓN, Sala X, 44-8-29 y 44-8-30, en INSTITUTO NACIONAL BELGRANIANO, Documentos para la Historia del General Don Manuel Belgrano, t. IV, ob. cit., p. 453.

Publicado en Instituto Belgraniano / Facebook.
Gloria y loor, honra sin par. Para el  Gral. BELGRANO un Grande, entre los Grandes de la Patria Grande.

La bandera de un país católico desde el origen.

 


La bandera de un país católico desde el origen.

Por Santiago Rospide*

Pasaron dos siglos ya de la muerte de este gran arquetipo militar, quien gracias a sus acciones y obras contribuyó de manera significativa a restaurar esta patria que -aunque ya lo era en tiempos del Imperio español, fiel a sus tradiciones pero enemiga de la Revolución política anticristiana del siglo de la Ilustración- fue forjando su destino.
Queremos rendirle un justo homenaje al creador de la Bandera, pero no al estilo escolar de la efemeridiología oficial sino al genuino y auténtico, que nos lleva a los orígenes católicos de nuestro sentir nacional.

CATOLICO PRACTICANTE.
Belgrano era católico y murió católico. Es más, era un católico practicante. Si la gente no lo sabe es porque la historia oficial se lo ocultó y escondió a sabiendas, y porque no le conviene.
En su condición de hombre de armas y como comandante de ejércitos en operaciones dirigía junto a su tropa -personalmente y a diario- el rezo del santo rosario, y lo hacía previo y finalizados los combates y batallas: Vilcapugio y Ayohuma son ejemplos de ello, pero hay muchos más.
El triunfo memorable de la batalla de Tucumán fue atribuido -según él mismo reconoce- exclusivamente a la protección e intervención decisiva y celestial de la Virgen de la Merced, que por eso fue declarada por Belgrano, patrona y generala del Ejército Argentino.
Claro que estas prácticas religiosas y estas acciones sobrenaturales escandalizan y retuercen los espíritus apocados y alejados voluntariamente de la gracia divina o en estado de permanente acedia espiritual. Tal es el caso de su más conocido biógrafo quien relata que durante las invasiones inglesas -prolegómenos históricos e inaugurales que culminarán en nuestra mayoría de edad como nación independiente- no podía entender esta predisposición cuasi mística y religiosa de Belgrano.
Dice Bartolomé Mitre que nuestro héroe “no se daba cuenta racional” de todo el espíritu y el empuje independentista que los ingleses insuflaban en los patriotas con sus vientos de libertad, igualdad y fraternidad y así “conquistaban los corazones a sus ideas”; porque el creador de la Bandera “lo atribuía (expresa Mitre con desdén) a las miras inescrutables de la Providencia”.
Y tenía razón, porque así lo creía el vencedor de Tucumán y Salta. Por eso torció Mitre, redireccionó y desvirtuó el verdadero significado de nuestros orígenes patrios, calumniando así la cosmovisión católica –que él detestaba–, tanto de Belgrano como la de San Martín en sendas biografías.

