Arturo Frondizi detenido
en Bariloche, hace 55 años
por JULIO ISIDRO PÉREZ.
El 6 de marzo de 1963 fui protagonista de una circunstancia muy especial, en la residencia Michay, ubicada en la laguna El Trébol, en San Carlos de Bariloche.
Entrevisté al expresidente, Arturo Frondizi, quien setenta y dos horas antes había sido trasladado desde la isla Martín García, donde estuvo detenido tras su derrocamiento –el 29 de marzo de 1962– por un golpe militar.
La relevancia de ese encuentro, en el interior de una vivienda modesta, a escasos kilómetros de la ruta que desde la ciudad se conecta con la península Llao Llao, fue que se trató de la primera entrevista concedida por Frondizi a un periodista, tras dejar de ejercer la presidencia de la república.
Sobre su confinamiento en la isla del Río de la Plata, expresó: “Me envolví en largas soledades, que me enriquecieron espiritualmente. Escuchaba música, leía diarios, revistas y libros. No escuchaba radio. Alguna vez vi películas en televisión”.
Tras señalar: “El trato que se me dispensó fue correcto”, añadió que “tras un proceso ininterrumpido de pública actividad acentuado en los años de ejercicio del gobierno, este sosiego y la meditación contribuyeron a esta elevación espiritual de la que me siento feliz, porque puedo ofrecerla a la causa que enrolo en mi vida, es decir, la unión nacional, para realizar los objetivos de esta época: desarrollo económico, legalidad para todos y pacificación social”.
Sobre el peronismo.
Siguió diciendo: “Soy un militante de estos preceptos que se identifican hoy inexorablemente con la grandeza del porvenir argentino”.
Al consultarle sobre el ejercicio político en el país, nos respondió sin titubear: “Digo y pienso legalidad para todos los partidos”.
Seguidamente explicó que “la importancia del peronismo no reside solamente en el voto de sus adherentes. Reducir el problema a una cuestión electoral es un simplismo negativo y confuso”.
También se explayó en su definición que “más allá del hecho cuantitativo debe estimarse al peronismo como la circunstancia de que gran parte de la clase obrera tiene esa filiación política, es decir, es importante el factor cualitativo”.
Indicó que “el peronismo y todos los partidos tienen derecho a elegir sus representantes, de acuerdo a los términos constitucionales”.
En otro momento de la conversación dijo que “sólo nuestro país avanzará sobre su estructura socioeconómica y cultural, cuando se disponga unido llevará adelante esa empresa. Condición esencial es por ello la unión. Y esta cohesión que enuncio se logrará con la pacificación de todos los argentinos. Hay que hacer un esfuerzo conjunto, y con ello quiero decir frente nacional”.
Entre otros temas desarrollados en la conversación, dejó traslucir su interés por el despegue de la región patagónica.
Al término de la entrevista el expresidente recibió al jefe de Policía de la provincia de Río Negro, Rodolfo Gómez, quien había sido subsecretario de Gobierno del exgobernador Dr. Edgardo Castello.
A los pocos días, Frondizi fue llevado al que fue su nuevo confinamiento, el hotel Tunquelen. Invitados justamente por Gómez, participamos de ese traslado, que le garantizaba al expresidente una mayor seguridad.
Regreso a Bariloche
En marzo de 1987 Frondizi volvió a Bariloche y el Concejo Deliberante, expresado en la voluntad de todos los partidos políticos que lo integraban, lo recibió adhiriéndose a los actos recordando los veinticinco años de su derrocamiento.
Allí el entonces concejal del MID, Dr. Luis Lutz, destacó esa circunstancia y abogó por “un proceso de las instituciones, del Estado de derecho y, fundamentalmente, de la transformación nacional por vía de realizaciones económicas y sociales que dignifiquen a todos los argentinos, generando no solamente el desarrollo sino también la justicia social con respeto a la libertad, a la democracia y a las formas de la justicia”.
Seguidamente Frondizi sostuvo que “la única forma de alcanzar soluciones en Argentina es buscando la unidad de todos los sectores y de todo el pueblo. Con unidad se podrán enfrentar los problemas, incluido el de los golpes de Estado; caso contrario no habrá posibilidades de solución”.
Y dejó un pensamiento vigente hoy en día, habiendo transcurrido casi un cuarto de siglo: “La democracia para que pueda subsistir necesita cambios de fondo en la estructura económica, social, cultural y espiritual, y si esos cambios no se producen no habrá posibilidad de unidad nacional ni de una democracia permanente”.
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