Ante los hechos que son de dominio público, creo que ha llegado el momento de que los argentinos borremos los archivos audiovisuales de toda la política nacional de los últimos 15 años. Videos, reportajes, tweets, declaraciones, fotos, discursos. Todo. De otro modo, nos vamos a pasar la vida chicaneándonos los unos a los otros sin poder salir del pantano en el que estamos.
En realidad, sería mejor ampliar el período a los últimos 20 años así también liquidamos los registros de Alberto Fernández como legislador por Acción Republicana, el partido de Domingo Cavallo (año 2000).
Pensándolo bien, mejor ampliémoslo a 25 años así borramos el recorrido completo de Pichetto y le dejamos el kilometraje en cero con el motor totalmente rectificado, listo para correr el nuevo rally.
Perdón, mejor cerremos en 30 años así, ya que estamos, borramos la imagen de Cristina y Néstor impulsando eufóricos la privatización de YPF en 1992 y apoyando a Menem cuando en 1990 el turco indultó a todos los militares del Proceso.
Yo creo que con 30 ya estamos cubiertos. Porque además, si borramos 30 años, también borramos las primeras transmisiones de Animal Planet en la Argentina con aquellas imágenes del Gato, todavía con bigotes, ronroneando alrededor de Menem y Neustadt.
Ojo. Cuando digo borrar todo, es todo. No vale guardarse un videíto de Massa diciendo que nunca nunca nunca jamás jamás jamás volvería al kirchnerismo y después usarlo para cargarlo cuando se saque la foto sonriendo con el upite suturado al lado de Cristina y Alberto. Tampoco vale quedarse con fotos de Pichetto votando Memorandums feos, ok?
Por favor, borremos todos juntos a la vez sin hacer trampas. No sea cosa que se arme un mercado negro con las obras completas de Alberto Fernández explicando que el gobierno de Cristina fue deplorable. Eso nunca pasó. Ya está. Borrón y cuenta nueva.
Reconozco que borrar la catarata de barbaridades que hizo y dijo Cristina Fernández a lo largo de su década ganada es una verdadera injusticia para figuras como, por ejemplo, Margarita Stolbizer que siempre tuvo una conducta intachable.
Lo lamento mucho por Margarita pero esta es la política que tenemos y disfrutamos en la Argentina. Si a Stolbizer no le gusta, que se vaya a vivir a Dinamarca donde se supone que la coherencia política, la honestidad intelectual y la ética son un valor. Acá no. Punto. A otra cosa.
Un pequeño detalle: al curriculum de Cristina le borramos todo menos el temita Nisman, ¿ok? Cada uno tiene su límite. El mío es ese.
Dicho esto vamos al punto. De los seis integrantes de las tres fórmulas principales hay cinco peronistas: Cristina, Alberto F, Lavagna, Urtubey y Pichetto. El único que no es peronista es Macri, pero tiene una condición que a los peronistas los desespera: es más hijo de puta que todos ellos juntos. Y una vez más se los acaba de demostrar.
Además de esto, el episodio de las candidaturas reveló algo muy importante. Veamos.
La gente común como usted y yo, amigo lector, nos hemos pasado la vida preguntándonos como es el poder real. ¿Quiénes son? ¿Dónde están? Imaginamos a personas poderosas en modernos rascacielos haciendo transacciones multimillonarias o a anónimas corporaciones manejando el negocio de las armas. Fantaseamos con búnkers antimisiles en islas secretas donde se definen estrategias globales. O logias oscuras que se reúnen en castillos para definir pactos inconfesables. Finalmente ahora sabemos que el poder no es nada de eso.
Esta semana entendimos que el poder real es un grupo de amigotes que se juntan en una quinta a comer un asado y después hacen un “pan y queso” para repartirse a los peronistas.
A unos les toca Pichetto, otros se llevan a Urtubey, por ahí colocan a algún Fernández (hay un montón, pero una sola con votos), Massa siempre está, Solá juega en todos los puestos. Al final es todo más básico y argento de lo que nos imaginábamos.