INSPIRACION.
Pero vayamos a nuestro tema principal. ¿En quién o en qué se inspiró Belgrano con los colores de la bandera? Digámoslo tajantemente para escandalizar a los agnósticos como es el caso de su biógrafo y el de su venerable amigo, Sarmiento.
El general Manuel Belgrano se inspiró en los colores del manto de la Virgen María más precisamente en su advocación de la Inmaculada Concepción. Dirán los escépticos y racionalistas, ¿dónde está escrito eso, si Belgrano no lo dejó asentado en ningún lado? Y por qué lo tendría que haber dicho, si ya estaba todo más que conocido. Pasemos a puntualizarlo en pocas líneas.
Belgrano era católico practicante, como dijimos. Tan practicante que cuando se graduó de abogado en la península juró defender el dogma de la Inmaculada Concepción; así como diametralmente opuesto a él, ahora algunos juran defender el derecho al aborto democráticamente; Belgrano como católico coherente y monárquico, creía en Dios y no en la diosa razón.
Tanta devoción tenía por la Virgen -como dijimos rezaba con unción el rosario diariamente- que al regresar de la España peninsular y asumir el cargo de secretario del Consulado puso bajo la advocación, tutela y patronazgo de este, a la Inmaculada Concepción de María, cuyo escudo -el del Consulado- lleva los colores azul y blanco de su manto. Era tradición entonces que los que jurasen voluntariamente defender el dogma de la Inmaculada portaran también una cinta con sus colores azul y blanco en su vestimenta. Vayamos prestando atención a los colores nombrados.
Tengamos en cuenta que la Inmaculada Concepción ya era patrona del reino de España, así como de las Indias; y que la real orden de Carlos III materializaba en su condecoración un medallón esmaltado con los colores azul y blanco, lo mismo que la cinta de la cual este colgaba con los colores de la Inmaculada.
Claro que estamos en el año 1771, cuarenta años antes de su creación. Pero algunos nos dirán llegados hasta aquí: a qué viene todo esto si Belgrano expuso textualmente en sus razones al Triunvirato en febrero de 1812, lo siguiente: “He dispuesto para entusiasmar las tropas (…). Siendo preciso enarbolar Bandera, y no teniéndola la mandé hacer blanca y celeste, conforme a los colores de la escarapela nacional y espero que sea de la aprobación de Vuestra Excelencia”. Y tiene usted toda la razón, respondemos nosotros. ¿Alguien puede pensar que “para entusiasmar las tropas” creyentes y católicas a machamartillo como era en los tiempos del virreinato -y que venían de enfrentar a los herejes británicos en las últimas invasiones-, se les podía encender sus bríos y su empuje enarbolando otra bandera mejor que no tuviera los colores azul y blanco?
Eso sí, lo que no se le enseña a la gente es de dónde provienen los colores de la escarapela, y nosotros se lo recordamos ahora.

INVASIONES INGLESAS.
Durante las Reconquista de Buenos Aires en 1806 -invadida por los ejércitos que Mitre tanto admiraba-, las tropas de Juan Martín de Pueyrredón emplearon como distintivo de guerra antes del combate de Perdriel el real pendón que bordaron las monjas catalinas de Buenos Aires en 1760 -que se encontraba entonces custodiado en Luján-, y se lo entregaron a las tropas patriotas. El paño tenía dos escudos, el del rey y el de la Inmaculada Concepción, patrona de Luján; ambos con los colores antes señalados. Cuando el Cabildo de la Villa de Nuestra Señora pensó en ofrecerle algo que ayudara a las tropas de Pueyrredón en su lucha contra el invasor inglés no hizo cosa mejor que entregarle dicho estandarte.
Y no sólo eso, el comandante de los húsares además ordenó portar una divisa de combate en forma de dos cintas anexadas al cuello, de colores azul y blanco como los de la Inmaculada, y de 38 centímetros de longitud igual que la medida de la imagen sagrada.
En 1807, durante la Defensa de Buenos Aires siguieron portando las mismas insignias marianas. ¿Tiene algo que ver esto con los colores de la escarapela? Sigamos el hilo de nuestra fundamentación para ir concluyendo.
Cada vez que pasaba por Luján con sus tropas en alguna de sus marchas militares, Belgrano como fiel devoto de la Virgen, pasaba a venerar su imagen. Es decir que su devoción era notoria y para nada ocultada a toda la sociedad de entonces. Tan es así que su hermano, el sargento Mayor Carlos Belgrano -comandante militar de la Villa de Luján y presidente del Cabildo-, atestigua: “Mi hermano tomó los colores de la bandera del manto de la Inmaculada de Luján, de quien era ferviente devoto”. Todo parece una crónica de los tiempos más oscuros e intolerantes de la España de Felipe II, diría el panfletario autor del Facundo; pero no, son las crónicas de la época del creador de la bandera. Y fue el mismo agnóstico Mitre quien reconoció también que podría adjudicársele el origen de los colores de la bandera, “en señal de fidelidad al rey de España Carlos IV, que usaba la banda celeste de la orden de Carlos III [como explicamos antes]… la cruz de esta orden es esmaltada de blanco y celeste, colores de la Inmaculada Concepción de la Virgen, según el simbolismo de la Iglesia”, dice el historiador liberal. ¿Se va entendiendo entonces?

