GRACIAS POR ESTAR AQUÍ...

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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

“
"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

jueves, octubre 09, 2025

SUSTINE ET ABSTINE. Policía de Río Negro.

 


SUSTINE ET ABSTINE. Policía de Río Negro.

SOPORTA Y ABSTENTE.

Es una máxima de los filósofos estoicos: "Soporta las adversidades con paciencia fortaleza, y abstenerse de los placeres y deseos externos que puedan perturbar la paz interior y desviar el camino de la virtud".
Pocos saben que esa frase se halla en el emblema de la Policía de Río Negro.
Mi primo, el comisario inspector RE Juan Manuel Castañeda fue el creador del mismo.
Jorge Castañeda.

miércoles, octubre 08, 2025

El capitalismo no es una realidad substancial. Por Germán Masserdotti.


El capitalismo no es una realidad substancial. 

Por Germán Masserdotti. 

 A propósito de una reflexión sobre un hecho reciente de la vida económica argentina, un reciente editorial de un medio periodístico afirma: “(...). Es inaceptable que pueda prosperar la idea de que haya dos capitalismos: un capitalismo sanamente liberal, por un lado, y un capitalismo depredador, por el otro. Hay un solo capitalismo, regido por las leyes del mercado, y enmarcado en el contexto jurídico que asegure no solo su existencia, sino también la confianza pública en sus previsiones y desenvolvimiento...”.

Ensayemos una respuesta a la afirmación citada sin perder de vista que las concepciones teóricas acostumbran tener consecuencias prácticas.

ALGO INTERPERSONAL.
El capitalismo como sistema económico no es una realidad substancial como sí lo son una piedra, un pino, un hombre o un ángel. El capitalismo –como otras realidades sociales– es algo interpersonal (entre personas que actúan como agentes económicos). Es decir, el capitalismo se resuelve en relaciones (desde una mirada metafísica es una realidad accidental en la línea de la acción). El mercado (o los mercados), si cabe, es un excelente ejemplo de esta condición relacional interpersonal propia del capitalismo.
Nadie se encuentra al capitalismo por la calle, y le dice: “¡Hola, capitalismo!” o “¡Jubilate, capitalismo”. En todo caso, en el mercado nos encontramos seres humanos de carne y hueso que participamos como oferentes o demandantes o ambas cosas a la vez y con concretas intenciones que ofician como esos fines que buscamos.
Es necesario recordar que nuestra participación en el mercado no responde, obligadamente, a un motivo principal o exclusivamente económico. Pensar de otra manera implicaría incurrir en el economicismo cuyo presupuesto es el materialismo no obstante la prédica que se haga sobre la libertad. Mejor no preguntar, por otra parte, en qué consiste la libertad para esta ideología.

CONSTATACION HISTORICA
Teniendo en cuenta lo dicho se ve por qué no existe un solo capitalismo. Fuera de argumentos teóricos, hay una constatación histórica: el capitalismo moderno es -o fue- de inspiración liberal con los consiguientes problemas sociales que produjo en razón de la búsqueda exclusiva o predominante (en su versión atemperada) del lucro. Debido a las injusticias que se siguieron del capitalismo de inspiración liberal surgió –con antecedentes en el pensamiento católico anterior– la propuesta de un capitalismo con justicia social por parte de la Doctrina Social de la Iglesia.
Evidentemente, antes del capitalismo moderno, no podía existir la “cuestión social” provocada por el mismo. Entre la Rerum novarum (1891) y la actualidad se forjó una sólida enseñanza de la Iglesia sobre este capitalismo con justicia social conforme a la ley moral natural y al Evangelio.
Una observación: no existe un capitalismo “sanamente liberal”. Para que el capitalismo sea sano debe edificarse sobre la ley moral natural y el Evangelio. Precisamente, el liberalismo como ideología moderna con múltiples caras (incluida la económica) se aparta tanto de una como de otro.
Por último, una recomendación bibliográfica para quienes sostienen que existe un solo capitalismo: “Las siete culturas del capitalismo. Cómo crean su riqueza las mayores potencias económicas del mundo” (Javier Vergara, Buenos Aires, 1995), de Charles Hampden-Turner y Alfons Trompenaars.
Publicado en LA PRENSA.

8 de octubre de 1860: el Presidente Santigo Derqui decretó para todos estos actos se use la denominación República Argentina.

 

El 8 de octubre de 1860 en la ciudad de Paraná, el presidente Derqui decretó que "siendo conveniente a este respecto establecer la uniformidad en los actos administrativos, el Gobierno ha venido a acordar que para todos estos actos se use la denominación República Argentina".

El significado del nombre en sí proviene del latín, derivado de la palabra “argentum” que significa plata, ya que desde siglos atrás tanto al nombrar el Río de la Plata como referirse al territorio, se lo hacía destacando la presencia de la plata, y así ya se nombraba en el siglo XVI como Provincia Argentina a estos lugares

Desde 1860 el General Bartolomé Mitre utilizó el nombre de Presidente de la República Argentina, quedando fijado desde entonces definitivamente el nombre con el que se reconocería mundialmente a este estado soberano.

Dice Wikipedia: “Santiago Rafael Luis Manuel José María Derqui Rodríguez (Córdoba, 21 de junio de 1809 – Corrientes, Argentina, 5 de septiembre de 1867) fue un político argentino que actuó como presidente de la Nación Argentina. Fue el primero en gobernar la Confederación y Buenos Aires ya unificados,1​ por lo que se considera que fue el primer Presidente de la Nación Argentina.

Su breve gobierno —unos dieciocho meses entre 1860 y 1861— terminó con su renuncia al cargo tras la derrota de la Confederación Argentina en la batalla de Pavón”.

Denominación: República Argentina.

Ante la necesidad de unificar la denominación, el 8 de octubre de 1860 el presidente Santiago Derqui fijó el nombre definitivo: “El gobierno ha venido en acordar que para todos estos actos se use la denominación de República Argentina” - Firmado: Santiago Derqui.

Un nombre para nuestra Argentina.

Al promulgarse la Constitución Nacional sancionada en 1853, se incluyó la denominación República Argentina entre los nombres oficiales destinados a la designación del gobierno y del territorio de la Nación:

Artículo 35. "Las denominaciones adoptadas sucesivamente desde 1810 hasta el presente, a saber: Provincias Unidas del Río de la Plata; República Argentina; Confederación Argentina, serán en adelante nombres oficiales indistintamente para la designación del gobierno y territorio de las provincias, empleándose las palabras "Nación Argentina" en la formación y sanción de las leyes."

... ... ...

