El año 1850 nos llevaba a dos grandes de nuestra América, ambos encolumnados en la idea estratégica de la Patria Grande; ninguno de ellos dejó esta vida en su tierra natal: me refiero a don José de San Martín, fallecido en Francia el 17 de agosto de ese año y a don José Gervasio de Artigas, quien partía pocos días después, el 23 de septiembre, en su caso en tierra paraguaya.
A este último quiero referirme en estas líneas, no solo por una cercanía de fechas, sino, por sobre todo para destacar su figura, emblemática y con la que siente representado todo un pueblo tan cercano al nuestro, el pueblo uruguayo, comentario para nada desacertado si tenemos en cuenta que en 1856 su país lo declaró “fundador de la nacionalidad oriental”.
Los primeros y difíciles momentos de nuestra Historia Patria también lo tuvieron como protagonista, basta señalar que en 1806, en el curso de la Primera Invasión Inglesa, lo encontramos colaborando con Juan Martín de Pueyrredón en lo que luego sería el Escuadrón de Húsares, siendo del caso aclarar que Artigas desde 1801 formaba parte del Cuerpo de Blandengues de Montevideo: su valiente actuación en tales sucesos llevaron a que fuera promovido a Capitán, primero, y luego, a Mayor.
Los sucesos e 1810 lo encontraron identificado con el Bando Criollo, más desinteligencias con la Junta de Gobierno de entonces lo llevaron a alejarse del poder porteño, mas no de nuestra vida política, ni de nuestro anhelo independentista.
Ferviente predicador y ejecutor del Federalismo en estado puro, fueron en ese sentido las instrucciones dirigidas a los representantes orientales surgidos del cónclave de Tres Cruces, cuyas credenciales fueron resistidas en el seno de la Asamblea General Constituyente que iniciara su tarea el 31 de enero de 1813 en la ciudad del puerto.
Pese a ello, de los cuatro proyectos constitucionales que advertimos en el seno de ese congreso, destaca por su originalidad, ya que los otros tres eran adaptaciones para nada disimuladas de la Constitución dictada por las cortes gaditanas en 1812, el modelo de Ley Mayor llevado por el diputado artiguista Felipe Cardozo, de neto corte federal.
No podemos escindir su figura, tampoco, de otro suceso determinante de nuestra Historia, cual el del Motín de Fontezuelas, que desembocó en el alejamiento de Carlos María de Alvear del cargo de Director Supremo y la redacción y sanción del Estatuto Provisional para la Dirección y Administración del Estado de 1815, que abrió el camino hacia nuestra Independencia Nacional.
Tucumán no contó con sus representantes, ni los de las provincias de nuestro litoral en el pronunciamiento libertario de 1816: motivaciones diversas catalizaron la Declaración de nuestra Independencia Nacional prescindiendo de esa parte de nuestro territorio y de esa Banda Oriental tan cercana en todo a nosotros.
1820 lo vio irse al exilio en tierras paraguayas, no retornando a su suelo natal.
Sus restos reposan en el Mausoleo construido en el centro de la Plaza de la Independencia en la capital uruguaya; al bajar las escaleras que conducen a él, junto con la emotividad del momento parece oírse una de sus frases más destacadas: “Mi autoridad emana de vosotros y ella cesa ante vuestra presencia soberana”, que ilustra no solo su personalidad y su pensamiento, sino también su compromiso con la causa americana.
Que ello enmarque nuestro recuerdo.
* ARMANDO MARIO MÁRQUEZ Presidente de la Junta de Estudios Históricos del Neuquén. Presidente del Centro de Estudios Constitucionales del Comahue.
Publicado en Diario "Río Negro", 24 de Septiembre de 2018.-
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