ORGULLO Y ADMIRACION.
Finalmente, ¿era necesario que quedara una copia manuscrita de Belgrano y autenticada por escribano público para confirmar el origen sagrado de los colores del pabellón nacional?
El creador de la Bandera -como buen católico- sabía según la tradición del pueblo cristiano, el significado de esos colores y a los cuáles hacían referencia, a los del manto de la Inmaculada Concepción de María, de la cual era su más ferviente cofrade.
¿Era necesario decirle al Triunvirato, del cual el anticristiano Rivadavia era su alma mater, las razones de esta resolución belgraniana? Si ya estaba aprobada la escarapela, en función de esos colores que indican tal devoción, aunque no se lo dejó por escrito tampoco, ¿para qué develar el secreto a un hombre impío como Rivadavia, que luego demostró con el tiempo su odio a la Iglesia católica y su enemistad abierta con el general San Martín? ¿No era como confesar y delatar su propósito y echar por tierra su anhelo “in pectore”?
La historia no necesita de manuscritos a veces para fundamentar, sólo con adentrarse en la cosmovisión de los personajes y en la tradición oral como en este caso, alcanza con interpretar sus obras. Por todo ello, nosotros sentimos verdaderamente orgullo y admiración, e inclinamos nuestras testas frente al paño y los colores de nuestra enseña patria, que refieren toda ella a los del manto de la Santísima Virgen María.

*Coronel retirado, profesor universitario en Historia. Especialista en Historia Militar contemporánea. Miembro de número del Instituto Argentino de Historia Militar. Autor de ‘El sueño frustrado de San Martín, el militar que no traicionó la fe católica para defender a la patria’, y de reciente publicación: ‘La Revolución francesa: una inspiración demoníaca’, Milites Dei, 2024.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/La-bandera-de-un-pais-catolico-desde-el-origen-561020.note.aspx



La tragedia de Medellín.

 


La tragedia de Medellín.

Por Walter Santoro (*)

Próximo a finalizar sus actuaciones en la ciudad de Bogotá, el 22 de junio se ofreció una cena de despedida para Gardel.

Pese a que se había elegido un restaurante más alejado, una joven, visiblemente emocionada, pudo ubicar el lugar y suplicó hablar con el cantor.

Gardel se acercó a ella y conversó unos minutos. Al regresar a la mesa les dijo a sus compañeros: “¡Pobre loquita! No es más que una niña... ¡Qué bonito episodio! Le estreché las manos, le acaricié la cabellera y le prometí un retrato con una dedicatoria. Me besó las manos y se marchó radiante de felicidad”.

Alguien notó en Gardel un ceño extraño después del episodio. No traía la misma alegría, parecía preocupado, como guardando sus pensamientos. Cuando le preguntaron qué le pasaba, Gardel confesó: “Esa chiquilla me dejó impresionado. Imagínate que conversamos tres minutos. Trivialidades, romanticismos quinceañeros, frases banales que un hombre como yo, con mi mundo, de mi experiencia, puede transmitirle a una tontuela desequilibrada, pero al despedirme, diciéndole que el lunes nos vamos para Cali en avión, se agarró a mi brazo como una lapa, rompiendo a llorar, diciéndome: ‘No, Carlos, no. No se vaya en avión, por favor. Tuve un sueño espantoso anoche. Por eso insistí en verlo. Soñé con muchos aviones y una gran tragedia’”.

