La pasión que caracteriza al fútbol en Argentina es, muchas veces, desmedida de tal manera que hay nombres que quedan para siempre en la lista negra de los hinchas por un cambio de club.
El caso reciente es el de Gustavo Alfaro, que se convertirá en el nuevo técnico de Boca. La gente de Huracán quedó disgustada por su partida, de cara a la Copa Libertadores que disputará el Globo en 2019.
La bronca fue grande. En épocas de redes sociales, la frase “Alfaro traidor” se viralizó y fue compartida por miles de usuarios en Twitter. También colocaron pasacalles con expresiones como “vendiste tu convicción por dinero y ambición”.
Este mismo año, sucedió una reacción similar, también con un pase al Xeneize. Fue el caso de Mauro Zárate, que en su vuelta a Vélez había sido recibido como un ídolo para luego ser repudiado por su decisión de irse a Boca.
Al igual que con Alfaro, algunas declaraciones previas dejaron expuesto al delantero, que había asegurado que no jugaría en otro club del país que no sea el Fortín. El DT había manifestado la última semana que los rumores “no lo movían”.
Expresiones como la de Zárate también condicionaron a futbolistas como Federico Insúa o Julio Buffarini, en Independiente y San Lorenzo, respectivamente. Sus llegadas al club de la Ribera no le cayeron bien a los hinchas de sus ex equipos.
Estos casos no son algo nuevo en nuestro fútbol. En el año 1985, Ricardo Gareca y Oscar Ruggeri saltaron de Boca a River en el mismo mercado de pases. La crisis económica del Xeneize llevó a que los jugadores quedaran libres y decidieran cruzar de vereda.
Un par de años antes, pero en sentido inverso, Juan José López ídolo Millonario, se puso la azul y amarilla. En su vuelta a Nuñez como DT se fue al descenso en 2011.
En estas situaciones, el enojo es más grande que el intento por comprender razones. Sin dudas, no será la última vez que se vean estas reacciones.
Publicado en Diario "Río Negro", 24/12/2018.
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