Ante la necesidad de unificar la denominación para los actos administrativos, el 8 de octubre de 1860 el presidente Santiago Derqui fijó el nombre definitivo: "El gobierno ha venido en acordar que para todos estos actos se use la denominación de República Argentina." Firmado: Santiago Derqui.

lunes, octubre 06, 2025

Los mitos del fascismo y del antisemitismo. Por Ignacio M. Cloppet

Los mitos del fascismo y del antisemitismo.

Alberto Ezcurra Uriburu y el Movimiento Nacionalista Tacuara.

Por Ignacio M. Cloppet *
Alberto Ezcurra Uriburu, fundador y jefe del Movimiento Nacionalista Tacuara (1957-1964) y quien se ordenara sacerdote en 1971, partió demasiado pronto -como consecuencia de una dura enfermedad- estando en San Rafael, Mendoza, el 26 de mayo de 1993.
Está entrando a imprenta una reimpresión de mi libro, hecho que expresa sin lugar a dudas, el interés que continúa despertando la figura y la obra de este prohombre. De ese tiempo a esta parte, se publicaron diversas antologías de sus escritos y merecidos homenajes en su memoria. En este marco, dos propósitos guiaron la realización de mi libro. El primero, completar la labor de difusión de su obra dando a conocer un copioso conjunto de escritos inéditos de su etapa juvenil. Expresivos de su cosmovisión del nacionalismo como afirmación y defensa de los valores materiales y espirituales del país amenazados y expoliados por intereses e ideologías foráneas.

CUERPO DOCTRINARIO
Se trata de un cuerpo doctrinario sumamente relevante, que a la luz del análisis de los males ocasionados por el liberalismo –en su versión capitalista británica/norteamericana y/o comunista soviética–, fue desplegando soluciones concretas para la emancipación nacional, hermanadas en términos históricos con las banderas clásicas que supo sintetizar en la política concreta el Justicialismo –independencia económica, recuperación de la conciencia histórica, soberanía política y justicia social–, como fruto del valiosísimo aporte que hicieran las diferentes vertientes nacionalistas al acervo común que fue estructurando el ideario dinámico del nacionalismo argentino.
El segundo propósito, tuvo como objeto intervenir en el debate historiográfico ligado a la significación de la figura de Ezcurra Uriburu en particular y de Tacuara en general. Múltiples ensayos y tesis doctorales se han escrito al respecto con un vicio de origen: el descrédito liso y llano del nacionalismo, al que se caracteriza en bloque a través de motes descalificatorios que desatienden el examen objetivo de un movimiento rico en variantes, diverso en sus opciones prácticas e intelectualmente brillante en sus mejores plumas. Con este punto de partida, difícilmente pueda llegarse a conclusiones efectivas porque más que análisis interpretativos derivados de un examen serio de documentos y de hechos efectivos de la realidad histórica, resultan ser un puro despliegue de juicios de valor de sus autores.
Me refiero a dos lugares comunes esgrimidos a diestra y siniestra: el pretendido “fascismo” y el quimérico “antisemitismo” de Ezcurra Uriburu y de Tacuara. Está claro que la caracterización particular que se les imputa responde a la burda generalización que recae sobre el nacionalismo en sentido amplio. Allí está el corazón del problema: en las interpretaciones cultivadas desde perspectivas ideológicas adversas. Tanto es así que la casi totalidad de estudios sobre el fenómeno, lo someten a diversas taxonomías que condicionan de entrada la relación con el objeto de estudio. ¿Puede examinarse objetivamente el nacionalismo a través de categorías tales como “de derecha”, “oligárquico”, “fascista”, etc.? Difícilmente. Se trata de determinantes a priori cargados de sentido negativo que más que aclarar, oscurecen de largada. Y que además no responden a la realidad.
“EL MEJOR DE SU GENERACION”
Pongamos blanco sobre negro. Ezcurra Uriburu fue un hombre de acción y un pensador católico de fuste. El mejor de su generación. Como jefe de Tacuara, sintetizó valores trascendentes: un profundo humanismo, su ínsito patriotismo, nobleza y valentía, generosidad y ausencia de sectarismo.
Congregaba a la unidad de las distintas tendencias existentes, promovía acuerdos y evitaba rupturas infecundas que tanto costaron al movimiento nacional a lo largo de su historia. Virtudes que mantuvo durante toda su vida y que caracterizaron también al sacerdote, cuyas reflexiones encarnaron una honda preocupación teológica y la defensa de la verdad de la patria de los argentinos, cuyos dramas comprendió como pocos hombres de su tiempo.

MOVIMIENTO NACIONALISTA TACUARA
Por su parte, el Movimiento Nacionalista Tacuara nació en 1957, en el emblemático bar “La Perla del Once”, auspiciado por Ezcurra Uriburu, y otros camaradas. Se trató de una expresión de nacionalismo juvenil, heredera de la Unión Nacionalista de Estudiantes Secundarios y de la vieja Alianza Libertadora Nacionalista.
A su identidad católica –forjada al calor de la obra de los sacerdotes Leonardo Castellani y Julio Meinvielle, entre los principales–, le anexó la impronta de pensadores de fuste como fueron Raúl Scalabrini Ortiz, Manuel Gálvez, Julio y Rodolfo Irazusta, Atilio García Mellid y Jacques de Mahieu, entre otros, y el aporte doctrinario de José Antonio Primo de Rivera. Brotó como una firme reacción de autodefensa de la argentinidad, víctima desde la derrota en Caseros, de la agresión del liberalismo, ahondada tras el golpe de Estado de 1955.

DERRIBANDO MITOS: TACUARA FASCISTA
Si bien en su tiempo histórico, la crítica al régimen soviético fue compartida por parte mayoritaria del arco político nacional –a excepción por supuesto del comunismo argentino, satélite de aquel–, para diversos sectores del liberalismo, la no admisión del modelo soviético equivalió –y aunque parezca mentira: equivale hoy en día– al “fascismo”.
Del mismo modo, se circunscribió sin la menor rigurosidad histórica, el antiliberalismo al elitismo y al desprecio por las masas, o se discurrió en el afán simplista de acusar de “fascistas” a todas las organizaciones que durante las décadas del treinta al setenta combatieron al régimen de entrega al extranjero, o bien, sostuvieron el neutralismo en el marco de las guerras mundiales.