Al día siguiente Gardel ofreció una audición radial en la emisora “La voz de la Victor”, en Bogotá, que sería la última vez que cantaría en su vida. Antes de interpretar el último tango, “Tomo y obligo”, expresó: “Me voy de Bogotá con la impresión de quedarme en el corazón de ustedes... Encontré en la mirada de las mujeres colombianas, en la sonrisa de los niños -que me hace acordar tanto a los niños de mi tierra- y en el aplauso de los bogotanos, un cariñoso afecto hacia mi persona. Si alguna vez alguien llega a preguntarme sobre las mejores atenciones que he recibido a lo largo de mi carrera, les aseguro que no podré dejar de mencionar al pueblo colombiano. Gracias amigos... muchas gracias por tanta amabilidad... Yo voy a ver a mi 'vieja', pronto... y no sé si volveré, porque el hombre propone y Dios dispone... Pero es tal el encanto de esta tierra que me recibió y me despide como si fuera hijo propio, que no puedo decirles adiós, sino hasta siempre... hasta siempre, mis amigos...”.

(*) Presidente de la Fundación Internacional Carlos Gardel.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/La-tragedia-de-Medellin-561017.note.aspx

miércoles, junio 18, 2025

La quema de las iglesias de 1955.

La quema de las iglesias de 1955. 


Por Myriam Mitrece y Carlos Ialorenzi. 

La renombrada escritora Alicia Jurado, gran amiga de Jorge Luis Borges y frecuente colaboradora de este diario, siempre recordó entre sus anécdotas con el autor de El Aleph, el día que este le pidió que la acompañara a ver los estragos sufridos en las Iglesias atacadas por las turbas peronistas, el 16 de junio de 1955. Borges quiso compartir su indignación y su tristeza, como ocurrió a toda persona de bien fuese o no creyente.

Contaba que fue un momento de gran dolor y tristeza ver la cantidad de imágenes religiosas rotas o quemadas, las cuales parecían pilas de cadáveres después de una batalla. De pronto alcanzaron a ver entre los escombros una imagen de Santa Teresa de Ávila que sostenía un libro abierto. Borges que ya casi no veía le pidió que lo leyera y así reconocieron uno de los poemas de la Santa:

“Nada te turbe

nada te espante

todo se acaba

Dios no se muda.

La paciencia

todo lo alcanza.

Quien a Dios tiene

nada le falta.

Sólo Dios basta”.

LA “CORRECCIÓN POLÍTICA”.

El 16 de junio de 1955 fue una jornada trágica de la historia argentina. De ese luctuoso día se ha sepultado uno de los hechos más aberrantes causados por la dictadura peronista: La quema de las iglesias.

Han pasado 70 años y entristece ver que los medios de comunicación y la “corrección política” todavía vigente, de ese día solamente mencionan la tragedia del bombardeo a la Casa de Gobierno. También duele que la Iglesia Católica Argentina ni siquiera mencione este gravísimo hecho.

LOS HECHOS.

Ese día se profanaron, saquearon e incendiaron la Curia Metropolitana y doce Iglesias de nuestra Ciudad: Santo Domingo, San Francisco, San Ignacio, La Merced, San Roque, la Catedral, San Miguel, La Piedad, Nuestra Señora de Las Victorias, Del Socorro, San Nicolás de Bari y San Juan Bautista. En la Iglesia de Las Victorias fue herido gravemente el Padre Jacobo Wagner quien falleció pocos días después.

Además del aberrante sacrilegio, entre las grandes y cuantiosas pérdidas sufridas cabe mencionar al Archivo histórico que contenía las partidas de nacimiento, matrimonio y defunción que se remontaban hasta fines del siglo XVI. Se perdieron obras de arte antiguo, cerámicas, pinturas al óleo, tallas y gran cantidad de objetos de culto.

La Curia metropolitana poseía además de imágenes religiosas y obras de arte, un valioso archivo con más de 80.000 legajos que contenían la historia del Río de la Plata y varias bibliotecas con miles de volúmenes. Tres siglos y medio de historia de la vida colonial e independiente perdidos para siempre. La Catedral sufrió el saqueo y el incendio de su sacristía se llevó su riquísimo tesoro de arte e historia.

