En el encuentro privado que hace unos días el Papa mantuvo
con un grupo de curas romanos, Francisco habló de su década de tristeza, que
duró hasta 1992.El periodista Paolo Rodari, del diario italiano La Repubblica,
revela los dichos del Pontífice. Dijo haber vivido “el tiempo de una gran
desolación, un tiempo oscuro. Creía que ya era el fin de mi vida”. Y continuó:
“Sí, porque en esa época era confesor, pero lo hacía con un espíritu de
derrota”.
Y siguió explicando a sus interlocutores: “He rezado tanto
en ese tiempo, pero estaba seco como un pedazo de madera. Creía que la plenitud
de mi vocación estuviera en hacer cosas. Nunca dejé de rezar. Y eso me ayudó”.
No tiene miedo de hablar de sí mismo el papa Francisco,
entrando incluso en sus momentos más reservados y oscuros de su vida. Las
palabras que les dirige a los párrocos de Roma, con los que se reunió en la
Basílica de San Juan de Letrán, son la parte más íntima de su vida, y
descubren, con simpleza, el tiempo de una especie de noche oscura vivida en
Argentina por quien luego sería Papa, entre los inicios de los años '80 y el
1992, año en que Juan Pablo II lo nombra arzobispo auxiliar de Buenos Aires.
Después de una llamada del nuncio vaticano en Argentina,
Ubaldo Calabresi, “he abierto otra puerta”, cuenta el Papa argentino.
Bergoglio, que en 1981 cumple 45 años, vive un momento de difícil pasaje en su
existencia. Después de haber sido nombrado, con solo 37 años, superior de la
Compañía de Jesús en Buenos Aires y después rector del Colegio Máximo de San
Miguel, pasa a ser confesor, trabajo en el cual no se encuentra cómodo.
Pasa una época en Alemania dedicado a terminar una tesis
doctoral sobre Romano Guardini, que nunca llegará a discutir. Y después partió
a Córdoba, donde su tarea era ser “director espiritual y confesor de la iglesia
de la Compañía de Jesús”.
Son años duros para él, incluso de incomprensión dentro de
los jesuitas, un período que sus biógrafos describen de “exilio”. Y en los
cuales Bergoglio se repite muy seguido: “Ahora no sé qué cosa hacer”. Jamás
hubiera imaginado lo que sucedería después. Su nominación a arzobispo auxiliar,
la guía de la entera diócesis de Buenos Aires, luego la guía espiritual de toda
la Argentina, y el 13 marzo de 2013, su elección a ocupar el trono de San
Pedro.
Él mismo, en un libro-entrevista escrito con el sociólogo
francés Dominique Wolton, explica que ya en 1978 vivía un período de inquietud.
“El demonio del mediodía”, como se llama la crisis de media edad. Y lo
enfrenta, “por seis meses, una vez por semana”, con una psicoanalista judía que
lo ayuda mucho. Pero es allí cuando debió enfrentar una cosa más profunda, una
crisis de vocación que solo resolvió rezando y principalmente, en un “cara a cara
con el Señor, hablando, conversando, dialogando con él”.
La noche oscura de tantos hombres y mujeres de fe, son “una
espina en la carne”, dice San Pablo. Lo escribe Juan de la Cruz, que habla de
noches de los sentidos y del espíritu, momento de sufrimientos, dudas,
sensación de soledad y de abandono de parte de Dios. Una oscuridad, explica el
carmelitano español, querida por Dios para purificar el alma de la ignorancia y
liberarla de la necesidad de los afectos, personas y cosas, que impiden un
subir hacia las alturas y tener una unión amorosa con él.
La viven, entre tantos, incluso Teresa de Calcuta, que se
siente, por un largo período “abandonada de Dios”. Les sonríe a todos, pero
dentro suyo no hay más que oscuridad.
Y en efecto, todo cambia seguidamente. El jesuita, que en
1978 siente por la radio del auto donde viaja que han elegido a Karol Wojtyla
para el sillón de San Pedro, un hombre del cual le es dificultoso decir su
nombre, parte a Roma en el 2013 convencido de retornar a la Argentina muy rápido.
Las cosas resultan muy distintas. Bergoglio pasa a ser
Francisco y su Argentina queda lejana.
“La reforma de la Curia no es de una vez y para siempre”
“La reforma de la Curia Romana no debe entenderse en el
sentido de ajustar algo que va mal, que no está bien, sino reforma en el
sentido de aquel 'semper reformanda' que normalmente se aplica a la Iglesia,
pero aún más directamente puede decirse de la Curia Romana”, dijo el obispo de
Albano, monseñor Marcello Semeraro, a Vatican News.
Semeraro fue entrevistado en vísperas de la 23a. reunión del
C9, del que es secretario, que comenzará el próximo lunes en el Vaticano.
“La Curia siempre conoció también con Pío X, Paulo VI, Juan
Pablo II y también Benedicto XVI, intervenciones que pueden ser llamadas 'de
reforma' -explicó-. Esto significa hacer una realidad cada vez más más
transparente, siempre más correspondiente a su objetivo”.
‘¿Qué miedos tienen?’, preguntó a los jóvenes
Ciudad del Vaticano. El papa Francisco preguntó a los
jóvenes, en un mensaje dirigido a ellos, ¿qué miedos tienen?, ¿qué los preocupa
en lo más profundo?. “Un miedo 'de fondo', que existe en muchos de ustedes es
el de no ser amados, queridos, no ser aceptados por lo que son. Hoy son muchos
los jóvenes que tienen la sensación de tener que ser distintos de lo que son en
realidad, en el intento de adecuarse a estándares a menudo artificiosos e
inalcanzables”
“Hacen continuos 'fotorretoques' de sus imágenes,
ocultándose detrás de falsas identidades, casi hasta convertirse en 'fake'”,
observó Francisco.
Publicado en Diario "Los Andes" de Mendoza, 23 de febrero de 2018.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
La diferencia de opiniones conduce a la investigación, y la investigación conduce a la verdad. - Thomas Jefferson 1743-1826.