Por afuera de todo esto, también se inscribió un frente con José Luis Espert, otro con Gómez Centurión y uno de izquierda que es una de las grandes novedades de esta elección.
Después de tanto romperles las pelotas, finalmente la verdadera izquierda va toda unida en un solo Frente. Un milagro. Se juntaron el FIT de Nico del Caño, Bregman y Pitrola con el MST de Vilma Ripoll, Bodart y Celeste Fierro (los nombro a todos porque si no los nombro yo, no los nombra nadie).
Para los que quieren llenar el tanque de nafta con una izquierda que no venga adulterada con peronismo, esta es la oportunidad. Van con Del Caño a la cabeza a buscar un 5%. Yo hubiera puesto un candidato con un discurso más del tipo “controlemos que el capitalismo no destruya el medio ambiente” y menos “le vamos a tomar la fábrica a Rattazzi y nos vamos a quedar adentro hasta que aprenda a hablar en castellano”. En ese caso, podrían arañar un 10% y darle un disgusto al kirchnerismo. Allá ellos con su estrategia.
Mientras tanto, hoy tenemos nuevas elecciones provinciales.
En Formosa, Gildo Insfrán va por su séptimo mandato consecutivo, un verdadero ejemplo para la democracia (ejemplo de lo que no debería ocurrir, obviamente).
En San Luis tenemos el Show de los Rodriguez Saá, una telenovela protagonizada por dos hermanos que, en lugar de disputarse el corazón de una bella campesina, se disputan una provincia entera que gobiernan desde 1983 (otro ejemplo para la democracia mundial).
En Tierra del Fuego buscará la reelección la gobernadora Bertone, una kirchnerista que en su primer año de gestión se bancó durante meses una huelga general que le hizo el mismo kirchnerismo. Cosas raras que pasan con el frío.
Finalmente, la elección más atractiva está en Santa Fe donde el socialismo va a tratar de retener el título frente al peronismo que intentará arrebatarle la corona. La frutilla del postre kirchnerista sería conquistar la intendencia de Rosario donde el progresista Javkin es la única chance que les queda a los rosarinos para impedir que el kirchnerismo rompa la maldición y gane por primera vez en su historia una de las cuatro grandes ciudades del país. Nunca ganaron ni CABA ni Córdoba ni Rosario ni Mendoza.
Para lograr esto, la mejor runfla de operadores porteños peronistas contrató al publicista que nos vendió el inolvidable “dicen que soy aburrido” de De La Rua ‘99 y el “¡Vamos Menem!” de 2003. El tipo está tratando de convencer a los santafecinos en general y a los rosarinos en particular de que el kirchnerismo ya no tiene nada que ver con Báez, López, De Vido, Spolsky o Moreno y que ahora son puro Obama.
Volviendo al tema nacional, Massa se pasó al kirchnerismo diciendo que él estaba “para empujar el carro”. Caramba. Para eso hubieras empujado el carro de Lavagna, macho. Era más liviano y te podía llevar más lejos.
De todos modos, poniéndome en el lugar de Massa, entiendo que lo de Lavagna más que carro era un Carruaje Real trasladando a su Eminencia Reverendísima cubierto con una capa púrpura y una peluca con bucles plateados.
Supongo que de todo esto se hartó Pichetto y mirándose al espejo dijo: “Si la idea era armar un gran espacio alternativo republicano mejor me voy al único que queda”. Así se explica esta movida y de eso se trata lo que viene.
La mejor prueba de esto es que el kirchnerismo inscribió su espacio como “Frente para Todos”. O sea que ellos son “Todos”. Y si adentro están “todos” quiere decir que, para ellos, afuera no hay “nadie”. Hacía mucho que no veía algo tan claramente autoritario.
Ellos son todos. El resto son nadie. “Nadie, nada, nunca”, como el libro del inmenso Juan José Saer (1937-2005).
Eso es lo que vió Pichetto. Eso es lo que está en juego.
Publicado en Diario "Clarín", 15 de Junio de 2019.-
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