El libro “El llanto de las ruinas” editado por la librería Don Bosco en 1955 enumera detenidamente los destrozos producidos; sería muy extenso mencionar a cada una de las imágenes, objetos de arte y documentos coloniales que se han perdido.

PROCESIÓN DE CORPUS CHRISTI.

Cinco días antes, el sábado 11 de junio, se realizó la celebración de Corpus Christi a la que asistió una masiva concurrencia. Se calcula que unas 200.000 personas se dieron cita en la Catedral, la Plaza de Mayo y en las calles adyacentes.

El gobierno culpó a la multitud de haber quemado una bandera nacional. Tiempo después se comprobó que este ultraje a la enseña patria fue ordenado desde el Ministerio del Interior y ejecutado por un policía.

LOS CABECILLAS.

El recordado escritor e historiador Enrique Díaz Araujo hizo un pormenorizado relato sobre cómo se organizaron los atacantes. En la Escuela de Ciegos de la calle Bolivar 431 funcionó la central operativa. De allí partieron, las columnas de la Alianza Libertadora Nacionalista, la cegetista y los militantes peronistas provistos de bidones de nafta y lanzallamas, dirigidos por comisarios de la Policía Federal y de la División Bomberos, salieron a atacar la Curia Metropolitana y los templos antes mencionados. Al mediodía siguiente se reunieron en la sede de la calle Bolívar, para celebrar con un almuerzo lo que habían realizado.

El citado autor da cuenta de cómo se organizaron y da los nombres de los principales cabecillas. Menciona que en la Escuela de Ciegos instaló su comando el vicepresidente de la Nación Alberto Tessaire, en el Departamento Central de Policía se estableció el ministro del Interior Ángel Borlenghi y en el Ministerio de Salud estuvo el ministro de Salud Pública Conrado Bevacqua. También informa los nombres de varios de los responsables, entre los que se encuentran altos jefes de la Policía Federal y del cuerpo de bomberos.

Díaz Araujo hace mención de los ataques previos que venía sufriendo la Iglesia Católica por parte del gobierno peronista: la sanción del divorcio vincular, la prohibición de procesiones, la supresión de la enseñanza religiosa y de fiestas religiosas, entre otras disposiciones.

Pese a que la agresión se dio en un radio céntrico y que las Iglesias se encontraban a corta distancia unas de otras, la policía y los bomberos recién actuaron cuando ya todo había terminado.

Díaz Araujo cita a Winston Churchill: “Perón es el único militar que ha quemado su bandera y el único católico que ha quemado sus templos”.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/La-quema-de-las-iglesias-de-1955-560985.note.aspx 

18.06.2025

Instituto Nacional Sanmartiniano. Celebra su noventa aniversario el decano de los institutos nacionales. SE VUELVE A PUBLICAR.

 Celebra su noventa aniversario el decano de los institutos nacionales.

Por Roberto Elissalde.

Celebrará el próximo 5 de abril su 90 aniversario el Instituto Nacional Sanmartiniano, que como en la mayoría de estas instituciones nació en forma privada hasta que posteriormente alcanzó su nacionalización algo que sucedió con sus similares: Browniano, Belgraniano, Juan Manuel de Rosas, Yrigoyeniano y Juan Domingo Perón.­

A iniciativa de don José Pacífico Otero, se reunieron un grupo de interesados en la difusión y estudio de la figura del Libertador, en la sede del Círculo Militar no en la actual del Palacio Paz frente al monumento a San Martín que la entidad adquirió en 1938, sino en la anterior ubicada en la tradicional calle Florida 770. Era el 5 de abril y se conmemoraba el 115 aniversario de la batalla de Maipú.­

