La sede de esta Copa del Mundo fue elegida el 6 de julio de
1966 en el 35º Congreso de FIFA, realizado en Londres.
El gobierno del presidente Juan Domingo Perón decidió en
1974 dejar la organización del mundial bajo la órbita del Ministerio de
Bienestar Social a cargo de José López Rega, creando la Comisión de Apoyo al
Mundial la dictadura cívico-militar que tomó el poder reemplazó la Comisión de
Apoyo al Mundial por el Ente Autárquico Mundial '78.
Eso favoreció el gasto millonario en el que se incluyó la
remodelación total del edificio de ATC, con el declamado objetivo de garantizar
la mejor calidad de transmisión, como también la terminación de los estadios de
River Plate, Vélez Sarsfield y Rosario Central y la realización
de los de Córdoba, Mar del Plata y Mendoza.
El 1º de junio de 1978 se realizaba la ceremonia inaugural
del Mundial que se disputó en nuestro país. El primer encuentro de aquella Copa
del Mundo fue el empate sin goles entre Alemania Federal (último campeón) y
Polonia, con el arbitraje de Ángel Coerezza.
En el Monumental de River Plate, el dictador Jorge Rafael
Videla le habló al mundo de paz, desfilaron cientos de jóvenes. Dijo: "Señoras,
señores, hoy es un día de júbilo para nuestro país. Es la confrontación en el
campo deportivo y la amistad que nos permiten afirmar que es posible, aún hoy
en nuestros días, la convivencia en unidad y en la diversidad".
La mascota de este mundial fue Gauchito Mundialito y la
pelota oficial sufrió un cambio revolucionario con la aparición de la Adidas
Tango.
El torneo se disputó mientras que en la Argentina gobernaba
una Dictadura que había impuesto un régimen terrorista de Estado, boicoteado
por algunas organizaciones internacionales de derechos humanos. El Estadio
Monumental donde se realizaron las ceremonias de apertura y cierre, se
encuentra a pocos metros de la ESMA, uno de los principales centros
clandestinos de detención de la dictadura.
Los medios gráficos como la editorial Atlántida, canales
televisivos y periodistas como José María Muñoz quien era el relator radial más
famoso del momento y pasaría a la historia como "la voz oficial" de aquella Copa
del Mundo contribuyeron a un lavado de
cara y a tapar lo que realmente estaba
pasando. Bajo el slogan "Los argentinos somos Derechos y Humanos” se
buscaba el mejoramiento de la imagen del gobierno.
Henry Kissinger, el Secretario de Estado de EE.UU. sería el
invitado de honor al Mundial 1978.
En total el Mundial costó al Estado argentino entre 520 y
700 millones de dólares, aunque el monto exacto no ha sido establecido porque
no se realizó la liquidación definitiva. Luego, en España, para el Mundial de
1982 se gastó cerca de la cuarta parte.
A propósito de las aceitunas, tuvo durante el mundial de
fútbol de 1978, una curiosa y ficticia discusión sobre el tirar papelitos en
las canchas con el relator José María Muñoz. Este decía que no había que arrojar
papelitos a las canchas durante los partidos ya que eso hacía posible las
lesiones en los jugadores, y Clemente a modo de broma sugirió entonces que se
arrojaran carozos de aceituna. El Clemente de Caloi se transformó en un gesto
de resistencia cultural durante el Mundial 78, con su invitación a tirar
papelitos desde las tribunas.
Años después, varios de los integrantes de la selección
argentina expresaron su pesar por haber sido usados para encubrir delitos de
lesa humanidad.
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