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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.
“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

lunes, enero 07, 2019

La Semana Trágica es el nombre con el que se conoce la represión y masacre sufrida por el movimiento obrero argentino, en la que fueron asesinadas cientos de personas en Buenos Aires, en la semana del 7 al 14 de enero de 1919, bajo el gobierno radical de Hipólito Yrigoyen.

Una revolución obrera habitó los barrios de la ciudad de Buenos Aires. Fue hace 100 años, en San Cristóbal, Nueva Pompeya, Boedo, Almagro, Chacarita. Y fue tan cercana que en este momento usted quizás esté pisando alguna baldosa de la insurrección.
Sepa también que si tiene la suerte de trabajar no más de ocho horas por día y con descanso los domingos, es, en buena parte, porque en 1919 hubo 2.500 obreros metalúrgicos que dijeron basta a las jornadas de 11 horas, a los salarios escasos y a los despidos de los que reclamaban condiciones dignas de empleo.
La Semana Trágica fue anterior a la Patagonia Rebelde, a las conquistas sociales del peronismo y al Cordobazo. Fue el origen del sentido de rebelión que se extendió a partir de una sola fábrica, los talleres Vasena, desbordó a las nacientes estructuras sindicales y se extendió hacia el resto Tiene la denominación de Trágica porque el triunfo de los reclamos fue precedido por el derramamiento de sangre, la violencia de matones contra huelguistas y una represión a mansalva, primero de la Policía y los Bomberos, y luego del Ejército. Hasta hoy se discute el número de víctimas, que van de los 70 a los 1.500 muertos y de los 300 a los 5.000 heridos, según archivos periodísticos consultados por Viva.
“Habrá un escarmiento que se recordará durante 50 años”, había sido la amenaza del general Luis Dellepiane, en una pretensión de posteridad que estaba equivocada: se cumple ya un siglo de esas acciones y no son recordadas como enseñanzas, sino como maniobras de represión estatal contra personas que reclamaban por sus derechos.
Este momento de la Historia Argentina fue una secuencia en seis actos:
1. La huelga de los obreros metalúrgicos de los talleres Vasena declarada, en aquel diciembre de 1918, por mejores condiciones. Trabajaban hasta 11 horas seguidas, a veces sin francos, en un verano con temperaturas de 36 grados.
2. La negativa de los dueños de la fábrica a aumentar los salarios y a reincorporar a los delegados expulsados durante la medida de fuerza, situación que se agravó con la contratación de guardias armados y rompehuelgas que buscaban quebrar el paro y asegurar el traslado de productos y materiales entre el depósito, en la avenida Amancio Alcorta y Pepirí, y la planta industrializadora, en La Rioja y Cochabamba.
3. Las primeras cuatro muertes, producidas el 7 de enero de 1919, una por un sablazo en la cabeza de un manifestante y las otras por disparos. Al choque entre matones civiles y huelguistas, apoyados por las mujeres y los hijos, siguió una furia de disparos de máuseres y revólveres desde las formaciones policiales. Un repudio popular se manifestó con la gente en las calles y una huelga general.
4. La tensión que invadió la ciudad. Los trabajadores de Buenos Aires, encolerizados por la saña estatal, desafiaron al poder. El presidente radical Hipólito Yrigoyen había advertido a los empresarios que no podían imponer “el imperio del más fuerte como arbitrio de las decisiones, sea del capital para torturar al trabajo, sea de éste para explotar a aquel”. Pero ante la gravedad del conflicto no frenó los aprestos de más represión. Los diarios porteños, la prensa internacional y la revista Caras y Caretas desplegaron una cobertura periodística nunca vista y mostraron secuencias fotográficas completas de la creciente rebelión popular.
Parque Patricios, Pompeya, San Cristóbal y Chacarita fueron escenarios de la violencia y la represión.
5. El mayor funeral registrado hasta entonces. El 9 de enero, los ataúdes de los mártires de las ocho horas fueron llevados a pulso desde San Cristóbal hasta la Chacarita. Por la avenida Corrientes, 300.000 personas marcharon en un clima de hostilidad de las fuerzas de seguridad. Desde la iglesia de Jesús Sacramentado, a la altura de Yatay, se produjeron disparos y réplicas a pedradas. Una pira ardió en la nave principal del templo. Las calles se desmadraron. Manifestantes asaltaron armerías. Los uniformados los emboscaron en el cementerio. Más pólvora, más plomo.