TACUARA ANTISEMITA
Si bien constituye a esta altura del partido todo un anacronismo y una falacia, aún hoy hay que aclarar que Alberto Ezcurra no fue antisemita ni otorgó al aparente “problema judío” –ni en la época de Tacuara ni en la etapa sacerdotal– el lugar que se le enrostra.
Al respecto, en una entrevista del año 1962, explicó: “No somos nazis. Hay diferencias entre nosotros y los nazis. Podemos tener enemigos comunes pero nuestro concepto de las necesidades de la nación difiere profundamente del concepto nazi. Por ejemplo, nosotros no creemos en la superioridad racial, porque en la Argentina no existe la unidad racial. Tenemos gente de todas las razas y colores. (…) No somos antisemitas. Nada tenemos contra los judíos en la Argentina. Las acusaciones que nos hacen de antisemitas son falsas”.
Tanto es así que el prestigioso historiador del judaísmo, Leonardo Senkman, reconoció en un reportaje realizado por Raanan Rein en el año 2020, el error que significó vincular a Tacuara con el antisemitismo. Señaló al respecto: “Considerábamos que Tacuara era un movimiento que representaba una reencarnación de grupos nazis de los años treinta y cuarenta en Europa. Craso error cultural de nuestra parte, por el cual cometimos muchos yerros en nuestro actuar. No entendimos su profundo carácter cristiano y no conocíamos o no habíamos leído sobre la Falange en España. La idea era que todos eran nazis. Los emisarios que venían de Israel hablaban de esto todo el tiempo. El error o el sesgo cultural en el caso de ellos era más claro, al estar desconectados del contexto argentino. Pero influyó en la percepción de los jóvenes argentinos-judíos. (...) Teníamos una cultura antifascista, que no supo distinguir matices entre Hitler y el padre Meinvielle. Teníamos una idea imaginada del enemigo y de la amenaza que nos planteaba. (…) El mensaje que ellos transmitían es que no hay solución para los judíos en Argentina y cada tanto sacaban a flote ideas sobre la necesidad de una evacuación, en el espíritu de Abba Kovner, y que había que combatir por nuestra propia cuenta y emigrar a Israel”.
La tesis del “antisemitismo” de Tacuara se montó sobre el denominado “Caso Sirota”. En ajustada síntesis: el 21 de junio de 1962, fue denunciado el presunto secuestro de una joven estudiante de Medicina, Graciela Narcisa Sirota, militante de la Federación Juvenil Comunista y de la FUBA, en circunstancias poco claras. La DAIA en su denuncia expresó que se había tratado de “un ataque brutal antisemita”. La declaración se reprodujo hasta el día de hoy como un lugar común en los estudios sobre Tacuara. Resulta curioso que ningún investigador examinó el suceso, ni revisó documentos, ni se preguntó sobre la autenticidad de lo sucedido. Ni refirió a un documento de enorme relevancia que fuera publicado poco después de la denuncia de la DAIA, en el mes de octubre. Se trata de “El caso Sirota y el problema judío en la Argentina”, donde Tacuara a través de su Secretaría de Prensa y Propaganda, en voluminosas treinta y dos páginas no sólo probó la falsedad de lo denunciado, sino que explicitó con suma claridad su posición sobre la cuestión judía y el ilusorio antisemitismo que se le enrostraba.
El pensamiento de Ezcurra Uriburu goza de una tremenda actualidad que se ha intentado opacar con este tipo de imputaciones. Su crítica al liberalismo, su defensa de la Tradición y de los valores cristianos, su postulación de la necesaria restauración de un principio de autoridad y de un orden moral justo como elementos unificadores de la vida comunitaria, dan respuesta a los grandes males de nuestro tiempo. En una Argentina intelectualmente desarmada y materialmente ocupada, la historia no es puro cuento.

* Historiador. Autor del libro “Tacuara y el nacionalismo. Escritos inéditos de Alberto Ezcurra Uriburu” (Katejon, reimpresión, 2025).
Publicado en LA PRENSA.
https://www.laprensa.com.ar/Los-mitos-del-fascismo-y-del-antisemitismo-564836.note.aspx

domingo, octubre 05, 2025

Conferencia en el Tren. Por José Narosky.


Conferencia en el Tren 

por José Narosky.

Un filósofo hindú escribió esta frase: “Que Dios me dé un poco de locura, que me libre de la mediocridad”. Hace un par de años leí en el diario “Clarín”, una nota de un periodista. Titulaba a la misma: “Conferencia en el Tren de las 17,13 minutos”.
Y aludía a un Sr. Miguel Ambertin, que en el último vagón del tren que de Plaza Once se dirigía a Castelar, ofrecía una mercadería inusual.
Confesaba ser un ex lustrabotas. Pero estaba muy bien vestido y su lenguaje revelaba una cultura superior.
Claro, era universitario Licenciado en Letras de la Universidad de Buenos Aires. No vendía peines, portadocumentos, ni biblias. Sus primeras palabras: “¡Sres. y Sras!”, que coincidían con el comienzo del viaje, despertaban sin duda expresiones de fastidio en algún pasajero.
Ambertín comenzaba diciendo: “Tengo aquí esta lapicera, pero no les voy a vender lapiceras, llevo también una agenda pero tampoco vendo agendas. En realidad, aprovecho este viaje al salir de otro trabajo que tengo, para dirigirme a este, a mi trabajo número dos, que consistirá en ofrecerles a todos Uds. una charla sobre los menores carenciados…”.
-“¡Un loco!”. Pensó alguien. Una bellísima locura agregaría.
Y siguió diciendo el orador: “Yo podría disertar en un salón climatizado para Sras. bien” –explicaba luego Miguel Angel Ambertini- 39 años, docente, tres hijos, tucumano. Y agregaba: “Pero querría ser escuchado por Uds. que, aquí mismo, en los trenes, observan diariamente a docenas de pibes mendigando, durmiendo o a punto de delinquir.”
Antes de la primera parada –estación Caballito- ya había explicado a sus sorprendidos oyentes, el origen de las energías que lo movilizaban.
-“Sres. pasajeros, no hablo en nombre de ninguna iglesia ni institución alguna. Hablo por cuenta propia para que Uds. conozcan algo sobre los menores marginados, la desintegración del núcleo familiar, la deserción escolar, la desnutrición infantil, las internaciones en malsanos institutos. Me considero un profundo conocedor de la niñez carenciada, por haber sido yo mismo alguien que debió luchar desde mis 8 años por la supervivencia, por haber quedado en la calle sin asistencia, por haber pasado años internado en institutos de menores, recibiendo golpes y sufriendo la incomprensión de muchos. Por eso lucho, golpeo puertas de despachos oficiales frecuentemente sin ser escuchado. Y lo hago porque sé que salvar un solo chico abandonado de los muchos que vemos diariamente justifica todos mis esfuerzos”.
Y tenía razón.
“Un solo brote de justicia, justifica arar un desierto.”
Este hombre sensible no ignoraba que los niños son una especie de exploradores... Pero desarmados.
Al llegar el tren a Flores, Ambertin ya estaba relatando su infancia tucumana, pero solamente hasta los 8 o 9 años. Luego la separación de sus padres, su viaje a Buenos Aires a buscar pan y techo. Posteriormente el reemplazo de la escuela por la calle. Después, 10 años en reformatorios.
Y agregaba: “Es lógico que un niño de corta edad y sucio nos conmueva. Por eso le damos limosna o le compramos algo innecesario. Al cabo de cada día, el chico mendigo –explotado por organizaciones o muchas veces por sus propios padres- lleva a su casa mucho más que un salario común. Luego, mayor, cuando ya no inspira lástima y recibe menos limosna, el pibe o la piba suelen delinquir. Porque cuando el chico gana dinero sin lucha, ya adulto, no sabrá luchar para ganarlo. Y llega la primera internación en el correccional. Y entonces conoce la violencia, los golpes, la prepotencia... Y a veces las violaciones, además del hambre”.
Cuando el tren llega a Floresta, ya hay en el pasaje del tren un respetuoso silencio.
Miguel Ambertin es un ejemplo. Supo elegir. Dejó el mal camino –que parece simple y que siempre finaliza en la oscuridad- y optó por el estudio, el trabajo, la honradez.
Termina diciendo: “Luchemos para que los institutos de menores san mejorados. Les pido -terminaba afirmando- que en ningún momento nos olvidemos de esos chicos abandonados que en definitiva son hermanitos nuestros. Muchas gracias…”.
Eran las 17.35. El tren llegaba a Ciudadela. Habían transcurrido 22 minutos. Los pasajeros que recién subían allí no podían entender los interminables aplausos que atronaban el vagón.
Y Miguel Ambertin, que sabe que ayudar a tiempo, depende del corazón no del tiempo, por la nobleza de su gesto y el calor de sus palabras, trae a mi mente este aforismo: “Hay palabras que obran milagros. Y no son milagrosas…”.