Otero tenía por entonces 59 años, había recibido una sólida formación intelectual, sacerdote de la Orden Franciscana, mostró una afición a la historia y dedicó no pocos estudios a la misma y a algunos destacados miembros como frailes Luis Bolaños, Cayetano Rodríguez y el Francisco de Paula Castañeda, entre otras. Desvinculado en 1910 del estado sacerdotal, comenzó con meticulosidad a estudiar al general San Martín, no sólo en nuestro país en archivos y bibliotecas, sino que recorrió otros países americanos y europeos. Con un acervo no menor de información, publicó la Historia del Libertador Don José de San Martín, en varios volúmenes que mereció la reedición por el Círculo Militar. A ello debemos agregar no pocos trabajos, artículos y conferencias, hoy casi inhallables que merecen una edición aunque sea en forma digital.

DEUDA IMPAGA­.

Otero dedicó su existencia a San Martín, por eso en esa conferencia hace nueve décadas afirmó que había una deuda "todavía impaga'' para con el héroe, "que no la pagarán los bronces, ni los mármoles, ni los colores de la paleta, es la deuda del espíritu''. Por eso el Instituto se presentaba esa tarde respondiendo "a los dictados de una razón primordial y sagrada, con los vivos deseos de dar forma tangible a esta ejecutoria''.

Por eso pocos días después reunió a un grupo de estudiosos y en el Museo Histórico Nacional rubricaron el acta de fundación y nombraron la primera Comisión Directiva que Otero presidió por lógica gravitación. Lo acompañaron en las vicepresidencias el general Francisco Medina y el vicealmirante Daniel Rojas Torres; secretario: Antonio Apraiz; bibliotecario: Ismael Bucich Escobar; vocales: Nicolás Accame , Juan Esteban Vaccareza, Adrián Ruiz Moreno, Francisco Beverina, Héctor Pelerson, Héctor M. Ratto, Pedro Etchepare, Benjamín Villegas Basavilbaso, Rodolfo Medina, Federico Santa Coloma Brandsen, Enrique de Gan´dia, Rómulo Zabala, Juan Pablo Echagüe, Máximo Soto Hall y Ricardo Staud.

Ricardo Levene, Carlos Alberto Pueyrredon, José Torre Revello y Julio César Raffo de la Reta, formaron parte al poco tiempo entre otros de ese grupo fundacional, que presidió Otero hasta su fallecimiento el 14 de mayo de 1937.

Su mujer Manuela Stegmann fue la generosa donante de la casa que se levanta en Palermo, réplica de la de Grand Bourg, que hoy es la sede el Instituto Nacional.­

El coronel Bartolomé Descalzo, el capitán Jacinto R. Yabén, los generales Ernesto J. Florit, Carlos A. Salas, Joaquín Aguilar Pinedo, Manuel Laprida, Tomás Sánchez de Bustamante y Diego A. Soria, se sucedieron en la presidencia de la entidad en la mayoría de los casos por largos años; cargo que ocupa hoy el Lic. Eduardo García Caffi. Alguna vez la vacancia de la presidencia fue desempeñada por los distintos vicepresidentes: escribano Oscar Carbone, el profesor José Carlos Astolfi y el Dr. Rodolfo Argañaraz Alcorta.

Otero, con visión trascendente hace 90 años afirmaba que el Instituto con "su creación llena un vacío en nuestras agrupaciones culturales, históricas y docentes. No la pide a nuestro entender, una razón de fortuito interés. La pide el progreso de nuestra nacionalidad, la pide el crecimiento de nuestro acervo histórico y documental''.

