Cuentos argentinos
COMO LA MONA
(Expresión Argentina que significa "Mal hecho")
de Carlos Basabe
FOLLETO DE PROMOCIÓN DE VILLA REGINA. |
Stefanie: ¿Cómo surgió la canción de Alfredo Zitarrosa?
Stefanie, yo ayer estaba solo
y hoy también.
Carlos Bouzas, dirigente sindical y político uruguayo rememora como surgió esta canción de Stefanie en un reportaje de
Exilio. Buenos Aires. Stefanie
"En febrero de 1976, ante el recrudecimiento de la represión dictatorial, debí cruzar hasta
La familia de Alfredo me solicitó que entablara rápidamente relación con el 'Flaco', pues su estado de ánimo no era el mejor. Lo encontré encerrado en una diminuta pieza de hotel, a oscuras, con un aroma a tabaco que desmayaba. Charlamos largo rato, apronté un mate y acordamos intentar trabajar juntos. Su relación con el representante artístico no andaba nada bien.
Por intermedio de contactos políticos se trabó relación con gente del teatro IFT, que pertenecía a la colectividad judía progresista, muy cercana al Partido Comunista Argentino. En la sala 'Pablo Neruda' realizó entre abril y junio 9 recitales a lleno total, a pesar de que la situación política argentina era cada día más jodida. Económicamente le significó un salto adelante a Alfredo, pero lo más importante fue el reencuentro de cientos de uruguayos que desafiando riesgos ansiaban estar con sus hermanos. Fue gratificante ser parte de aquella aventura. El nucleador fue Zitarrosa.
Económica y anímicamente se repuso. Un familiar le cedió un apartamento en la calle Thames, donde el 'Flaco' recibió a su hermana, a su cuñado y a su madre. Y andaban siempre en la vuelta el Quique Estrázulas y Juceca.
Un día le planteo que mi situación documental era muy embromada. Se venció la visa de turista y no tenía forma de renovarla.
Me tranquilizó, diciéndome que había llegado Jorge Antonio a Buenos Aires ("el financista de Perón, el dueño de todo"), y él se encargaría de los trámites necesarios. Dos noches después me trasladó la invitación a cenar en la casa del hijo de Jorge Antonio. Allá fuimos, pleno Barrio Norte, una zona exclusiva. Durante el trayecto, Alfredo me fue poniendo al tanto de su amistad con Jorge Antonio: "Le gusta lo que hago, tiene todos mis discos, ha ido a algún espectáculo mío y siempre llama cuando anda por estas latitudes". Nos presentó en medio de un living que parecía una cancha de fútbol. Jorge Antonio era petizo, fornido y de tez cetrina. "Ya estoy al tanto de su problema, Alfredo me lo contó. Aquí le dejo mi tarjeta, con la dirección de mi despacho. Lo espero dentro de dos días y le prometo que su situación, desde ya, está solucionada". Cuando 48 horas después subí al subte para ir a la cita, pletórico de entusiasmo, el pasajero sentado frente a mí desplegó un diario ("Clarín"), cuyo titular principal en tamaño catástrofe anunciaba: "
Poco tiempo después, se presentó la oportunidad de un contrato para Alfredo y tres guitarristas para actuar en San Pablo. Alfredo insistió en que peleara un pasaje más, para mí, como su representante, y de esa forma salir de Argentina, regresar y tener nuevamente la visa de turista. No fue posible. Sólo 4 pasajes, estadía en buen hotel, y sobre todo, pago por adelantado al llegar a Brasil. Era muy buen dinero, por 4 actuaciones. Y la comisión me permitiría mejorar en algo mi triste economía.
El 'Flaco' regresó contento. Ese lunes conversamos largo y tendido en su departamento. Resumía la situación brasilera, en contraste con la uruguaya y argentina, como mucho más abierta y menos represiva. Se pueden hacer cosas, artísticas y algunas políticas.
Ya terminando la conversación, me interesé por el dinero, por mi comisión.
"Ah, Carlitos, no traje un peso, y tampoco un dólar".
"Pero, 'Flaco', ¿no te pagaron por adelantado?", le pregunté.
"Sí, sí", contestó medio titubeante. Dejó el mate, se sirvió un whisky y arrancó: "El sábado, antes de la segunda actuación de aquella noche, me sentí muy pero muy bajoneado. En el bar del hotel pedí una copa, luego otra, y súbitamente surge frente a mí una mujer de excepcional belleza. La convido a un trago, conversamos, subimos a mi habitación. Y me enamoré perdidamente. Le propuse viajar a Buenos Aires. Convivir. Casarnos. Me golpeaban la puerta de la habitación para hacer mi segunda entrada. Ya nada me importaba. Había descubierto nuevamente el amor. Y me demolió, Carlitos, me demolió. Me dijo que no iría a ningún lado, que lo hacía por dinero.
Me incorporé. Apreté los billetes, los tuyos y los míos, se los arrojé por la cabeza, hasta con odio. Ella los juntó, uno a uno, saludó con su maravillosa testa, y en silencio salió de la habitación. Pero Carlitos, tené paciencia, ya reaparecerán tus dólares. Tengo en la cabeza una canción que va a andar muy bien, estoy seguro, y se llamará 'Stefanie'".
Stefanie
Letra y música: Alfredo Zitarrosa
Stefanie, no hay dolor mas atroz que ser feliz,
decías anoche ouve-me, por favor, bésame aquí.
Stefanie, sé que tu corazón fala de mim
y eso es dolor, Stefanie.
Stefanie, yo ayer estaba solo y hoy también
pero en mi cama ha quedado el perfume de tu piel.
Te veo salir, correr por el pasillo del hotel,
la vida es cruel, Stefanie.
Stefanie, hay una sombra oscura tras de ti;
de tu ternura, recuerdo la mirada azul turquí,
los pies calientes, tus palabras de amor en portugués,
pero no a ti, Stefanie.
Stefanie, hazme saber si va a sobrevivir
entre la gente, el color de tu pelo, Stefanie.
Debes vivir la soledad que sales a vender
sé más mujer, Stefanie.
Stefanie, yo tampoco te quiero, mas tu amor
por el dinero ha olvidado al obrero y al señor;
esta canción que pregunta por ti, que no ha dormido,
es puro olvido, Stefanie.
Stefanie, no hay dolor mas atroz que ser feliz.
Stefanie (Alfredo Zitarrosa) del sitio: “Con vocación de espina”.
Un hombre olvidado en el margen del hotel decide acuchillar el tedio de la soledad con amores pactados en la oscuridad de la callejuela vecina. La mujer que encuentra en la pesquisa es rubia y delgada como el humo que elude el cigarro que agoniza entre sus dedos. A sus preguntas le responde con un tenue movimiento de la cabeza. Al final del regateo ella acepta con un apretón de manos…
No hay dolor más atroz que ser feliz, le dice ella con tufo de dos días de alcohol ajado. Él la mira con tristeza; ha perdido las ganas de estrangular el tiempo con migajas de sexo rancio; se arrepiente de haberla buscado en los callejones de oscuros.
Sus torpes movimientos quieren acompañar la música que se filtra por las rendijas de la puerta descascarada al tiempo que entona canciones olvidadas en la brisa de su juventud. Él la ve cantar y bailar con el corazón encogido. Se le acerca, finalmente, y le besa en la boca con movimientos cultivados en interminables faenas eróticas. Él, a pesar de saber que sus besos son falsos, se hunde en la fronda compacta de la ternura…
Días después, ante la irreducible firmeza del recuerdo, decide componer esta canción.
CICLO DE CONFERENCIAS. |