Un experto de la NASA.
Los secretos de Miguel San Martín, el argentino que llevó el Curiosity a Marte.
Participó de cuatro misiones al plante rojo. Su vida es un ejemplo de esfuerzo, estudio y convicción. Vino al país para dar una conferencia.
Hay pedazos de Miguel San Martín flotando por el universo. Es el verdadero Capitán Beto spinettiano. Su cabeza cósmica ideó el sistema de navegación que llevó varias misiones espaciales a Marte. Vive en Estados Unidos hace cuarenta años. Llegó con sólo 19 y sin saber hablar bien el inglés. Tenía un sólo objetivo: trabajar en la NASA.
Miguel, que dio este mediodía una charla sobre su vida y su trabajo en Buenos Aires, tiene cojones del tamaño de las lunas de Júpiter. Sus múltiples logros no nacieron mágicamente de una erupción solar, son el resultado de una increíble capacidad de trabajo, de una fuerza de voluntad sólo comparable a una supernova y de una dedicación al estudio que trasciende las tres dimensiones de la realidad.
Podría ser tranquilamente un personaje de Big Bang Theory. Con Sheldon Cooper y sus amigos científicos comparte muchas cosas. Estudió en Massachusetts Institute of Technology (MIT), la misma universidad donde cursó y se recibió Howard Wolowitz, el único ingeniero de la serie, que como él también trabaja en la NASA. Vive en San Gabriel, California, cerca de la ciudad de Pasadena, centro del universo nerd que ya lleva once temporadas.
Padre de dos hijas y casado con una norteamericana, Miguel se acuerda de la chacra de Villa Regina, en Río Negro, propiedad de sus padres, donde nació y donde pasaba sus vacaciones de verano con su familia. También se acuerda de su papá, un ingeniero civil que le enseñó el valor del esfuerzo y el estudio. Vino al país para dar una charla y habló con Clarín.
"Mi papá era muy estudioso. Trabajaba muchísimo. Estaba siempre del lado de ser curioso y querer aprender. Cuando me saca una buena nota, mi mamá me festejaba y él decía hizo lo que tenía que hacer. A mi no me molestaba para nada", cuenta Miguel, que vivió en Palermo y estudio en el colegio Pio IX.
También cuenta que la ingeniería electrónica le gusta desde chiquito. "Me estimuló mucho ver la llegaba a la luna. Y después el aterrizaje de la misión Vikings en Marte en el año 71".
Ya en ese momento decidió que quería trabajar en la NASA y participar de los programas espaciales. "Me fui a Estados Unidos en el '78, a estudiar inglés para ingresar a la universidad de Cornell (Nueva York). Era donde Carl Sagan daba clases. Yo tuve el placer de conocerlo. Tengo un libro firmado por él. Yo me colaba en sus clases, que eran de astronomía. No entendía mucho lo que decía. Era una auditorio grande y me sentaba en la última fila para que no me viera. Un día tomé coraje y fui a hablarle. Le pregunté que tenía que hacer para entrar en la NASA y me dijo que estudiara mucho física y matemática".
Los primeros meses en Estados Unidos fueron muy difíciles para Miguel. Sin hablar mucho inglés y sin experiencia, intentó ingresar a la universidad Cornell. "No sabía qué estaba haciendo. Estaba fuera de mi elemento. A penas sabía hablar inglés y no me aceptaron. Sentí en ese momento que todos mis planes se derrumbaban".
Pero lejos de frustrarse, desanimarse o bajar los brazos, San Martín siguió adelante y decidió aplicar para estudiar en otra universidad.
"Me fijé en un mapa cuál era la ciudad más cercana y me fui a Siracusa, a la Universidad. Me fui ahí de corajudo. Me subí en un autobús y me presenté en la oficina de admisiones y presenté mis papeles, notas de secundarios, cartas de recomendación. Allí me tomaron el SAT, que es un examen estandarizado donde evalúan tu nivel. Me saqué buenas notas y me aceptaron".
La enorme convicción de Miguel de seguir adelante cueste lo que cueste le permitió continuar con sus estudios e ir logrando superar obstáculos que al principio parecían impenetrables. "No tenía otra idea de qué hacer con mi vida. Era ese mi camino. Pero no sabía como llegar a donde quería ir y lo tenía que descubrir a medida que iba caminando ese camino", cuenta Miguel. Hoy ocupa el puesto de Jefe de ingeniería y control en el Jet Propulsion Laboratory de la NASA.
"Yo siempre fui buen estudiante, lo que se decía traga. Me gustaba estudiar y aprender. No lo hacía para sacar buenas notas. Yo sabía que era lo que tenía que hacer para que me vaya bien en la vida", se define San Martín.
"Trabajaba muy duro para entender. Me costaba. No me salía de taquito. Mi padre era un ejemplo para mí porque él hacía lo mismo. El me inspiraba mucho", agrega.
En cuatro años se recibió de Ingeniero y lo aceptaron en la MIT para hacer una maestría en aeronáutica y astronáutica. Se especializó en guiado, navegación y control. A los 26 años, después de varias años de mucho sacrificio y estudio, se le dio su primer sueño: entrar a trabajar en la NASA.
"Sentí el primer día que era uno de ellos. Fue un triunfo personal muy importante. Pero me faltaba trabajar en un proyecto importante como el Vikings. Durante unos años me sentía como esperando la gran oportunidad. Y me preguntaba si iba a aparecer la gran oportunidad. Había cierto peligro de que nunca llegara porque los proyectos, en los ochenta eran muy escasos", cuenta.
Pero para su alegría, no sólo pudo entrar en la NASA sino que además participó en cuatro misiones espaciales. Trabajó en las misiones Mars Pathfinder (1997) como Jefe de Ingeniería, Mars Exploration Rovers Spirit y Opportunity (2004) y Mars Science Laboratory Curiosity (2012). Y fue asesor en las misiones Topex, Mars Polar Lander, Deep Impact y Phoenix.
"Mi trabajo es diseñar el sistema de navegación. Por ejemplo, que se abra en el momento correcto el paracaídas en el momento del aterrizaje en Marte es una de mis responsabilidades", explica.
El día que aterrizó el Curiosity lloró. La emoción lo invadió. Después de tantos años de trabajo y dedicación, el programa de navegación que diseñó para llevar el astromóvil a la superficie marciana había funcionado. Miguel confiesa que ese día usó la misma camisa que se puso el día que aterrizó el Pathfinder. "También le pedí a un amigo que participó de la misión que comprara la misma botella de scoth que abrimos para celebrar el fin de la misión".
Con tanto camino recorrido y tantas conquista espaciales, este es el momento para que San Martín decida darle otro aire a su vida."Ya metí bastante goles. A esta altura del partido prefiero otros desafíos. Porque estas misiones se consumen mucho tiempo, esfuerzo y salud. Ahora estoy trabajando para mandar una sonda a Europa, una luna de Jupiter que podría tener vida. Es el reto perfecto para esta etapa de mi vida", agrega Miguel, con total tranquilidad.
Publicado en Diario "Clarín", 29 de Septiembre de 2018.
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