La entidad lo ha cumplido, de manera cabal. La revista San Martín en la primera época, la edición junto con el Museo Histórico Nacional y después por su parte de los Documentos para la Historia del Libertador, y numerosos folletos y publicaciones han poblado las bibliotecas públicas de escuelas y pueblos del interior, dando a conocer la figura de San Martín. Las Asociaciones Culturales en el país cumplen esa meritoria función y en el exterior: Bélgica (Bruselas); Bolivia (La Paz); Brasil (Río de Janeiro); Colombia (Bogotá); Costa Rica (San José y Puerto Limón); Chile (Santiago); Ecuador (Quito y Guayaquil); El Salvador (San Salvador); España (Madrid, Sevilla y Cádiz); Estados Unidos (Washington DC, Nueva York y Los Angeles); Francia (París y Boulogne-sur-Mer); Guatemala (Guatemala); Honduras (Tegucigalpa); Italia (Roma); México (México DF); Nicaragua (Managua); Paraguay (Asunción); Perú (Lima y Cuzco); Panamá (Panamá); Uruguay (Montevideo y Colonia del Sacramento) y Venezuela (Caracas).

A esto se debe agregar la creación del Colegio de Estudios Superiores Sanmartinianos en 1958 convertido en Academia Sanmartiniana en 1960, que con sus 20 volúmenes de los Anales ha dado a conocer valiosos aportes sobre la figura del Libertador, sus colaborades, su iconografía, las piezas museológicas, su relación con las provincias, la numismática y otros tantos temas. Rescatar los nombres de sus miembros fallecidos, además de los ya mencionados, es un homenaje a quienes trabajaron en ella y supieron enriquecerla: Adolfo Espíndola, Carlos A. Courtaux Pellegrini, Humberto F, Burzio, Rosauro Pérez Aubone. Ernesto J. Fitte, Leopoldo R. Ornstein, Ricardo Piccirilli, Belisario J. Otamendi. Juan Angel Fariní, José A. Oría, Oscar H. Elía, César Díaz Cisneros, Marcos de Estrada, Julio César González, José Luis Molinari, Leoncio Gianello, Carlos Heras, Gustavo Martínez Zuviría, Alberto Palcos, Joaquín Pérez, Carlos J. Mosquera, Raúl de Labougle, Leonidas de Vedia, Atilio Cornejo, Enrique M. Barba, Bonifacio del Carril, Alfredo González Filgueira, Exequiel César Ortega, Cayetano Bruno, Juan Draghi Lucero, Antonio J. Pérez Amuchástegui, Laurio H. Destéfani, Horacio J. Cuccoresse, Marco Aurelio Risolía, Luis Santiago Sanz, Ricardo Zorraquín Becú, Julio César Gancedo, Jorge M Ramallo, Aníbal Luzuriaga, Mario S. Dreyer, Mario Phordoy, Osiris Villegas, Federico Ibarguren, Emilio A. Bidondo, Héctor J. Piccinalli, Patricia Pasquali, Luis González Balcarce, Enrique Mario Mayocchi y Carlos Guzmán.­

Al celebrar este aniversario, en un día tan trascendente como fue el que selló la libertad de Chile, el Instituto Nacional Sanmartiniano, renueva su compromiso con el futuro enorgulleciéndose de este pasado que lo honra y al que honra en forma permanente.

PUBLICADO EN DIARIO LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Celebra-su-noventa-aniversario-el-decano-de-los-institutos-nacionales-527625.note.aspx

30/3/2023.

José Pacífico Otero (1874-1937), fundador y primer presidente del Instituto Nacional Sanmartiniano.

Roberto Elissalde. 

Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.

¿Se acuerda del Austral? ₳ El austral se convirtió en moneda de curso legal de la República Argentina el 15 de junio de 1985.

 


El austral se convirtió en moneda de curso legal de la República Argentina el 15 de junio de 1985, cuando el entonces presidente Raúl Alfonsín firmó el decreto 1.096, anunciando un nuevo plan económico (llamado Plan Austral) del entonces ministro de Economía Juan Vital Sourrouille para contener una inflación que venía siendo creciente. Su símbolo era una A con el detalle de que la línea horizontal era doble (₳).

