El 15 de diciembre de 1969, periodistas llegaron hasta cierta zona del río Limay porque –supuestamente– había caído un ovni. El encargado de guiarlos hasta el lugar fue un vecino de apellido Espinosa.
Después de Arroyito ingresaron en la ruta 237 y recorrieron 30 km hasta llegar a una pequeña porción del campo de Manuel Bustingorri, expropiado por Hidronor para la construcción del embalse de El Chocón. Pero en el sitio encontraron un tesoro arqueológico, cuyas primeras pruebas documentadas fueron hechas por Ernesto Bachmann (padre) y publicadas en el Primer Congreso del Área Araucana Argentina (Bs. As. 1963).
En febrero de 1962, este diario publicó un trabajo realizado por especialistas venidos al país para estudiar el área. El equipo estaba encabezado por Hornst Cerni, de la Universidad de Texas, quien ya había contactado a Bachmann para que los guiara en esta expedición. Pero de este mismo yacimiento de Chocón Chico se habían ocupado el rionegrino Casamiquela y el neuquino Gregorio Álvarez.
Otro estudio fue hecho por Juan Schobinger, director del Instituto de Arqueología y Etnología de la Universidad de Cuyo, quien se había contactado con Álvarez y Bachmann para llevar a cabo una excavación en el lugar. En esta oportunidad el especialista hizo hincapié en la necesidad de preservar esos lugares, sobre todo estando tan cerca de la represa.
En abril de 1973, Schobinger escribió un artículo sobre su estadía en Alero Bachmann, nombre elegido para rendir homenaje al descubridor de los petroglifos. Llegado nuevamente a la zona, comprobó que sus consejos de preservación no habían sido tenidos en cuenta, ya que una parte de la zona estaba inundada, aunque el agua todavía no había llegado a la zona donde estaban los grabados rupestres.
Publicado en Diario "Río Negro", 15/12/2018.
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