Un irlandés en el Ejército de Belgrano POR ROBERTO L. ELISSALDE.
El Poder Ejecutivo Nacional ha decidido por el decreto 2/2020, que sea el Año del General Manuel Belgrano, en un gesto que lo honra, a la vez que ha invitado a las provincias y al gobierno de la CABA, a adherir a dicha denominación. Algunas jurisdicciones ya lo habían decidido el año anterior y otras lo hicieron este año, a la vez que muchos municipios también se plegaron a este justo reconocimiento a quien como dijera el R.P. Guillermo Furlong, se le podía aplicar aquella frase del general Roberto Lee sobre Jorge Washington: “El primero en la paz, el primero en la guerra y el primero en el corazón de sus conciudadanos”.
Seguramente no resulte fácil encontrar un irlandés conocido de Belgrano, o al menos no los menciona la historia en tal grado de detalle; pero usando la imaginación y está muy mal hacerlo en historia, podemos pensar que trató a Patrick Island, o algunos de los que se quedaron después de la invasión de 1806. Guillermo Mac. Loughlin Breard que ha trabajado el tema con abundante documentación hace una década apuntó: “ En este mismo sentido, podemos rescatar algunos nombres de soldados que se incorporaron, en 1811, al Ejército del Norte comandado por el general Manuel Belgrano, como Gil (Hill), Gelly (Kelly), Reyles (Reilly) y Buteler (Butler)”y también a “Thomas Craig, quien arribara al Río de la Plata, accidentalmente, en 1798 cuando encalló el barco inglés cuya tripulación integraba
cerca de las costas patagónicas . Los sobrevivientes fueron bien tratados por os indios y enviados a las autoridades españolas, recibiendo un buen trato por su condición de católico. Craig decidió afincarse en Buenos Aires, donde se casó con la irlandesa Juana Donovan. Tuvo activa participación en las invasiones inglesas, en la expedición al mando de Manuel Belgrano norte”.
Nuestras investigaciones en archivos nos permitió descubrir que el 23 de julio de 1813 el Gobierno oficia al general Belgrano: “Haberse expedido el despacho de Capitán Agregado al Regimiento de Infantería de Línea del Ejercito de su mando, a favor de don Jorge Orr, de nación irlandés”. Otro documento, sin duda como lo dice un “borrador” de este oficio agrega: “Este individuo es irlandés de nacimiento, y ha obtenido varias comisiones en el servicio de Inglaterra tanto en infantería como en caballería: su carrera ha sido siempre la milicia, y ha dejado aquel país con el objeto de encontrar un teatro más glorioso en que ejercitar sus talentos. Presentado aquí ha manifestado al gobierno sus intenciones generosas, y éste informado por conductos verídicos de que en su persona se reúnen las calidades de valor, instrucción y una actividad singular, lo ha creído digno de militar en el ejército de V.E.”.
El 28 de julio, el beneficiado escribió al Gobierno dando las gracias por el empleo, “esperando mereceré siempre la aprobación del mismo”. El 2 de agosto se dio orden para que se le expidiera el correspondiente pasaporte y por Hacienda se “lo auxilie con las pagas correspondientes y con el concepto de reparar las grandes perdidas que ha sufrido”. El 26 de agosto Belgrano que se encontraba en Potosí con su ejército acusó recibo del nombramiento y a la vez lo iba “a acomodar conforme a su clase” apenas llegara.
Amigo mío
En carta del 23 de setiembre de 1813 Belgrano escribe esta conocida frase a San Martín: “Ay! Amigo mí. ¿Y que concepto se ha formado Ud. de mi? Me hallo de general sin saber en que esfera estoy: no ha sido esta mi carrera y ahora tengo que estudiar para medio desempeñarme y cada día veo más y más las dificultades de cumplir con esta terrible obligación”. Después de unos comentarios sobre táctica a propósito de las noticias que tenía del futuro libertador sobre su actuación con los granaderos agregó: “la abeja que pica en buenas flores da la mejor miel ¡ojalá nuestros paisanos se dedicasen a otro tanto y nos dieran un producto tan excelente como el que me prometo del trabajo de Ud. por el principio que vi en el correo anterior, relativo a la caballería y me llenó”.
Es una queja eso de “ojalá nuestros paisanos”, quizás por indolentes; o es para el párrafo que sigue que ahora sabemos de quien se trata: “Ya el gobierno me escribió acerca del capitán Orr; se verá por estos países con un mundo nuevo y estoy cierto que se admirará de nuestros trabajos que son inmensos y mucho más de nuestra caballería, toda con armas de fuego, casi sin armas blancas y la más de ella de a pié, porque no hay como montarla”.
Es probable que Orr, haya conocido a San Martín, y Belgrano pensaba ocuparlo en la mejor organización de la caballería de su ejército. Y no estábamos errados en este aserto porque el día de Navidad ordenaba a la tropa: “Mañana a las 6 de la mañana todos los oficiales, así veteranos como milicianos, y los decididos que tengan sable, se presentarán en el Pucará a recibir lecciones de manejo de sable o espada del Capitán de Caballería, mi ayudante Don Jorge Orr, y a su tiempo del manejo del arma, tanto para la Infantería como para la Caballería".
Hasta aquí lo que encontramos de este irlandés, que se desempeñó como ayudante de Belgrano en aquellos momentos, cuyo nombre se viene asociar al de su ilustre jefe en ocasión de los 200 años de su muerte.
Roberto L. Elissalde Historiador. Vicepresidente de la Academia Argentina de Artes y Ciencias de la Comunicación.
Publicado en Diario "La Prensa", 8 de mayo del 2020.
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