La Primera Guerra Mundial había situado a Estados Unidos en
una posición privilegiada frente al resto del mundo, convirtiéndolo en el gran
proveedor de materias primas y productos alimenticios e industriales. El
crecimiento industrial fue extraordinario, basado en las teorías de Taylor y
Ford sobre organización del trabajo y producción en serie por los que los
campesinos vendieron sus tierras y se fueron a las ciudades; esta abundancia generó que la población
comprara acciones de las empresas industriales constituyendo a Wall Street el
centro de la economía mundial.
Esto hizo que crecieran los stocks y cayeran los precios de
los productos acumulados. Hasta finales de 1929, la compra de acciones creció
cerca de un 90% con acciones sobrevaloradas.
Fue un "Jueves Negro", que implicó la caída de la
Bolsa de Valores de Nueva York y marcó el inicio de la Gran Depresión. Se
originó en Estados Unidos y se extendió por todo el mundo. Más de 16.000.000 de
títulos que cotizaban a la baja no encuentran comprador y provocan la ruina de
miles de inversores, muchos de los cuales habían comprado esos títulos con créditos
que ya no podrán pagar lo que trajo aparejado un parálisis en el consumo y las inversiones,
cierre de empresas. Aparecieron villas marginales cercanas a las ciudades
hechas de chapa y cartón que se denominaron “Hoovervilles” (por el presidente
Hoover).
Se suelen usar las siguientes tres frases para describir
este colapso de las acciones: Jueves Negro, Lunes Negro y Martes Negro. Todas
ellas son apropiadas, dado que el crac no fue un hecho de un solo día. La caída
inicial ocurrió el Jueves Negro (24 de octubre de 1929), pero fue el
catastrófico deterioro del Lunes Negro y el Martes Negro (28 y 29 de octubre de
1929) el que precipitó la expansión del pánico y el comienzo de consecuencias
sin precedentes y de largo plazo para los Estados Unidos.
El sitio EL HISTORIADOR de Felipe Pigna publica lo siguiente:
Groucho Marx sobre la crisis económica de 1929.
El crack de 1929 en Estados Unidos y la consecuente crisis
económica que desató, afectó de manera formidable a toda la economía mundial.
Pero su alcance excedió el ámbito estrictamente económico: vista la dimensión
del colapso financiero, se derrumbaron también las seguridades y certezas de
una sociedad optimista y arrogante, que hasta entonces se presentaba como el
ejemplo inmejorable de las posibilidades que puede brindar el capitalismo. Las
consecuencias sociales de la crisis que aquí recordamos con palabras del
humorista Groucho Marx fueron dramáticas: tres años más tarde, la producción
industrial norteamericana había descendido en un 50%, las empresas no podía
renovar sus viejas máquinas, el sistema bancario se derrumbó con la quiebra de
más de 10.000 bancos, la desocupación pasó de 4 millones en 1929 a 13 millones
en 1930 representando el 25% de la masa laboral. En varios países, los efectos
de la crisis ayudaron a activar intensos conflictos políticos. Si en el caso
argentino contribuyó a desacreditar al gobierno de Hipólito Yrigoyen, en
Alemania dio impulso al ascenso de Hitler. En la poscrisis, nada sería igual.
El capitalismo mundial se reestructuraba con la creciente intervención de los
estados en la organización de las economías. El mundo se preparaba para dar
lugar a aquellas ideas que cuestionaban el anterior ideario económico liberal:
surgía así el keynesianismo. El humorista Groucho Marx -aquel del célebre
“estos son mis principios, si no le gustan, tengo otros”- recordaba aquella
jornada con su marcada ironía.
Fuente: Groucho Marx, Groucho y yo, Barcelona, editorial
Tusquets, 1980.
“Lo más sorprendente del mercado, en 1929, era que nadie
vendía una sola acción. La gente compraba sin cesar. Un día, con cierta
timidez, hablé con mi agente de bolsa: No sé gran cosa sobre Wall Street, pero
qué es lo que hace que esas acciones sigan subiendo. ¿No debería haber una
relación entre las ganancias de las empresas, sus dividendos y el precio de
venta de las acciones? Me contestó: Sr.
Marx, tiene mucho que aprender acerca del mercado de valores. Lo que usted no
sabe serviría para llenar un libro. Éste ha cesado de ser un mercado nacional.
Ahora somos un mercado mundial. Recibimos órdenes de compra de todos los países
de Europa, de América del Sur e incluso de Oriente.
De vez en cuando, algún profeta financiero publicaba un
artículo sombrío advirtiendo al público que los precios no guardaban ninguna
proporción con los verdaderos valores y recordando que todo lo que sube debe
bajar. Pero apenas si nadie prestaba atención a estos conservadores tontos y a
sus palabras idiotas de cautela. Incluso recuerdo una frase de Barney Baruch,
mago financiero americano, "cuando el mercado de valores se convierte en
noticia de primera página, ha sonado la hora de retirarse".
Un día concreto el mercado comenzó a vacilar. Así como el
principio del auge, todo el mundo quería comprar, al empezar el pánico todos
querían vender. Luego el pánico alcanzó a los agentes de bolsa y empezaron a
vender acciones a cualquier precio. Yo fui uno de los afectados. Luego de un
martes espectacular, Wall Street lanzó la toalla y se desplomó.
Eso de la toalla es una frase adecuada, porque para entonces
todo el país estaba llorando. Algunos de mis conocidos perdieron millones. Yo
tuve más suerte. Lo único que perdí fueron 240 mil dólares (o 120 semanas de
trabajo).”
Groucho Marx.
Fuente: www.elhistoriador.com.ar
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.