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...." el pueblo recoge todas las botellas que se tiran al agua con mensajes de naufragio. El pueblo es una gran memoria colectiva que recuerda todo lo que parece muerto en el olvido. Hay que buscar esas botellas y refrescar esa memoria". Leopoldo Marechal.

LA ARGENTINA DEL BICENTENARIO DE LA PATRIA.

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“Amar a la Argentina de hoy, si se habla de amor verdadero, no puede rendir más que sacrificios, porque es amar a una enferma". Padre Leonardo Castellani.

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"La historia es la Patria. Nos han falsificado la historia porque quieren escamotearnos la Patria" - Hugo Wast (Gustavo Martínez Zuviría).

“Una única cosa es necesario tener presente: mantenerse en pie ante un mundo en ruinas”. Julius Evola, seudónimo de Giulio Cesare Andrea Evola. Italiano.

sábado, enero 08, 2022

Belleza clonada: estética de catálogo.


 

Belleza clonada: estética de catálogo.

Caras y cuerpos “de autor” hacen que todas se vean parecidas. Musas globales, intolerancia al espejo y la influencia de la cultura digital.

Es un piso alto inundado de luz. El ambiente se abre a un balcón terraza con vista a la ciudad y barra de tragos. Nada hace pensar que se trate de un consultorio. Parece más bien un bar de moda: suena música sub 30 y el inevitable barman tatuado acaba de extenderle un trago a la chica que ahora pende de una hamaca de diseño al aire libre. Tiene poco más de veinte años y un rostro armónico, pero llegó hasta allí en busca de “perfección facial”.

Adentro, en el salón decorado con grandes espejos estilo Faena y una reproducción de La Gioconda, Duilio Cortella, va de un sillón al otro, portando la felicidad en forma de jeringas que sus clientes buscan. Se presenta como “artista cirujano master injector”, un Copperfield de la estética que, sin mediar quirófano y en una sesión, ofrece su “Full Face DC” (Cara completa Duilio Cortella) que consiste en la aplicación de rellenos con resultados inmediatos. El combo incluye: “diseño de labios, mentón, botox, mirada DC y rinomodelación” que empareja el tabique nasal o respinga la nariz. Para que la magia sea completa, son invitadas a llevarse el lápiz labial DC, de manteca de cacao con oro, por $5.000, para mantener turgente la bocaza de moda. (plus que se suma a los 500 dólares promedio del tratamiento que dura alrededor de seis meses).

Las favoritas del diseñador facial pasan a integrar la galería de “DC Angels” que exhibe en su Instagram. Para eso, posan junto a unas enormes alas plateadas montadas en la pared y se llevan puesto un prendedor con la firma del joven manos de jeringas. Muchas de las famosas que adhieren a la tendencia de estas caras uniformes: ojos rasgados y cejas levantadas, bocazas, mentón prominente, mandíbulas afiladas y mini narices, pasan por sus manos con frecuencia apenas mayor que la depilatoria. Una de sus fans, Candelaria Tinelli, posteó en lo más estricto de la cuarentena: “Realmente quiero mostrarles lo que soy debajo de este filtro hermoso que tiene pestañas, labial y que me hace la piel perfecta. Soy un cuco, doy miedo. No sé ustedes, yo necesito urgente ir a Duilio”. No está sola con ese malestar. Cada vez son más las mujeres que ven restringido el umbral de tolerancia a su imagen real. No soportan un lunar, una marca de expresión o cualquier rasgo físico que no responda –diríase hoy- a la belleza hegemónica.

El resultado es un gusto por la uniformidad facial tan asombroso como que todas quisieran llegar a una fiesta con el mismo vestido. O bastante peor que eso. Dentro de unos años, sus hijos deberán rastrear en fotos viejas alojadas en nubes o en la memoria de notebooks arrumbadas para encontrar algún aire familiar que los vincule a su progenie. Y no sería raro que pregunten: “Mami, ¿por qué yo no me parezco a Kim Kardashian?”. (imaginamos que en veinte años Kim seguirá teniendo el mismo rostro).

Cómo empezó todo

En poco más de una década, redes sociales como Instagram y Snapchat generalizaron el uso de “filtros”. Todo empezó muy divertido: a tu cara le aparecían orejitas, una lengua movediza o un marco de flores y mariposas. Pero de a poco se fue imponiendo un catálogo estético de filtros (ver recuadro) destinado a “embellecer” los rostros según un canon estricto y homogeneizado.

De tanto verse en el celular “perfeccionadas” digitalmente, un número creciente de adolescentes (y mayores también) se lanzan a buscar –si el poder adquisitivo se los permiteacercarse a ese ideal en la realidad. Los cirujanos ya no reciben pacientes que quieren parecerse a determinada famosa venerada, sino a su propia imagen captada a través de un filtro. Muchas de ellas son figuras públicas jóvenes en las que se referencian sus millones de seguidoras. Algunas tienen recursos para imitarlas. Muchas más se quedan con las ganas y la incomodidad de no gustarse. “Cuando las pacientes vienen al consultorio con las fotos suyas que modificaron con filtros charlo y las oriento sobre hasta dónde podemos llegar, le doy un viso de realidad al deseo. Una nariz se puede modelar con rellenos o con una rinoplastia, lo que no se puede es hacer que pierda la funcionalidad”, dice el cirujano plástico Daniel Félix.

La tendencia es global. Un reciente estudio publicado por la revista académica JAMA refleja este fenómeno. Las nuevas operaciones más demandadas pretenden corregir la asimetría facial, el aspecto de la nariz y el volumen de los labios. Un fenómeno bautizado como “dismorfia de Snapchat”, en honor a la red que popularizó las máscaras digitales que transforman el rostro en tiempo real.

Es un trastorno obsesivo que ya está incluido en el manual de Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud. Define a esta afectación como una preocupación persistente por imperfecciones muchas veces imperceptibles para los demás que generan un profundo malestar en el sujeto que lo padece. Paradójicamente, la dictadura del filtro hace que todo lo que escape a sus parámetros sea considerado una anomalía.

“Lastiman a la gente que los mira y lastiman a la gente que los usa, porque es difícil aceptar tu cara real en el espejo después de que estas versiones digitales de tu cara y cuerpo se hayan convertido en tu norma diaria” posteó la actriz británica Jameela Jamil. En concordancia, chicas de todo el mundo han creado un movimiento bajo el hashtag #fuckoff (a la mierda) para defender su apariencia natural.

La insurgencia tiene presencia incluso en su propia matriz, Instagram: la cuenta Celebface actualiza permanentemente la actividad de los referentes mediáticos de belleza. Tienen material de sobra. En su artículo para The New Yorker “The age of Instagram face”, la escritora Jia Tolentino cuenta que el 95 % de las personas más seguidas en esa red usan FaceTune (la aplicación más popular), y que también se han sometido a algún procedimiento. Las argentinas replican la tendencia. Famosas y anónimas. Según los últimos sondeos disponibles de la ISAPS (Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética) el nuestro está entre los diez países del mundo en los que se realizan más intervenciones. Otro récord, el de la precocidad de pacientes, se lo lleva Corea del Sur. Allí es casi un rito iniciático que se espera cumplir a los 18 años, antes de acceder al mercado laboral. Las “employment surgery” (retoque de nariz, relleno de pómulos, piel aclarada) les multiplica a las chicas las chances de acceso a un buen trabajo.

Por ALEJANDRA DAIHA Jefa de Redacción y columnista de Radio Perfil.

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