Por aquellos años se produjo
la agresión inglesa a una base argentina en la Antartida, que fue repelido por
las fuerzas argentinas. Así lo cuenta Perón:
Inglaterra
envió una fragata y destruyó uno de nuestros refugios. La guarnición nuestra
era más bien pequeña, pero amenazando con las ametralladoras dieron a los
ingleses cinco minutos para que abandonaran aquella tierra. Los ingleses se
marcharon pero dejaron su bandera izada en el refugio que habían destruido y un
cabo nuestro la arrancó y se la arrojó al bote que empleaban los ingleses para
huir. Vino a verme el embajador británico y tuve con él una pequeña
conversación más bien amistosa, en el curso de la cual me preguntó “¿Cómo van a
arreglar ustedes ese asunto de la Antártida?” Le contesté : “¿Qué derecho
tienen ustedes a la Antártida?” y me replicó: “La Antártida es una prolongación
de las islas Malvinas”. Y fue entonces cuando yo le dije: “Sí. Eso me recuerda
a un tipo que me robó un perro y al día siguiente vino a buscar el collar”.
En 1953, en ocasión de la coronación de su graciosa
majestad l reina Isabel II, en representación del gobierno argentino viajó el
presidente del Senado, almirante Alberto Teissaire, con una misión imposible:
comprarle las Malvinas a Gran Bretaña. Como había ocurrido durante el gobierno
de Rosas con la oferta presentada por el enviado Manuel Moreno (el hermano de
Mariano), el gobierno inglés ni siquiera consideró la oferta porque haberlo
hecho hubiera significado reconocer explícitamente nuestros derechos.
Pigna, Felipe, Lo mitos de la historia argentina 4.
La argentina peronista (1943-1955), Booket, Buenos Aires, 2010, p. 305.
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