Publicado en LA PRENSA.

https://www.laprensa.com.ar/Conferencia-en-el-Tren-564835.note.aspx

León XIV lamenta el surgimiento del "odio antisemita" y urge a pacificar Oriente Medio.

 


El Papa León XIV lamenta el resurgir del “odio antisemita” y pide perseverar en las negociaciones de paz en Gaza.

El Papa León XIV expresó su “preocupación por el resurgimiento del odio antisemita en el mundo”, en referencia al atentado terrorista ocurrido en Manchester hace pocos días al tiempo que pidió perseverar en las negociaciones de paz para la Franja de Gaza de estos últimos días.

“Pido a todos los responsables que se comprometan en este camino, que cesen el fuego y eliminen los obstáculos. Exhorto a permanecer unidos en la oración, para que los esfuerzos en curso puedan poner fin a la guerra y conducirnos hacia una paz justa y duradera”, consideró el Pontífice durante el Ángelus de este domingo.

El Santo Padre consideró como “significativos pasos adelante” el plan de paz para la Franja de Gaza presentado este lunes por el presidente de EEUU, Donald Trump, junto al primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, y alentó a los responsables políticos a perseverar en los esfuerzos por el alto el fuego.

Se espera que tanto la delegación de Hamás, como la de Qatar, Estados Unidos y Egipto -Estados mediadores- lleguen a El Cairo este lunes para abordar el diálogo previo a las conversaciones entre los verdaderos involucrados.

Además de referirse a los recientes avances en las negociaciones de paz en Medio Oriente y mostrarse “profundamente dolido por el inmenso sufrimiento del pueblo palestino en Gaza”, el Pontífice también reclamó la liberación de los rehenes israelíes que continúan en manos de la organización terrorista Hamás.

Asimismo, el Santo Padre expresó su cercanía al pueblo de Filipinas, tras el fuerte sismo ocurrido la noche del sábado en la región central del país, especialmente en la provincia de Cebú y las zonas aledañas.

“Expreso mi cercanía al querido pueblo filipino. Rezo especialmente por quienes han sido más duramente afectados por las consecuencias del terremoto. Permanezcamos unidos y solidarios en la confianza en Dios y en la intercesión de su Madre en todo peligro”, dijo el Papa.

León XIV celebró previamente una Misa por el Jubileo dedicado a los Migrantes y Misioneros. Durante el rezo mariano recordó que “la Iglesia es toda misionera y es todo un gran pueblo en camino hacia el Reino de Dios”.

Publicado en ACI PRENSA.

Fábrica Argentina de Alpargatas: los escoceses que revolucionaron el calzado más tradicional argentino y fundaron una empresa icónica.

 

Fábrica Argentina de Alpargatas: los escoceses que revolucionaron el calzado más tradicional argentino y fundaron una empresa icónica.


Los Fraser de Arboath, Escocia, fueron los que iniciaron la historia de la Fábrica Argentina de Alpargatas; de izquierda a derecha: Norman, John, Douglas Jr., Patrick y Robert Fraser, sentadas: Mary Ann Brydon Fraser e Isabella en 1880. 
Archivo Familia Fraser.

Los Fraser llegaron a Buenos Aires para montar, en 1884, una fábrica que crecería para convertirse en una de las compañías más emblemáticas de la industria nacional

Amediados del siglo XIX, en un lejano pueblo portuario de Escocia llamado Arbroath, un hombre de apellido Douglas Fraser y sus hijos dirigían una pujante fábrica de lona. A su vez, en el Río de la Plata, los inmigrantes vascos introducían un calzado cómodo y novedoso que pronto se volvería extremadamente popular en la Argentina: la alpargata.

Estos dos hechos, en apariencia inconexos, confluirían en la década de 1880 en Buenos Aires para dar origen, gracias a la inventiva de aquellos escoceses, a una empresa que sería icónica para la historia de la industria nacional: la Fábrica Argentina de Alpargatas.

La compañía, radicada en principio en Barracas, creció desde su origen y se posicionó como la más importante en su rubro en el siglo XX, introduciendo en el mercado, además de las alpargatas Rueda, marcas inolvidables como Pampero, Flecha, Hawaianas o Far West, entre otras. La empresa también quedó en el imaginario popular a través de sus almanaques con las ilustraciones de Florencio Molina Campos. Y hasta dejó su marca en los planos viales bonaerenses con la rotonda de Alpargatas, en Florencio Varela.


Almanaque de enero de 1931 con la imagen de Florencio Molina Campos, que ilustró los calendarios en dos temporadas de seis años cada una para la Fábrica Argentina de Alpargatas. 
Archivo Alpargatas.

“Mi abuelo se retiró de Alpargatas cuando yo tenía 12 años. Se hablaba en casa de que la fábrica esto, la fábrica lo otro, pero yo era un nene, estaba en otra cosa”, cuenta Robert Fraser a LA NACION. Su apellido está íntimamente ligado a la Fábrica Argentina de Alpargatas desde los inicios. El abuelo al que él hace mención es Don Roberto Fraser, el último miembro de la familia en el directorio de la compañía, quien se retiró definitivamente en 1974.