El plan incluyó la creación de una nueva moneda, equivalente a 1.000 pesos argentinos, a 10 millones de pesos ley, a 1.000 millones de pesos moneda nacional y a 25.000 millones de pesos moneda corriente. En un principio el plan pareció exitoso para contener la alzada inflacionaria, pero hacia 1986 comenzó a devaluarse con respecto al dólar y nunca más logró recuperarse. El austral se llegó a depreciar un 5.000% anual con respecto al dólar en 1989. Frente a la llegada de la convertibilidad alcanzó a cotizar a 7.000 unidades por dólar. El ministro de economía Domingo Cavallo generó entonces una devaluación (corrida) que llevó la cotización a ₳10.000 por USD. Es a este valor que en 1992 el austral fue reemplazado por una nueva unidad monetaria, el Peso convertible, quitando cuatro ceros.
Originalmente se emitieron monedas por ½, 1, 5, 10, y 50 centavos y billetes por 1, 5, 10 y 50 australes. Pero a medida que la inflación fue avanzado, se empezaron a emitir valores muchos más grandes. Se llegaron a emitir monedas de 1.000 australes y billetes de 500.000 australes. Una curiosidad es que en los años 1989 y 1990, debido a la hiperinflación, debieron emitirse billetes provisionales de emergencia de 10.000, 50.000 y 500.000, que consistían en utilizar el diseño de Pesos Ley 18.188 resellados a australes.
Los billetes de las distintas denominaciones de australes llevaron la imagen de doce presidentes argentinos, en el mismo orden en que ejercieron ese cargo; desde Bernardino Rivadavia llegando hasta Manuel Quintana. En el reverso se adoptó la imagen del Progreso, que había sido utilizada en los billetes de pesos moneda nacional.
Publicado en SOMOS ARGENTINA.

martes, junio 17, 2025

LOS GRANADEROS DE MALVINAS.


LOS GRANADEROS DE MALVINAS.

Nota cortesía Granaderos Bicentenario.
Para éstas horas hace 43 años, diez soldados argentinos eran capturados por los ingleses, y tomados prisioneros.
Muchos más lo fueron, ya que el 14 de junio de 1982, se decretaba el cese del fuego en las Islas Malvinas.
Pero queremos referirnos especialmente a esos diez.
Porque esos soldados tenían una distinción especial. Eran Granaderos a Caballo.
Poca gente sabe que hubo ocho Granaderos de Tropa y dos suboficiales combatiendo en Malvinas.
Y como no podía ser de otra manera, lo hicieron con Honor y Entrega, respetando las más sagradas tradiciones del Regimiento creado por el Gran Capitán.
Eran ametralladoristas, apuntadores y abastecedores de MAG. Estuvieron en lo peor del conflicto, combatiendo en Monte Longdon y Monte Harriet.
Tanto daño causaron esas armas Sanmartinianas, que los gringos les tiraron con todo. Dos de ellos fueron heridos en combate.
Pero gracias a Nuestra Señora del Carmen de Cuyo, Patrona y Generala del Ejército de los Andes, que los cubrió con su manto, todos regresaron con vida.Verdaderos Héroes Malvineros.
Domingo Ángel Novaro
Carlos Argentino Acuña
Miguel Angel Plaza
Daniel Flores
Aldo Gabriel Apecechea
Jorge Eduardo Vega Luján
Miguel Ángel Piaggio.
Ernesto Raúl Ponce.
Estos son los nombres de los Granaderos Conscriptos que combatieron al inglés con bravura en 1982.
Con ellos, estuvieron los Cabos 1ros. Campoy y Rivero.
A todos ellos, nuestro reconocimiento y gratitud.
Nota: la foto que acompaña éstas líneas son de los Granaderos Novaro (izq), y Piaggio (de Rojo). Es de 2009, cuando tuvieron oportunidad de volver a Malvinas. Posan junto al pie de su ametralladora, que no rindieron al invasor. Cuando el final era inevitable, despiezaron la ametralladora y arrojaron sus partes a los cuatro vientos, para que no fuera capturada por el inglés.


Nota cortesía Granaderos Bicentenario.
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