El hombre que tiene la casa en Chile y el patio en la Argentina.
Después de la muerte de su tía Etelvina, quedó a cargo de la casa y el campo de El Manso que tienen un pie en Argentina y otro en Chile. Como pocos, vive una vida verdaderamente binacional.
Bernabé Bahamonde vive en la frontera. Habita una centenaria casa construida con madera de ciprés en la que luce, en medio del patio, el hito de hierro que marca la división de dos países en la zona de El Manso. Y así, desde hace más de cuatro décadas, la vivienda se mantiene del lado chileno, y el gallinero y parte de los corrales de ganado, en Argentina.
Desde la puerta de la antigua casa, Bernabé, que hace 65 años nació en la zona y nunca se alejó, disfruta de un paisaje único: un campo verde rodeado de montañas; el aroma de los manzanos y ciruelos en flor junto a la vivienda; una familia de patos deambulando por ahí; un puñado de gallinas, ovejas y caballos alrededor. Respira la serenidad del campo y la inmensidad de dos países: Chile y Argentina.
Un hito de hierro naranja, con la identificación numérica VIII- 4, está enclavado a unos metros de la puerta de la vivienda, que está a unos 113 kilómetros de Bariloche.
Bernabé no tiene precisiones de cuándo y por qué se colocó ese mojón a solos diez pasos de la puerta de la enorme casa de tres plantas. Su hijo José Andrés Bahamonde (35), que desde hace pocos meses regresó para acompañar a su padre, recuerda que alguna leyenda familiar dice que un poblador de El Manso llegó un día a instalarlo aunque otros indican que se presentaron sorpresivamente agentes de seguridad de ambos países con la orden de establecer los límites. Se estima que fue en la época del conflicto que casi llevó a la guerra a ambos países, a fines de la década del ‘70.
También por aquella época colocaron otro hito a 300 metros, en el medio del campo, cerca al río Manso. Y un tercero, colina arriba. Ninguno está a la misma altura por lo que la línea de frontera imaginaria es zigzagueante.
Junto al hito, desde hace tres años, hay dos mástiles con las banderas argentina y chilena flameando a cada lado de la frontera. Bernabé recuerda que lo instalaron en ocasión de una Fiesta de la Hermandad, que se celebra cada 8 de diciembre.
Bernabé es un hombre de pocas palabras, risueño y servicial. Sus días son tranquilos. En marzo del año pasado murió su tía Etelvina, una pobladora histórica y conocida en la zona con la que compartía los extensos días. Los registros indican que tenía 97 años aunque la familia asegura que sumaba algunos más. “No creo que lleguemos nosotros a tanto”, ironizó el hombre mientras compartía un mate amargo con su hijo, sentado junto a la cocina a leña.
La vida de Bernabé es binacional en todos los sentidos porque además de estar literalmente en la frontera, mantiene costumbres de ambos países. Vive con la hora chilena (cuando hay diferencia entre ambos países), toma mate amargo y ya casi eliminó la once, la merienda típica del país trasandino. A modo de compañía escucha radio y alterna el dial entre emisoras de Bariloche, El Bolsón y Puerto Montt; y si tiene que ir al médico o hacer compras, le conviene ir a las ciudades argentinas más cercanas porque para el lado chileno solo hay una huella y se demora al menos dos días a caballo, tras sortear el río a bote o nado, para llegar a Cochamó.
Bernabé es ciudadano chileno y recibe una pensión de ese país pero él dice entre risas que tiene “más costumbres argentinas”; incluso sus vecinos más próximos, a menos de 100 metros, son los gendarmes y el personal de la Aduana Argentina que rota cada semana en el paso fronterizo El Manso. En el lado chileno, los vecinos son familiares, entre ellos está Facundo, el padre de Bernabé, y a unos mil metros se encuentra el aeródromo El León, una pista de aterrizaje que habitualmente utilizan organismos del gobierno cuando llegan en helicóptero para pagarle la pensión.
La tecnología y “el progreso” le llegó a Bernabé del lado chileno. La conexión a la energía eléctrica a través de un sistema de turbina que viene del río Puelo, en la comuna de Cochamó, le cambió literalmente la vida. También la señal de telefonía celular de una compañía trasandina que desde hace dos años tiene alcance hasta su casa, por eso se comunica por Whatsapp con sus hermanos y familiares que viven distribuidos en ciudades de ambos países. Además tiene pantalla de televisión satelital.
“La casa es toda de ciprés, tiene tres pisos y 9 piezas. La construyó mi abuelo, Facundo Bahamonde, para sus 11 hijos”. Bernabé.
Para el hombre de la frontera “no hay ni un día de descanso en el campo” y cada tanto hay alguien que golpea las manos, interesado en conocer la casa. Sus jornadas comienzan a las 6 de la mañana para atender el rebaño de 35 ovejas. El gallinero ya no da tanto trabajo porque una peste afectó gran parte de las gallinas y solo quedaron cuatro y un gallo. Además siempre hay que juntar leña para tener a mano los días fríos sobretodo en invierno porque cuando nieva, como ocurrió esta temporada, no puede salir del hogar.
En verano hay más actividad ya que, además de cuidar su campo, Bernabé trabaja cargando botes de rafting de las excursiones. Ahora, con la ayuda de su hijo, tiene la idea de arreglar un poco la vivienda para ofrecer hospedaje a mochileros y ciclistas que comenzarán a llegar a la zona en unos meses.
Sin un camino para llegar desde el oeste
Aunque la casa de Bernabé está en tierras chilenas, el poblador no puede llegar desde el Pacífico. El camino vehicular es desde Argentina, a través de la ruta provincial 83, que se inicia desde la ruta nacional 40 y se extiende por un trayecto de 43 kilómetros de ripio.
El camino se prolonga unos metros más desde el paso fronterizo El León, donde está la Aduana Argentina, hasta el aeródromo que lleva el mismo nombre. Después se reduce a una huella de animales pero antes se debe cruzar el río Manso a nado o en bote porque hace ocho años la pasarela que existía para sortearlo se cayó y nunca se reparó.
Esta zona, conocida como El León Alto, pertenece a la comuna de Cochamó aunque para llegar a la ciudad homónima se requiere de un viaje por vía aérea o dos días a caballo como mínimo.
Por ahora solo un bote pequeño realiza el cruce de personas con un horario fijo, de 8 a 13 y de 15 a 20. Los caballos deben atravesar el río a nado a pesar de ser correntoso y profundo.
Por estas peripecias, para Bernabé y su hijo es más práctico llegar a Puerto Montt o a otras ciudades del sur de Chile con un largo trayecto por la ruta 40, a través de Argentina.
Publicado en Diario "Río Negro", 26/10/2019.-
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