Robert Fraser, de 62 años, no solo es descendiente de aquellos hombres que imaginaron, crearon y administraron la emblemática compañía durante décadas, sino que también es autor de Los alpargateros Escoceses: la historia de Alpargatas, un libro monumental que le llevó ocho años de trabajo y que recorre los puntos mas salientes de una compañía que fue sustancial para la economía y también para la cultura popular de la Argentina.


Los alpargateros escoceses, la monumental obra de Robert Fraser que es un meticuloso recorrido por la historia de la Fábrica Argentina de Alpargatas. 
Gza. Grupo Abierto Libros.

De los barcos de guerra al calzado

–Robert, ¿cómo es que tus antepasados Fraser, que vivían en Escocia, terminan poniendo una fábrica de alpargatas en Buenos Aires?

–En realidad, nace todo por una necesidad de adaptarse al cambio tecnológico. Ellos tenían allá una empresa, Douglas Fraser & Son, que se dedicaba a fabricar lonas y su cliente principal era la Marina de Guerra Británica, que compraba el material para el velamen de sus navíos. Cuando la navegación pasa de vela a vapor, los Fraser encuentran que su negocio empieza a decaer, hasta que cae completamente. Entonces, necesitan salir a buscar nuevas líneas de negocios.


Norman Fraser, el que ideó la máquina para trenzar el yute que dio origen a la fábrica de Alpargatas en el año 1884. A
rchivo familia Fraser.

Trenzadora de cinco hebras y dos almas, fabricado por Douglas Fraser & Sons, en 1887 para producir industrialmente las alpargatas, un producto que solo se hacía de manera artesanal. Archivo Familia.

–¿Y cómo pasan de las velas de barcos a las alpargatas?

–Es que empiezan a ponerse en contacto con todas las personas que les compraban lona en distintos lugares del mundo. Entre ellos, hay un zapatero de origen vasco en Buenos Aires, Juan Etchegaray, al que le preguntan para qué les compraba la lona. Etchegaray les comenta que la usaba para hacer la capellada de las alpargatas. Los Fraser no tenían idea de qué era una alpargata, la desconocían por completo, y le piden una muestra a su cliente. Cuando llegan las muestras, se quedan perplejos: la suela estaba prensada con fibras de yute, un material que en Escocia se trabaja mucho, pero nunca habían escuchado de ese calzado.

–¿Esas suelas se hacían a mano?

–Claro, el trabajo era artesanal, por eso los Fraser, que eran todos ingenieros, se pusieron a pensar si no había una forma de industrializarlo. Norman, que era el hermano menor, era el más inventivo de todos. Desarrolló entonces la trenzadora de yute, que fue el origen de toda la empresa. Esto fue en 1880 e increíblemente es la misma máquina que funciona todavía hoy en la fábrica Alpargatas Textil de Bella Vista, Corrientes. Obviamente, se hicieron mejoras con el paso de los años, pero el funcionamiento es el mismo.

–¿Continúan en contacto con Etchegaray mientras hacen estas innovaciones?

–Claro. Diseñan la máquina en Escocia, la patentan, logran hacer otra máquina para el cosido lateral, que una la suela con la capellada y logran hacer todo el proceso de fabricación. Le escriben a Etchegaray en Buenos Aires y le dicen: “Acá hay una posibilidad industrial”. Hacen un plan de negocios y se encuentran finalmente con Etchegaray en Escocia. Deciden, con la inversión de ambas partes, armar la primera fábrica que se llamaba originalmente “Etchegaray y Fraser”, que se estableció en Buenos Aires en 1884. La fábrica original se instala en Barracas, en Montes de Oca 165, de la vieja numeración, que hoy sería 1135.

–¿En esa época era mejor producir acá que importar?

–Eso fue una discusión al principio. Pero cuando vieron los costos de importación se dieron cuenta de que iban a ser prohibitivos. Inicialmente, cuando la fábrica recién empezaba, las alpargatas se importaban de allá. Les decían “las alpargatas inglesas”, porque obviamente las sutilezas entre ingleses y escoceses no se conocían seguramente.

–¿Se instalan en Barracas por la proximidad al puerto?

–Y porque allí también vivía la gran mayoría de inmigrantes, en ese entonces, muchos italianos, que recién llegaban al país y que eran la mano de obra que necesitaba la fábrica. Pensemos también lo que era Buenos Aires en ese momento. Barracas era una cosa; el centro, otra; Belgrano, otra... eran barrios que todavía estaban separados, no estaba urbanizada la ciudad.

Nace la Fábrica Argentina de Alpargatas.

–Uno relaciona la alpargata con el hombre de campo, ¿ese era el mercado al que apuntaba la fábrica?

–La verdad es que todos los trabajadores usaban alpargatas, no solo en el ámbito rural. En los puertos, en las demás fábricas. Era, casi te diría, la primera opción que tenía el trabajador, por lo baratas que eran. Para que te des una idea. Para 1910 se vendían 4,5 millones de pares al año, la marca de la fábrica era Rueda. En 1954, 15 millones y en el ‘65, 60 millones de pares. Se podía calzar a todo el país...

–Pero volvamos a los orígenes, ¿cómo se transforma la compañía “Etchegaray y Fraser” en la ”Fábrica Argentina de Alpargatas“?

–El tema es que la sociedad Etchegaray-Fraser no llega a durar un año. El problema principal fue que el socio vasco no integró su parte del capital, toda la inversión vino del lado escocés y la fábrica se estaba quedando sin capital de trabajo. Se necesitaba imperiosamente capital. Fortuitamente, cuando el hermano mayor de los Fraser, Douglas Jr., viaja de Gran Bretaña a Buenos Aires, traba relación con un inglés que era uno de los especialistas del desarrollo del ferrocarril en la Argentina, Reginald Neild. Neild y Douglas Jr. se tomaron confianza, pensá que el viaje duraba unas cuatro semanas, y ahí surgió la idea de hacer una sociedad anónima. El 7 de enero de 1885 se constituyó la Sociedad Anónima Fábrica Argentina de Alpargatas, donde la mayoría de los accionistas eran ingleses, principalmente relacionados con los ferrocarriles. Y el primer gerente de la fábrica fue Robert Fraser.

Mayoría femenina.

Para 1887, tras un comienzo difícil, Alpargatas era una de las tres fábricas más grandes de la ciudad y abastecía una cartera de 260 clientes mayoristas. Empleaba a unos 530 operarios, de los cuales, unas 450 eran mujeres. Fraser explica en su libro el por qué del porcentaje femenino en la factoría: “No solo porque prestaban más atención al detalle, eran más diestras que los varones (...) sino porque las mujeres cobraban salarios más bajos que los varones”.