6. La aparición de una fuerza parapolicial contra “extranjeros, judíos e izquierdistas”, a los que acusaba de introducir el sindicalismo y la conciencia de clase en los obreros. Estos nacionalistas de derecha se llamaron a sí mismos “Amigos del Orden” y “Defensores del Orden”, hasta que acuñaron la denominación de “Liga Patriótica Argentina”.
Nuevos hallazgos. Historiadores del Centro de Estudios Históricos de los Trabajadores y las Izquierdas (CEHTI) descubrieron que meses antes de los sucesos del ‘19 actuaba ya en la Argentina una red diplomática de espionaje conformada por las embajadas de cuatro países aliados en la Primera Guerra Mundial: Francia, Inglaterra, Estados Unidos e Italia. Esos países temían por los ecos en América Latina de la Revolución Rusa de 1917.
“El objetivo de persecución de la red eran los maximalistas, que es como en la época se nombraba indiferentemente a los anarquistas, a los partidarios del gobierno soviético (bolcheviques), a los socialistas de izquierda y a los agitadores sindicales”, explica a Viva el historiador Hernán Díaz, coordinador del grupo de investigadores, que en marzo publicará el libro Espionaje y revolución en el Río de la Plata, por
Ediciones CEHTI-Imago Mundi.
En base a archivos secretos, se estableció que las embajadas sospechaban que “algunos anarquistas se trasladarían desde Buenos Aires a París para atentar contra la vida del presidente norteamericano, Woodrow Wilson, el primer ministro francés Georges Clemenceau o el primer ministro inglés Lloyd George, que estaban reunidos en la capital francesa para firmar lo que luego fue el Tratado de Versalles”, un acuerdo de paz tras la finalización de la Primera Guerra Mundial.
Los agentes diplomáticos actuaron en Buenos Aires y en Montevideo, se infiltraron en las fábricas, armaron listas de anarquistas y transmitieron esos partes por una antena montada en las costas uruguayas, determinaron los investigadores Pascual Muñoz, Walter Koppmann, Lucas Glasman, Sabrina Asquini y Cristian Aquino. “La red de espías asiste a la Semana Trágica del 7 al 13 de enero de 1919. Allí produce una serie de informes particulares y termina confeccionando un listado de los 400 maximalistas más peligrosos del Río de la Plata, que se convierte en un gran aporte para la investigación historiográfica de ese período. La red fue desactivada en abril de 1919”, revelaron.
Hoy apenas quedan vestigios de los talleres Vasena en la plaza Martín Fierro. El ex presidente Arturo Illia, testigo directo cuando tenía 18 años, aseguró que los hechos y la magnitud de la represión fueron tergiversados. Pero el historiador Osvaldo Bayer reafirmó: “Los obreros lucharon por su dignidad y el poder les respondió con balas y más balas”.
EE.UU temía por "los rojos" en la Argentina​
Por Jazmín Bazán, profesora de Historia de la UBA.​
La prensa norteamericana dedicó al menos 9.112 artículos o menciones a la Semana Trágica. Hablaban allá del primer Red Scare (Susto Rojo), antecedente del macartismo. El Gobierno enfrentaba huelgas y perseguía “actividades anti-americanas”.
Los sucesos porteños del ‘19 fueron utilizados como excusa por EE.UU.para reafirmar la línea anti-sindical.
Los archivos periodísticos permiten ver la profundidad de esa “histeria anti-radical”. El 10 de enero, a tres días de la represión inicial en Buenos Aires, El Paso Herald, de Texas, decía que los huelguistas argentinos “destruían iglesias y escuelas, rompían imágenes y pianos”. Menos sutil, el 12 de enero, Los Angeles Times titulaba: “Matan rojos en Argentina”. El Boston Globe denunciaba un “Plan bolchevique en Sudamérica”. El New York Times informaba días después: “Argentina deporta rojos”. Y el Times consignaba temores por “una segunda Rusia”.
La prensa norteamericana dedicó al menos 9.112 artículos o menciones a la Semana Trágica. Hablaban allá del primer Red Scare (Susto Rojo), antecedente del macartismo. El Gobierno enfrentaba huelgas y perseguía “actividades anti-americanas”.
Los sucesos porteños del ‘19 fueron utilizados como excusa por EE.UU.para reafirmar la línea anti-sindical.

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