… e Yrigoyen hizo caso de las advertencias de Dellepiane.
El ministro de guerra actúa con prontitud, y encarcela a Uriburu, descabezando la rebelión. Von Pepe, honorable como siempre, no da más nombres. Justo se escabulle con elegancia.
El Gobierno de Yrigoyen gana las elecciones del Domingo 7 de septiembre. El fraude ha sido permitido. El Presidente algo sabe, pero nada dice. Las Cámaras finalmente se reúnen y se inicia el año legislativo. Los senadores que se suman de Cuyo votan la ley Mosconi. El petróleo será bien nacional, con exenciones provinciales.
Igualmente el gobierno sigue sin resolver los problemas de fondo que dejan años de no industrializar el país. La crisis del ’29 ahonda los problemas y el Presidente apenas emite formulaciones para paliar el bolsillo de los trabajadores. Algunas huelgas, numerosas, terminan mal: El ejército apaleando huelguistas.
En marzo de 1931, Marcelo vuelve al páis. Yrigoyen quiso recibirlo pero Alvear termina abrazado al General Justo: Los antipersonalistas exultan. Se habla ya, de una fórmula antiyrigoyenista Alvear-Justo, que el General, con ingenio, invierte en su acomodo.
La salud del Presidente está minada en edad, descuidos típicos de su función. Sus amigos y familiares más cercanos, le piden que se tome esporádicas licencias, pero Yrigoyen, siempre desconfiado, sospecha que quieren sacarle del medio para apuntalar su definitiva salida. Sus correligionarios se asustan que puedan perder todas sus situaciones por sostener al viejo maestro. Algunos ya han corrido a los brazos de Marcelo.
No llegará al 3 de julio de 1933. Su funeral será apoteótico y todavía sigue siendo popular. Pero ya su nombre no arrastra a sus partidarios a un triunfo en 1934.
Alvear, ante las dudas de Honorio Pueyrredón y otros cercanos al ‘Peludo’, sabe que puede volver al gobierno uniendo a los dos radicalismos. Lisandro denuncia pormenores del acuerdo Oyhanarte-Runcimann, que el ministro replica enérgicamente, llevándolos a un duelo sin consecuencias.
Hitler asume en Alemania. Yrigoyen, profético, dio sus últimas futureadas: “Ese cabito hará desastres y nadie intervendrá”.
Llega abril del ’34. Alvear será candidato radical, con desavenencias de las bases que no le perdonan sus ternos al viejo. Justo ha logrado unir la oposición y llevará a Roca (h) como vicepresidente. Algunos yrigoyenistas rompen el tronco oficialista para no votar a Marcelo.
Las urnas hablan, sorprendentemente: Justo gana las elecciones con el 46% frente al 43 de Marcelo. Los demócratas progresistas ganan la mayoría de Santa Fe (y eventualmente su gobierno) y el PS la capital. Por más que se quieran impedir los cambios en la Historia, ella seguirá marchando…
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