La banda de mujeres de Alpargatas llegó a tener unas 45 integrantes, aquí tocando en el Colegio Militar de la Nación. Archivo Alpargatas.

“En Escocia también era así –cuenta el entrevistado a LA NACION–, muchas fábricas empleaban mujeres. Acá, en Barracas, lo mismo hacían fábricas como Águila Saint, Canale, Noel... Era todo un polo industrial el barrio en ese momento”.

Como una imagen más del crecimiento empresarial, para 1897 se inaugura la fábrica 2 de la compañía, un colosal edificio ubicado al 1000 de la Avenida Patricios.

–Robert, a fines del siglo XIX y principalmente los primeros años del siglo XX en aquella Buenos Aires había mucha conflictividad obrera: huelgas, manifestaciones, incluso con muertos, como en la Semana Trágica de 1919, también en Barracas. ¿Cómo se manejaba la empresa con su personal en este contexto?

–Ahí es donde surge una de las características más llamativas de Alpargatas, que es el concepto que los Fraser tienen de la persona humana. Porque en Escocia se sufrió mucha persecución de parte de Inglaterra, entonces estaba muy metido en ellos el tema del respeto al prójimo y esto se traducía en cómo se comportaban con los empleados.

“Saludar a cada obrero”.

–¿Cómo era ese comportamiento?

–Desde el comienzo en Alpargatas se preocupaba por el bienestar de los obreros. Al punto que fueron pioneros en ofrecer una serie de beneficios mucho antes de que hubiera una legislación al respecto. Tenían médicos, tenían dentistas, se pagaban aguinaldos desde la década del 30, que llegaba a ser entre tres y cinco veces el sueldo.

–¿Había buen trato de la patronal?

–Sí, siempre se buscó tener contacto directo entre el patrón y el obrero. Muchísima gente que entrevisté recuerda la costumbre de mi abuelo, que él a la vez copió de su padre y de su abuelo, que era recorrer toda la fábrica, saludar a cada obrero, preguntar por su familia, si necesitaba algo. Él iba con una secretaria que tomaba nota si alguien tenía una necesidad para ver la forma de solucionar el tema. No digo que no hubiera conflictos, pero siempre hubo una cuestión de diálogo, cooperación, algo inusitado. Con decirte que al subgerente en la época de mi bisabuelo los trabajadores le decían, cariñosamente, “el socialista”, por su actitud con los trabajadores.

–Leí que también había un campo de deportes para los empleados

–Sí, estaba en Avellaneda. También tenían un equipo de fútbol, igual que en la fábrica de Montevideo, jugaban con equipos de otras fábricas, como los ferrocarriles, y se formaba una especie de liga. También había una orquesta de mujeres, que llegó a tener 45 integrantes, un conjunto folklórico, uno de tango... Para el que trabajaba en Alpargatas era mucho más que un empleo. Involucraba toda su vida y toda su familia. Cuando construyeron otro edificio, en Azara y Lamadrid, en el último piso estaba el comedor y eso se usaba como cinematógrafo. Todos los sábados se abría y venían los trabajador con su familia a ver cine en la empresa. Una cosa de locos.

Guerras y prosperidad.

–Con la fábrica ya establecida y en crecimiento llegó la Primera Guerra Mundial, ¿cómo afectó a la empresa?

–Lo principal fue la imposibilidad de importar yute y lo que fue cobrando importancia más adelante, la goma. La experiencia de la primera guerra hizo que la fábrica empiece a stockearse de materia prima y se incrementó la investigación para buscar fibras alternativas al yute. En principio fue el cáñamo, que se abrió una fábrica 4 en Villa Domínico y después, en los 60, se abre en Córdoba la fábrica de Fibrapalma, que es una fibra sustituta del yute.

–Teniendo en cuenta el origen británico de la empresa, ¿hubo trabajadores que se enlistaron para pelear en la Primera Guerra?

-Sí. Tanto en la Primera como en la Segunda Guerra hubo voluntarios, siempre del lado de los aliados. La empresa entonces no solo les guardó el trabajo, sino que después de las guerras había una política para favorecer a los compatriotas que fueron a la guerra, para volver a insertarlos en la rutina.

–Mencionó la fábrica 4. Por lo que se ve, la empresa no dejaba de crecer.

–Es así. Después de la primera guerra hubo un período de gran prosperidad. Para el año 40 Alpargatas fabricaba toda la gama de calzado, pantuflas, alpargatas, zapatos de cuero, botas; y desde la lona también, se fabricaba desde la más pesada hasta los paños más finos. Entre los 30 y 40 hubo una gran diversificación de productos, lo que la convirtió en la textil y fábrica de calzado líder en la Argentina y también en Uruguay y Brasil.

–Sin dejar de ser una empresa familiar.

–Eso es lo notorio. El carácter familiar siguió hasta fines de los años ‘60. La historia de la familia Fraser está íntimamente ligada a la historia de la fábrica. Y desde la década del ‘20 la empresa argentina toma el timón de los negocios ya sin la interferencia de la familia escocesa.

–En la década del 30, la empresa impacta de lleno en la cultura popular con su logo. ¿Cómo surgió?

–En esa época todas las empresas buscaban tener algún tipo de identidad corporativa. Ahí se desarrollan la mayoría de los logos. Aunque los productos de Alpargatas tenían nombre, –alpargatas Rueda, calzado Víctor, lonas Cardo– había necesidad de identificar que todo eso era producido por una empresa. Así aparece el logotipo histórico, en letras de bloque negra en perspectiva de tres dimensiones en rojo. La idea era transmitir solidez, durabilidad, industria, tamaño e innovación.

–Otro de los hitos que quedaron en la memoria son los calendarios de Alpargatas ilustrados por Florencio Molina Campos. ¿Cuál es su origen.

–Lo de Molina Campos es un hito publicitario que no se da en otros casos, una cooperación de un artista que daba sus primeros pasos y una empresa. Los nombres de los productos siempre estaban relacionados a lo folklórico, a los gauchos, entonces casi como que era natural identificarse con el hombre de campo, el motivo preferido del artista. Empezó todo con unos pedidos a Molina Campos para que hiciera unas láminas publicitarias. Gustaron y salió la idea de hacer un calendario ¡Fue un éxito! Se hicieron dos temporadas de almanaques de seis años cada una.

