DESGUAZANDO ARSAT, DESGUAZANDO EL ESTADO, DESGUAZANDO LA NACIÓN.
Entre el continuo aluvión de atrocidades en perjuicio de Argentina, que sin solución de continuidad perpetra el actual gobierno neoliberal, buscando de mínima llevarnos a los empujones al siglo XIX y de máxima disolver a Argentina en media docena de paisitos pobres e irrelevantes, una noticia muy importante pasó casi desapercibida.
Como correspondía a un país soberano (como buscamos serlo varias veces en nuestra historia), varias frecuencias en las que se puede operar autónomamente, gracias a la tecnología satelital propia que proveyó ARSAT, el Estado Argentino las había reservado para ser manejadas exclusivamente por la propia empresa estatal.
Era lo más lógico que habiendo sido desarrollados y puestos en órbita los satélites de ARSAT, las frecuencias de comunicaciones sean operadas por y en beneficio de NUESTRA propia empresa.
Con la ya habitual metodología de arrogarse funciones legislativas (en línea con los desembozados avances sobre los otros dos Poderes del Estado, configurando ya una dictadura en plena consolidación, bajo formalidades pseudo democráticas), el ejecutivo macrista utilizó otro de los recurrentes DNU (Decretos de Necesidad y Urgencia), para perpetrar una nueva maniobra agresiva y claramente lesiva a los Intereses del Estado Nacional, lo cual implica una acción más conducente a desguazar la Nación Argentina.
Claramente no existía necesidad ni urgencia, para definir por decreto y pasar por sobre el Poder Legislativo. La “urgencia” era claramente evitar las discusiones en el Congreso, para que el tema pase desapercibido en medio del desastre socio económico generalizado y los temas que recurrentemente tapan la agenda
mediática, ocultando lo que el establishment quiere ocultar.
Las beneficiarias de esa arbitraria y muy negativa medida, cargada además de ilegalidad, son empresas privadas, seguramente varias de ellas bajo control extranjero, que ya dominan casi totalmente el estratégicamente muy sensible sector de las comunicaciones.
El neoliberalismo es apátrida y antinacional por definición, y como
irrefutablemente lo prueba su nefasto accionar en Argentina y otros muchos países del mundo.
Como tal se dio a la tarea de demoler todo vestigio de soberanía y de dignidad nacional. Demoliendo ARSAT y su estratégica área de influencia, la CEOcracia apátrida hoy en el poder formal y detentando el poder real (por delegación de sus mandantes extranjeros), mata varios pájaros de un tiro, a saber. Perpetra otro paso más hacia el desguace total de ARSAT, ícono del orgullo
nacional y uno de los puntales de nuestro desarrollo tecnológico de avanzada.
Quita al Estado Nacional el manejo directo y los beneficios directos e indirectos que son consecuencia del manejo de las frecuencias de comunicaciones, con todas sus múltiples implicancias.
Permite otro avance hacia el control oligopólico de las comunicaciones, por parte de los grupos de poder que forman el núcleo duro de la manipulación alevosa y descarada de la opinión pública, y del consecuente blindaje mediático que protege al gobierno neoliberal, perversamente destructivo con intencionalidad y alevosía; que a los empujones nos lleva a aquella Argentina feudal del mitrismo (siglo XIX), e inmediatamente, si los dejamos
seguir actuando, a la disolución nacional.
Mientras tanto, buena parte de las dirigencias políticas, gremiales,
empresarias y académicas, siguen en la parsimonia, la mediocridad complaciente, la falta de espíritu de Grandeza Nacional, o la simple búsqueda de ventajitas o carguitos personales; sin oponerse debidamente a semejantes latrocinios.
Por su parte, los proceseros contumaces y los patrioteros de bandera, siguen envueltos en sus entornos de odios viscerales e irracionales y sumergidos en su profundas ciénagas de pegajosa colonización cultural en grados superlativos que les anularon toda capacidad de análisis serio y reflexivo; tanto que llegan a aplaudir entusiastamente a las medidas que claramente conducen a la disolución nacional.
A su vez, las variopintas “progresías”, sea por confusiones superlativas o por practicar una suerte de “neomarxismo cultural”, se prenden fervorosamente de cuanta causa conflictiva y “pianta votos” (como el ultra feminismo, el aborto “obligatorio”, el indigenismo racista y odiador al estilo del anarquista Bayer, el ultra ecologismo irracional y otras “causas” por el estilo) instalan las ONGs, Fundaciones y otros canales de difusión, manejados por el mega poder financiero transnacional; para “empiojar” el espectro político – cultural, operando como el otro brazo de las tenazas que aprietan las tuercas del subdesarrollo crónico y de la disolución nacional, tapando o minimizando el desguace socio económico
profundo y generalizado en el que nos han sumido.
Mientras, el pueblo común no parece salir de su largo letargo, inducido por los medios concentrados y todo el aparataje de colonización cultural.
Como dijo el gran patriota Manuel Belgrano…¡Ay, Patria mía!
MGTR. CARLOS ANDRÉS ORTIZ
Analista de Temas Económicos y Geopolíticos.
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