Los secretos del vino de Luis, que aún se vende en damajuanas.
La bodega, de características artesanales, está en Sargento Vidal y produce anualmente unos 100.000 litros. Tiene clientes de hace más de 30 años. La historia de un inmigrante que llegó al Valle en busca de un mejor destino y decidió conservar parte de sus raíces en los viñedos de la chacra.
La historia de inmigrantes que llegaron de Italia a forjar su destino en el Valle es una de las marcas características de la zona. Luis Dellanzo, de 84 años, es una de las tantas personas dentro de este grupo. Llegó desde Sarzana, Liguria, y hoy cuenta con una bodega que produce anualmente más de 100 mil litros anuales de vino con características y sabores únicos que hace que tenga clientes fieles desde hace más de treinta años.
Entre los varietales tienen Cabernet Sauvignon, Malbec, Spira, Canela, Tempranillo, Sirah, y Bonarda.
Los secretos de la bebida que produce tiene su raíz en el país europeo, lugar donde Luis adquirió los primeros conocimientos en viñedos. Hoy las riendas de la producción las lleva su hijo Ricardo Dellanzo.
Buscan su producto no solo de la provincia sino de otros puntos del país. “El vino lo vendemos todo acá (en la bodega). No hacemos ningún reparto. En litros hacemos entre 100 y120 mil litros anualmente”, describió Ricardo.
Sostuvo que un “buen vino” depende en un 70 por ciento de la producción de uvas en la planta y en este punto “la poda es uno de los factores más importantes”.
“Todo comienza con elegir la primera uva a moler que uno considera al probarla y tomarle los brix y que esté con la graduación justa para molerla y que no se pase. Que no tenga sabor herbáceo, que esté madura la semilla, y ahí empieza la cosecha, ahora en bins”, comenzó la explicación Ricardo y continuó: “Pasa después por una despalilladora, que uno elige si la muela más o si entra el grano entero a la pileta, y de ahí va a fermentación que está entre 8 y 20 días, y todos los días se le hacen de dos a tres remontajes. Se mueve para que el jugo pase por la cáscara y vaya absorbiendo el color” añadió.
“Los blancos no, entran limpios”, detalló y agregó que ahora tienen una prensa neumática “donde la uva blanca entra de la despalilladora a la prensa neumática y se extrae el jugo directamente, y entra limpio a la pileta de fermentación. No entran con orujos, cáscara, y semilla como hacíamos antes, y por eso sale el vino más claro”.
Una vez que el material ingresa a la pileta se coloca metalbisulfito de potasio para evitar el contagio de bacterias y que se comience con la fermentación.
“Ahora estamos probando usar levaduras vírgenes. Antes usábamos levaduras indígenas que son las naturales de la uva. Estamos probando para ver la diferencia”, comentó.
Desde la bodega recalcan que el producto es orgánico.
“Solo se ponen conservantes cuando son vinos dulces, para estabilizarlo, porque sino es difícil paralizar la fermentación”, acotó Ricardo.
La región posee suelos aptos para el cultivo de este frutal. Los vientos fuertes característicos de la zona producen sequedad y evitan la aparición de enfermedades lo que favorece la realización de vinos orgánicos. En relación con esto Luis comentó cómo se asombraron unas personas que lo visitaron de Italia cuando les dijo que no hacía ninguna cura en las plantaciones.
La pasión por el vino se contagió a sus hijos. Es el caso de Daniel y Ricardo que transcurrieron su infancia y adolescencia entre viñedos. “Desde que tenía diez años ya estaba arriba del tractor, iba a la escuela y trabajaba acá”, contó Ricardo.
“Las anécdotas de chicos cuando cargábamos lo tambores o molíamos no se olvidan nunca”, dijo Daniel y a la vez contó que su hijo también estuvo participando en algunas de las labores culturales de la chacra.
“Por tradición de familia teníamos la costumbre que tuviera varios grados y era una manera de conservarlo”, señaló Luis sobre su producción años atrás.
Ricardo agregó que en comparación con varios años atrás ahora hay muchas menos bodegas.
Sobre la rentabilidad, el hijo de Luis consideró que “se puede vivir de esto” pero que hay que tener tecnología. En el lugar ya trabajan para empezar en poco tiempo a fraccionar el vino en botellas.
“Ahora no se le da el valor que se le daba antes al vino. Uno llegaba a la casa de un amigo que no veía por mucho tiempo y lo primero que se hacía era sacar un vaso de vino y se conversaba”, expresó Luis sobre la bebida que prepara desde su niñez.
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