En marzo de 1930 se firmó el primer contrato entre el artista y la empresa. De acuerdo con Los alpargateros escoceses, dicho acuerdo fue por $6000, un interesante número para un pintor que entonces vendía sus obras por entre $50 y $100. Los almanaques se convirtieron en un fenómeno popular sin desmerecer sus virtudes artísticas. Alguien llamó a la colección de calendarios como “la pinacoteca de los pobres”. En 1935, en el sobre en el que se entregaban, se podía leer: “Este calendario es una obra de arte y por lo tanto será de aquí a algunos años de mucho valor. Cuídelo no doblándolo de ningún modo”.

El enojo de Eva Perón

–¿Cómo fue la relación entre Alpargatas y los dos primeros gobiernos peronistas?

–Fue una época particular. Por un lado, se quiso cooptar el movimiento obrero, pero la actitud de la fábrica se mantuvo a pesar de eso, siempre cumpliendo con lo que pedía la ley. Por otra parte, el Estado buscaba cada vez más meterse con la actividad privada y ahí es donde se preocupa mucho el directorio, porque de esta manera el Gobierno termina siendo el principal accionista dentro de la empresa pudiendo tener el control completo. Hubo amenazas de expropiar la empresa, que nunca se llegaron a materializar, creo que por el buen trato que logró la empresa con los sindicatos.

Entre mediados de 1946 y principios de 1947, el presidente Juan Domingo Perón y su esposa Eva Duarte visitaron la fábrica 6 de Alpargatas, la de la calle Azara, en Barracas. La primera dama quería hablar a los trabajadores y le ofrecieron el salón comedor. Había varios obreros dispuestos a escucharla, pero ella insistió en que hubiera más. Dice el libro de Fraser: “El resultado fue que el salón quedó abarrotado de trabajadores y algunas obreras se desvanecían por los apretones. En medio de esa situación, algunos llegaron a abuchear a la esposa del presidente antes del inicio de su discurso. Cuando tomó la palabra, estaba furiosa”.

Fraser recuerda que, en ocasiones, había colaboración de la empresa con el Gobierno de Perón. “Cuando hubo falta de yute, uno de los directivos de la fábrica viajó a la India y Pakistán para negociar el envío de esa fibra a todo el país, no solo a Alpargatas”. De inmediato, el autor de Los alpargateros escoceses añade: “La empresa siempre que podía daba asistencia. Cuando fue el famoso terremoto de San Juan, en 1944, fue la compañía que más donó para las víctimas. Siempre hubo conciencia social a nivel país, no solo de sus empleados”.

–¿En ese tiempo nace la planta de Florencio Varela?

–Abre en el año ‘50. Originalmente estaba destinada a ser una hilandería y tejeduría de algodón, pero se decidieron a hacer una planta modelo de calzado de goma que fue todo un éxito. Nace la marca Pampero. Era una planta gigantesca para la época.

–Hoy esa zona se conoce como Rotonda de Alpargatas, y por allí convergen varias rutas importantes de la provincia, ¿pero cómo era el lugar en los 50?

–No había nada. Era todo campo. No había tendido eléctrico, la fábrica tuvo que construirse su propia usina para proveerse de energía.

Marcas icónicas

–Mencionó el calzado Pampero: ¿qué otros productos o marcas producía Alpargatas?

–Alpargatas tenía una cartera de marcas apabullante. En las décadas del 60, especialmente, se hace un nuevo impulso en el desarrollo de nuevos productos: Flecha –la marca existía en la década del 20, pero la zapatilla como la conocemos aparece en los ‘60–, los botines Sacachispas, que en su momento eran muy importantes, Far West, que era el único vaquero que se conseguía en la Argentina, Indiana, Sorpasso, Hawaianas...

Las Hawaianas, antes de ser Havaianas, fueron una creación ideada en Brasil pero que se desarrolló en Alpargatas de la Argentina, en especial, para encontrar la composición justa de la goma

Las Hawaianas, antes de ser Havaianas, fueron una creación ideada en Brasil pero que se desarrolló en Alpargatas de la Argentina, en especial, para encontrar la composición justa de la goma

–¿Las Havaianas también son de Alpargatas?

–Claro. Y la mezcla de goma original se desarrolló en la Argentina. Brasil estaba recién levantando su fábrica de calzado de goma y no tenía elementos para probar los distintos tipos de mezcla justa para que no raspe, no se rompa, no se despedace. En la Argentina estuvieron casi un año haciendo pruebas hasta que lograron la composición de la goma. Acá inicialmente no funcionó, pero en Brasil tuvo un éxito tremendo.

–¿O sea que uno de los productos más famosos de Brasil se originó en la Argentina?

–Exactamente. La idea vino de Brasil, pero el desarrollo del producto se hace en la Argentina. Y en los años ‘70 la estrella es Topper, con un gran lanzamiento y los sponsors que tenía, que eran (Guillermo) Vilas, (José Luis) Clerc, (Gabriela) Sabatini, (Carlos Alberto) Reutemann...

–Las marcas que mencionó son muy icónicas para los argentinos.

–Exactamente. Creo que ese es el logro más grande de la época de Don Alberto, mi bisabuelo, buscar que sea una empresa argentina desligándose de la parte escocesa.

–Pero los orígenes siempre están presentes.

–Escocia nunca desaparece del mapa. De allá proveyeron maquinaria para la fábrica de Fibrapalma de Córdoba. Y, como dato de color, algo que tiene que ver es la donación que hacen de una campana desde Escocia, que era la que llamaba a los obreros al trabajo en Douglas Fraser & sons hace cien años. En Argentina la ponen acá en el edificio de avenida Patricios en 1968, en el centenario de la muerte de Douglas Fraser. Hoy la campana está en la fábrica de Topper en Aguilares, provincia de Tucumán.

–¿Cuándo se retira el último Fraser de la Fábrica Argentina de Alpargatas?

–Mi abuelo, Don Roberto Fraser, se retiró de la gerencia de la empresa en 1971. Un cargo que había ocupado durante 25 años. Toma la posta otro histórico de Alpargatas que era Eduardo Oxenford. Y el 21 de mayo de 1974 mi abuelo se retiró del directorio de la compañía.

–¿Qué quedó hoy de aquellos edificios de Barracas?

–En Barracas quedan los edificios solamente. Lo que era fábrica 2, sobre Avenida de los Patricios, se ha reconvertido en el complejo Molinos Ciudad. El de la fábrica 1 está completamente abandonado, lo que es una enorme lástima. Está la fachada, que cuenta con protección patrimonial, pero está abandonado y cada día que pasa está en peor estado. Lo que era fábrica 3 son oficinas del gobierno, y el depósito de Azara es un edificio con oficinas de otras empresas.

–¿Y qué queda hoy de la empresa Alpargatas?

–La fábrica de calzado de Tucumán que hoy está en manos de Topper argentina y también la fábrica de Bella Vista, en Corrientes, es lo que hoy se llama Alpargatas Textil, son capitales nacionales que compraron Fibra Malva, o sea la desmontadora de algodón de alpargatas y le hilandería y tejeduría de algodón y es la principal productora de denim del país hoy. Es que en el año 2000 Alpargatas llega a un punto de quiebre bastante importante, con convocatoria de acreedores, que se da una serie de compras y ventas de distintas empresas hasta esta configuración actual que son estas dos empresas que quedan hoy.

–Ya no es la empresa familiar.

–No, pero lo interesante es que tanto Topper como Alpargatas textil son líderes en sus mercados y que esta última haya vuelto a fabricar las históricas alpargatas Rueda con las máquinas originales es todo un hito en sí mismo.

Por Germán Wille

*** Publicado en LA NACIÓN.

https://www.lanacion.com.ar/lifestyle/fabrica-argentina-de-alpargatas-los-escoceses-que-revolucionaron-el-calzado-mas-tradicional-nid03102025/

3 de octubre de 2025.

sábado, octubre 04, 2025

La muerte de cóndores en la Patagonia.Huasi, el cóndor encontrado muerto por comer un cebo tóxico.

 

Los cóndores en peligro. Foto: Alejandro Carnevale.

El drama detrás de la muerte de cóndores en la Patagonia: el veneno que arrasa con todo.

Huasi, el cóndor encontrado muerto por comer un cebo tóxico, se suma a la lista de 200 ejemplares envenenados en los últimos años. Los especialistas reclaman una ley de agroquímicos con control y trazabilidad.

La muerte de Huasi, un joven cóndor andino liberado en 2022, volvió a mostrar crudamente la amenaza más grave para esta especie en Argentina: el uso indiscriminado de cebos tóxicos en los campos. “Lo seguimos durante tres años gracias a un transmisor satelital. Y un día, de repente, el veneno terminó con toda esta historia de amor en dos minutos”, contó Luis Jacome, presidente de la Fundación Bioandina y Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA), quien no solo teme por las consecuencias en los animales sino que alertó también ponen en riesgo la vida de los seres humanos.
La muerte de Huasi, un joven cóndor andino liberado en 2022, volvió a mostrar crudamente la amenaza más grave para esta especie en Argentina: el uso indiscriminado de cebos tóxicos en los campos. “Lo seguimos durante tres años gracias a un transmisor satelital. Y un día, de repente, el veneno terminó con toda esta historia de amor en dos minutos”, contó Luis Jacome, presidente de la Fundación Bioandina y Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA), quien no solo teme por las consecuencias en los animales sino que alertó también ponen en riesgo la vida de los seres humanos.

Jacome explicó que el veneno, explicó, es silencioso y fulminante: no tiene olor ni sabor. Y su uso está mucho más extendido de lo que se cree. “Ya registramos unos 200 cóndores muertos en los últimos años en Argentina por cebos tóxicos«, contó el activista. Pero esto excede a los cóndores: a través de la Estrategia Nacional contra el Uso de Cebos Tóxicos, Jacome dijo que se encontraron que más de 20.000 animales de al menos 71 especies fueron víctimas de estas sustancias. Incluso seres humanos: «Tenemos 11 muertes fatales confirmadas”, detalló.

El problema se multiplica porque en el país no existen leyes de trazabilidad ni de prescripción. “Miles de toneladas de veneno circulan libremente, sin ningún control. Cualquiera accede. Lo vende alguna persona al productor más aislado», relató Jacome, quien aseguró que esta actividad «es un desmadre».

El especialista insistió en que, además, el veneno ni siquiera funciona para lo que se usa. “Lo ponen para controlar depredadores como pumas o zorros. Pero no mata al que mató la oveja: mata a los carroñeros. Y el puma que aprendió a comer animales domésticos sigue vivo, tiene crías y les enseña lo mismo. Es como tener sed en el desierto y tomar agua salada: no solo no soluciona el problema, lo empeora”, explicó.

La ausencia de cóndores en el ecosistema tiene consecuencias directas. Jacome puntualizó que cuando muere un animal grande en vida silvestre, el foco de infección es enorme. El cóndor cumple un rol insustituible: «abre el cuero con su pico, come hasta cuatro kilos de carne y permite que luego otros carroñeros más pequeños accedan«, detalló. «Hace efectiva la limpieza del ambiente, evitando la proliferación de enfermedades, ratas o perros ferales. Es el gran sanitario de la naturaleza”, describió.

El impacto de los agrotóxicos va más allá de la vida silvestre. Llega a la mesa de los seres humanos. «Cuando murieron los cóndores en Jujuy hicimos análisis toxicológicos y comprobamos que se trataba de Carbofuran, un agrotóxico prohibido», dijo el presidente de la fundación Bioandina. Al mismo tiempo, un informe del Senasa reveló que 42 alimentos básicos contenían 82 agroquímicos. Estamos comiendo lo que mata a los cóndores”, advirtió.

El trabajo de conservación no solo es enorme y requiere dedicación, sino que también es costoso. «Incubamos un huevo durante dos meses, criamos un pichón, les enseñamos a volar, lo seguimos durante años, y que termina envenenado en minutos», relató Jacome. «Huasi tenía seis años, recién entraba en la primaria, y podía vivir 75. Cuando murió, todo ese potencial se perdió”, se lamentó.

A eso se suman los recursos: tras cada muerte deben intervenir con necropsias, traslados, estudios toxicológicos, todo a cargo de las organizaciones. “Mientras tanto, alguien va y tira veneno gratis. Es un golpe tremendo”, resumió.

A pesar de estas pérdidas, el Programa de Conservación del Cóndor Andino sigue adelante. Solo en Río Negro ya liberaron 71 ejemplares y en todo el país más de 250. “Tenemos cóndores rescatados de intoxicaciones que logramos rehabilitar, y parejas reproductivas en cautiverio que nos permiten tener pichones. En 30 años rescatamos más de 500 cóndores. Es un trabajo inmenso, pero cada muerte nos parte al medio”, expresó Jacome.

“El veneno no es la solución. Nos hace más pobres, más enfermos, más infelices. Como sociedad tenemos que decir basta. No queremos caminar por ahí. Hay que encontrar otros caminos, porque este nos está matando a todos”.

Espósito aseguró que la solución no es solo prohibir, sino ofrecer alternativas a los productores que hoy usan el veneno para intentar controlar depredadores. “Ya estamos en contacto con la Secretaría de Ganadería para trabajar en conjunto. La idea es dar herramientas distintas: perros protectores de ganado, otras medidas control, educación y difusión. El veneno no puede ser la respuesta”.

Publicado en Diario Río Negro.

https://www.rionegro.com.ar/sociedad/el-drama-detras-de-la-muerte-de-condores-en-la-patagonia-el-veneno-que-arrasa-con-todo/